Mute Records, 1990 Comienzo de 1990. La última década del siglo XX comenzaba, musicalmente, con…
Disco Inmortal: Depeche Mode – Ultra (1997)
Mute Records, 1997
No es más que otro gran disco en la historia marcado por el caos. Y tal vez por uno que estuvo a punto de ser definitivo en la carrera de una de las bandas más importantes del rock electrónico inglés, pues con una especie de suerte echada fue que se empezaron a generar ideas para «Ultra», el noveno álbum de estudio y sucesor de ese otro gran álbum como «Songs of Faith and Devotion» (1993). La mirada para este siguiente paso (y lo importante que fue darlo) fue distinta casi por obligación, pues Depeche lidió con el cambio, con partidas esenciales y con su lado creativo más que nunca.
La antesala fue un gran período para la banda y musicalmente todo era exitoso, pero ¿qué pasaba con el grupo en aquel entonces, con la interna? Definitivamente fue una de sus etapas más oscuras. Teníamos en una de las peores situaciones físicas y sicológicas a Dave Gahan, muy metido en la heroína y con constantes sobredosis que casi se lo llevaron a la tumba y Martin Gore no lo hacía nada de mal, sumergido en el alcohol y tratando de superar dolorosas desilusiones amorosas, lo que produjo además que otros integrantes se mantuvieran alejados debido a todo este tipo de situaciones de inestabilidad. La más importante: la reciente partida del multinstrumentista Alan Wilder dejando todo más desencajado aún.
Wilder había desempeñado un papel cada vez más amplio en la producción de la música de Depeche Mode. Sería seguro decir que la mayoría de los sonidos en Violator y Songs of Faith and Devotion fueron creaciones de Wilder. Fue quien transformó «Enjoy the Silence» de un demo simple de Gore a una exquisita canción house. Su ausencia dejó un gran agujero en el sonido de Depeche Mode. Y los miembros restantes de la banda no pudieron reemplazarlo, pero se vieron obligados a encontrar una salida: decidieron continuar como trío por primera vez desde 1982, eso sí, con nombres no menores y aportantes como el bajista Doug Wimbish de Living Colour, Daniel Miller, uno de los hombres importantes de la música electrónica y creador de Mute records o el guitarrista experto en el pedal Steel BJ Cole.
Las baladas pulsantes como «The Bottom Line» y «The Love Thieves» son vehículos ideales para el melancólico barítono de Gahan, quien por cierto ya estaba recuperado cuando entró al estudio, y listo y dispuesto para el creciente sentido de la intuición oscura de la banda. La firma DM que se impuso desde «Violator» estaba intacta, sin embargo, acá se ve más pulida, más madura y sí, más depresiva. Es por eso que el álbum, acreditado a ese tridente mágico pero desesperanzado como fueron David Gahan, Martin Gore, y Andrew Fletcher, es lejos su álbum más introspectivo, donde muchas de las cosas que pasaban se vieron reflejadas en sus grandes canciones.
Por otra parte, para mediados de los noventa ya no era novedad que la banda que triunfó con ese synth-pop más amigable comenzó a probar con instrumentos de rock reales, principalmente guitarras, para prestar esa urgencia emocional a sus himnos crudos generados de forma más computarizada, acá las guitarras vuelven a ser prominentes, gimiendo sensualmente en la inolvidable y querida «Useless», o la misteriosa, sigilosa y efectiva «Barrel of a Gun» que nos abre la puerta de entrada al disco con buen impacto, y anotándose, éstas dos, por cierto, unos de los mejores riffs de la historia, porque son riffs simples pero facturados con clase y sentimiento, como salidos del alma atormentada de sus líderes. Martin Gore ya a esas alturas se desataba como guitarrista de mucha pasión melancólica, pero eso no era todo, este disco también bebió un poco del sonido de Bristol y nombres como Massive Attack o Tricky sin duda en años de fulgor en sus carreras, y reyes de la innovación en la electrónica oscura, se perciben en las más notables influencias con que se nutre «Ultra».
Mientras Martin Gore nuevamente se luce con «Home» en la voz, y con bellos acompañamientos de orquesta, nos habla de lo grato que es volver a «Home», al hogar, y en este caso claro está después de haber pasado todo tipo de pesadillas emocionales, volver a esa paz interior, es un agradecimiento por estar ahí, de nuevo, en el estudio y haciendo algo grande, y por otro lado tenemos cosas como una de las pocas con animosidad más fiestera como «It’s No Good», otro clásico irrefutable , pero no nos engañemos, la letra es terriblemente triste hablando de un amor que se fue y que no volverá a ser correspondido:
Abre tus ojos
No puedes retroceder la marea
No digas que me quieres
No digas que me necesitas
No digas que me amas
Se entiende
No digas que eres feliz
Quizás no fue tan urgente poner todo en la parrilla, y si hubiera algún punto negativo de este disco en que incluyeron demasiadas canciones, aunque muchas que la crítica pensaba que eran verdaderos rellenos, con el tiempo han logrado llegar al puñado de tierra de donde afirmarse: ‘Sister of Night’ o ‘Insight’, que no son para nada malas canciones, pero que cuesta un poco digerir debido a su tono demasiado íntimo y ambiental, no es tan así con la instrumental ‘Jazz Thieves’, una joya que hubiera sido muy interesante la hubiesen pulido más debido a su tono Krautrockero y misterioso.
Todo en Ultra tiene un toque mágico, una línea bien sofisticada y pasional. Desde lo musical, lírico y estético (todo su arte supervisado, una vez más, por el gran Anton Corbijn quien también se inspiró por ese lado oscuro). Lograr eso es la gran proeza de los ingleses y el tiempo le ha dado el favor convirtiéndose en uno de los más preciados de otras de las tantas bandas que también ha visto el lado salvaje, pero que logró catalizar todo eso en una real obra de arte.
Por Patricio Avendaño R.