Disco Inmortal: Def Leppard – Hysteria (1987)
Phonogram / Mercury Records, 1987
Para algunos, es el punto álgido de su carrera. Para otros, un lanzamiento más apoyado por las radios y videos llamativos pasados a cada instante por MTV. En cualquier caso, hablar de “Hysteria” es referirse a un disco esencial del hard rock y que con los años, sólo es más y más reconocido. Para entender ese éxito, tenemos que ponerlo en perspectiva. Fue en 1987, momento en el que el hard rock vivía su máximo esplendor, por lo que la banda decidió enfocarse en generar temas más radiables y alargar lo alcanzado con el disco anterior (el buen “Pyromanía”). Eso bastó para batir todos los récords: nada menos que siete singles en el top de las listas.
El sonido de “Hysteria” es meloso y comercial, pero está apoyado en buenos coros, una producción sobresaliente y una alegría desbordante en el escenario, a pesar de haber tenido que sobreponerse a la desgracia del baterista Rick Allen, quien perdió un brazo en un accidente, sin que eso mermara sus ganas de seguir tocando. De eso está hecho “Hysteria”, un disco trabajado, analizado, con cuatro años de separación de su antecesor, los que claramente habían valido la pena.
Quizás fue arriesgado partir como “Women”; musicalmente es buena, el inicio es llamativo, golpeador, las guitarras son suaves, pero siempre estamos esperando que despeguen más; por otro lado, el coro es poco original, aunque hay que reconocer esa mezcla bajo/batería y cómo llevan el ritmo. “Rocket” también tiene una lírica excelente, la que suena como un enorme tributo a sus influencias (Queen, Bowie, Slade). La energía de las guitarras va en ascenso y hace interesantes pausas, mientras el coro y la voz de Elliot sube y baja en intensidad. “Animal” es la canción que más tardó en desarrollarse, tomando casi 3 años para que la conociéramos como es. Lo mejor son sus coros y el puente (I gotta feel it in my blood…), de las mejores del disco sin duda, con esa mezcla de potencia y buen gusto. Reitero que el coro debe ser uno de los mejores del hard rock y no cansa, aunque lo escuches 1000 veces. Calidad le llaman.
Una de las reinas de las Power Ballad de los ’80, es “Love Bites”. Tiene una intro extraña, no prometedora, pero de ahí en adelante es puro reproche sentimental, no apta para los que andan sensibles. Este tipo de canciones abundó en las bandas hard y la mayoría eran agotadoras, sin embargo, Elliot llega a unas notas altas que huelen a desgarro y sufrimiento, para luego bajar y terminar cada coro recuperando energías. Siempre hay un buen equilibrio entre la batería y las guitarras. Con los años, esta balada se ha hecho muy fuerte, pero en esa época fue imprescindible para los jóvenes. Por ella es que el disco destrozó las listas de popularidad, pero no le quitemos el mérito en eso a “Pour Some Sugar on Me”. Líricamente no es un prodigio, pero la gente corrió a comprarla como si nada importara. De pegada poderosa y especial lucimiento de la batería, está hecha para disfrutarla en vivo porque destacan los guitarrazos, mientras la batería de Allen cobra un protagonismo atronador, de principio a fin. Canción que te hace amar el rock.
Joe Elliot siempre ha resaltado que son una buena banda porque componen buenas canciones, hecho que queda demostrado con “Armageddon It”. La melodía está muy bien estructurada, con esa guitarra que siempre acompaña con suaves punteos, mientras que el coro y pre-coro son de lo mejor. Y qué decir del solo que se despacha el gran y subvalorado Steve Clark, héroe que es la estrella absoluta de otra gran composición, como lo es “Gods of War”. El tema lo tiene todo; un soberbio inicio de bajo y batería te pone en alerta de que esto es una creación fantástica, buenos coros, y unos riff mágicos. Largo y muy cuidado, con muestras de calidad en cada minuto, fabuloso estribillo y fabulosos coros. Excelente.
“Don’t Shoot Shotgun” es más rockera, hay harto punch desde el inicio y guitarras desafiantes, casi tanto como en “Run Riot”, donde se destaca enormemente la aguda voz de Joe Elliot. El tema título del álbum tiene geniales coros también y esos contrapuntos “oh can u feel it can u believe it”; ¡que son inmensos!
Todo el disco tiene un especial cuidado con las voces, tanto de Elliot como de los coros. Lange consigue efectos muy futuristas e innovadores. Clark y Collen, superlativos, y en vivo, prodigios del rock. Con el tiempo, hubiéramos deseado que los Def Leppard hubieran grabado solos más complejos para este trabajo, ya que los riffs son grandes aportes del disco, el que hace rato ya está guardado como uno de los históricos de esa locura llamada hard rock. Haciéndole honor a su nombre, porque en un momento sólo se habló de ellos, Def Leppard tuvo el mundo a sus pies, siendo dueños de una histeria que no se agota aunque pasen los años.