Disco Inmortal: Portishead – Dummy (1994)
Go! Beat / London Recordings, 1994
A veces los que construimos esta página nos cuestionamos y discutimos sobre que lleve el apellido «rock» y comentar así desde ese punto de mira el contenido que se escribe. Sin duda queríamos que se identificara con este estilo tan amplio pero a veces un tanto hermético cuando se piensa en el estricto rigor de la palabra. El propósito en el que todos estamos de acuerdo—debido a los gustos tan disímiles de equipo— es que, si nos vamos a saltar un poco ese a veces querido y otras odioso apellido de nuestro medio, se fija como norte que sean bandas que propongan rock en el sentido de la innovación, de aporte, de mirada contracultural, o de ímpetu transgresor, a veces revolucionario y otras muy original para lo que es la señal de nuestros tiempos.
Dicho eso, en ese saco nos cae Portishead, banda revolucionaria musicalmente, aportando no tan solo originalidad y frescura a la música contemporánea, sino que prácticamente creando un nuevo estilo a su manera con el entrañable acuñado trip hop que realizan. El «Dummy», su debut, es una placa madre de todo ese sonido y llegó en un gran momento apropiándose y enamorando a un público que disfrutaba tanto del hip-hop puro y duro, como el dream pop, la sicodelia y hasta a enamorados del soul, funk, rock y jazz.
Por ahí converge lo que hace la banda que tiene como puntales a dos grandes talentos como Geoff Barrow y Beth Gibbons, el primero creando más que un sonido, atmósferas etéreas e innovadoras muy locuaces, y ella, la reina de la dulzura vocal espectral y oscuridad sufrida y desgarradora al mismo tiempo. Todo conjugó en un resultado extremadamente sublime para los tiempos que vivíamos, con un disco que te proponía muchas cosas: sonidos sombríos, volátiles y por sobre todas las cosas: sumamente atrapantes.
Patentando el sonido de Bristol, Portishead desarrolló aún más a su estilo—no me atrevería a decir mejor que Massive Attack que ya venían dando grandes cosas— este sonido, con canciones muy melódicas, pero donde la tristeza y a veces hasta la claustrofobia estaba presente: ‘Roads’; sin tampoco dejar el groove y la onda: ‘Strangers’ y la penumbra absoluta de un sonido tan misterioso como excitante: ‘Sour Times’, quizá una de las mejores canciones paridas de los noventa, hablamos de 1994 cuando el grunge estaba en su máxima sobre exposición.
La tendencia no era pareja, aunque en rasgos generales lo pareciera: canciones como ‘It Could Be Sweet’, con un derrame brutal de versatilidad vocal de Beth Gibbons nos dejaba claro que había mucha lucidez además, en la magistral ‘Glory Box’, donde el jazz cincuentero, la desolación y una belleza mediante distorsionadores vocales nos retorcía el cerebro, convirtiéndose en uno de los temas más desgarradores de la placa: «I Just to Wanna Be a Woman», frase que deja dando vuelta en tu cabeza más de una vez esa voz tan impactante.
Dummy y su debut, se cuelga del blues, funk y rap/hip hop para hacer una especie de decadente y brillante soundtrack de nuestras penas, miedos y placeres. Su música nos transporta y lo mejor es que no necesitó que dejaras de militar radicalmente en otros estilos, o aunque así lo hiciera, te abría la cabeza de todas maneras a nuevos sonidos, y si algo era imposible, era el no dejarse seducir con este nuevo gran aporte a la música. Totalmente imprescindible y obra clave de todo un estilo.