Disco Inmortal: Depeche Mode – Songs of Faith and Devotion (1993)
Mute Records, 1993
Venían de tocar el cielo con “Violator”, disco millonario en ventas, con singles demoledores y que los puso en otro status de cara a la nueva década. La inclusión de guitarras y elementos de otros estilos en el playlist del álbum de la rosa, fue muy bien recibido, sin embargo, vientos de cambios empezaban a correr al interior de una banda que siempre se llevó bien y trabajó por un objetivo común. “Íbamos a vivir juntos en Madrid y así compartiríamos la creación y la grabación. Sería maravilloso” detalló Alan Wilder en un documental de 2006, que revela el proceso que dio vida a “Songs of Faith and Devotion”; la idea fue del productor Flood, y hacía referencia a la instancia de la convivencia, por ocho meses, para trabajar en lo que sería el sucesor de “Violator”. Flood ya había experimentado esta forma de trabajo con U2, la que había dado como resultado el exitoso “Achtung Baby”. Sin embargo, los 4 de Basildon vivían procesos muy diferentes y las fricciones entre Alan Wilder y el resto empezaron a ser más fuertes.
Editado el 22 de marzo de 1993, “Songs of Faith and Devotion” marca un antes y un después en la historia de Depeche Mode. Se trata del último disco con Alan Wilder y el primero que plantea una revolución musical y estética, dejando de lado el sintetizador y bebiendo de lo mejor de la era grunge, estilo que tenía fascinado a Dave Gahan.
Esta nueva placa era el resumen de roces y tensiones. Esto fue el combustible para la creación de algunos de los mejores temas de la banda. “I Feel You” abre el disco con un chirrido de guitarra rompedor, directo, una de las canciones más ásperas de la discografía, con la voz de Gahan más cruda de lo habitual y con un sonido de fondo balanceado entre lo orgánico y lo digital. Sobresaliente Martin Gore en la guitarra y Wilder en la batería, ambos instrumentos mezclados en primer plano, cosa que ya habían experimentado en “Personal Jesus”. “Walking in my Shoes” es el que mejor enlaza con lo logrado en “Violator”. Aparte de la potente voz de Gahan, hay que destacar el trabajo vocal de Gore, haciendo armonías en un rango más alto, mientras que los teclados se ensamblan de forma caleidoscópica gracias al talento, como arreglista, de Wilder, quien logró otro momento cúlmine en su carrera. Canción con un estribillo magnífico y que, en vivo, suena tan confesional, que llega a abrumar.
“Condemnation” es más vocal y casi religiosa, como si de una procesión se tratara. Coros gospel, pianos en clave blues y guitarras distorsionadas. En principio estaba reservada para Martin en la vocalización, pero Dave insistió en convertirla en algo más visceral y el resultado es fantástico. El Depeche Mode de siempre vuelve a sonar maravilloso en “In Your Room”. Es uno de esos temas que calan hondo con la voz de Gahan entrando desde el subsuelo, desmigajando la letra, para luego apreciar una bestial entrada de la base rítmica hasta que la melodía explota, dentro de su hermosa oscuridad. “Get Right with Me”, otro tema gospel que se enmarca en la estética que estaba explorando el grupo. Tras un breve interludio electrónico se enlaza con “Rush”, otro de los puntos álgidos del disco, donde regresan a sus fantásticas secuencias análogas que ya comenzábamos a extrañar. El momento de Martin es con “One Caress”, la infaltable balada, mientras que el cierre es con “Higher Love”, otro tema que refresca lo clásico de la banda y que hubiera tenido espacio, perfectamente, en “Violator”.
El título del álbum alude a la inspiración para la mayoría de las canciones: la religión. Este tema siempre llamó la atención de Gore, al tiempo que Gahan animó a sus compañeros a experimentar más a fondo con los elementos rock. Recordemos que cuando fue reclutado, él era un acérrimo punk y ahora, en una edad más madura, era capturado por los ritmos lastimeros del grunge y anhelaba esa comunión que lograban Eddie Vedder, Cobain o Cornell. Esto se refleja en el look que adquirió, con pelo largo y aros, más una inevitable llegada al mundo de la heroína. Para aprovechar este cambio, él fue la máxima figura visual del disco, detalle que hastió a Wilder pues no solamente tuvo que lidiar con más rock, sino que con la desidia de sus compañeros, que lo dejaban largos período de tiempo trabajando solo en los arreglos. A pesar del mar de dificultades, “Songs of Faith and Devotion” llegó al no. 1 en Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania y otros, siendo una propuesta marcada por la anarquía grunge.
Tras el éxito arrollador de “Violator”, el grupo llegó al límite con “Songs of Faith and Devotion”, tal como marcan los estándares del punk. Todo cambio siempre trae consigo un riesgo, sobre todo cuando se decide darle la espalda al sonido que te llevó a lo más alto. Pero aquí la jugada fue maestra, y los que hasta ese momento los habían rechazado por demasiado electrónicos y plásticos, aquí se rindieron ante las guitarras afiladas y la percusión de “Songs Of Faith And Devotion”. Si bien la nube negra se posó por un instante sobre ellos, el disco suena totalmente a Depeche Mode y es uno de los grandes lanzamientos de esa década.