Disco Inmortal: Porcupine Tree – Fear of a Blank Planet (2007)
Roadrunner / Atlantic Records, 2007
Cuando Porcupine Tree sacó a la luz «Fear of a Blank Planet» no muchos constataron lo inmensamente disímil de su estilo con respecto a sus inicios, de una banda que podría estar separada de cuajo en dos patas: la primera experimental a no más dar, con mucha psicodelia, búsqueda y viajes a los confines del space rock de por medio y la segunda -y la que le dio el reconocimiento masivo y los empezó a consolidar como uno de las bandas más importantes del neo progresivo- que fue desde la salida del «Lightbulb Sun» (2000) hasta la fecha, la banda más accesible, de sonidos oscuros pero acentuados en producciones notables, con temas con gancho y melodías como nunca antes lo hicieron.
FOABP es la placa madre de todo ese aprendizaje. En solo seis canciones se probaron la corona del estilo sobrepasando los estatus que incluso ellos mismos habían creado en placas increíbles como «In Absentia» o «Deadwing», que fue digamos de la mencionada «segunda parte de su carrera». Lograron parir «Anesthetize», un tema tan épico como revolucionario y anti sistémico, batallando con el abuso de los fármacos, la hipnosis de la TV y los vicios del capitalismo. Al borde de la perfección, con grandes secciones, un maravilloso solo a cargo de Alex Lifeson de Rush y poniendo algo floja hasta a la propia «Paranoid Android» de Radiohead a su paso en sus brillantes 17 minutos. Quizá con esa carta tan bien jugada, es que se decidió hacer un disco de pocos tracks «a la usanza setentera para concentrarlo en una sola mirada» como replicaría Wilson, pues la genial contundencia de este tema lo dijo prácticamente todo para que cayéramos rendidos a sus pies.
Steven Wilson es un compositor extremadamente inteligente y la vuelta que le dio a su banda en cuanto a solidez integrada para afrontar los 2000’s lo catapultó como el nuevo genio musical que es hasta el día de hoy con sus trabajos solista y múltiples proyectos incluso. No menos flojo fue el trabajo de los notables Gavin Harrison, Richard Barbieri y Colin Edwin en batería, guitarra y bajo respectivamente, quienes con una labor prolija, técnica e innovadora siguen a cabalidad y talento al borde de lo monstruoso las directrices del jefe.
No todo fue «Anesthetize», joyas como el propio tema que daba nombre al disco con prosa fugaz y marcha contundente, un disco que por cierto encuentra totalmente conexiones entre las canciones plagadas de un concepto que va desde los trastornos neurológicos de los adolescentes (trastorno bipolar y el trastorno de déficit de atención), y también con otras tendencias comunes de comportamiento de los jóvenes como el escape a través de medicamentos recetados, reflejado en el personaje de Robby, ese niño de 11 años de la mirada eléctrica de su portada: «… este tipo de niño aburrido, de entre 10 y 15 años, que pasa todas las horas del día en su dormitorio con las cortinas cerradas, jugando en su PlayStation, escuchando su iPod, enviando mensajes de texto a sus amigos en su teléfono celular, mirando pornografía hardcore en Internet, descargando música, películas, noticias, violencia …, etc» acertaba Wilson, una crítica totalmente vigente y en el tapete hasta el día de hoy.
La despiadada y a la vez emotiva «My Ashes» se cuela como o una de las más profundas composiciones históricas de los ingleses, mientras que «Sentimental» tiene esa expresión abismal de Wilson de hacerte reír y llorar con sus canciones, o la intensidad brutal de «Way Out of Here» o los guiños espaciales de su primera etapa y la magia arábiga estilo «Kashmir» de Led Zeppelin con la atrapante «Sleep Together». El combo completo era sumamente atractivo, y fue un disco que realmente no daban ganas de soltarlo nunca, hasta el día de hoy, no solo quedándose con el honorable título de estar en el podio de honor de las joyas del neo progresivo, sino que del rock en toda su historia.