Disco Inmortal: Foo Fighters – There Is Nothing Left to Lose (1999)
Roswell Records / RCA Records, 1999
Se acercaba el fin del milenio y Foo Fighters preparaba el terreno para su tercer trabajo discográfico, tras el rompedor debut homónimo de 1995 y el aclamado segundo álbum “The Colour and the Shape” de 1997. Por ese entonces, 1999, la banda pasó por cambios en la formación. Se mantuvieron Dave Grohl y el bajista Nate Mendel, mientras que el guitarrista Pat Smear había renunciado y su lugar fue ocupado temporalmente por Franz Stahl, quien fue despedido por Grohl tras encontrar que “no encajaba en el grupo”. La formación de trío se completó con Taylor Hawkins, baterista que se sumó en la promoción de “The Colour and the Shape” tras dejar la banda de Alanis Morissette.
Junto con los cambios en la alineación, Foo Fighters exploró un sonido más melódico que en los dos primeros discos. Para la grabación de “There Is Nothing Left to Lose”, Dave Grohl compró una casa en Alexandria, Virginia, cuyo sótano se convirtió en el Studio 606. A esto contribuyó el hecho de que la banda se fue de Capitol Records, el sello bajo el cual salieron los dos anteriores álbumes. El trío no contó con ninguna compañía discográfica supervisando la grabación del álbum. La producción estuvo a cargo de la misma banda en conjunto con Adam Kasper, quien había producido y mezclado “Down on the Upside” de Soundgarden en 1996. Según Dave Grohl, el gran desafío consistió en realizar el disco sin ayuda de programas como Pro Tools o AutoTune. Finalmente sale a la venta en Noviembre 2 de 1999, bajo el propio sello de Grohl, Roswell Records, y con la ayuda de RCA Records para la distribución.
“There Is Nothing Left to Lose” inicia con la canción “Stacked Actors”, que parte con una guitarra distorsionada y un frenético pulso de batería, para luego entrar en la dinámica “quiet-loud-quiet” con estrofas calmas y coro estridente. La letra surgió del período en que Dave Grohl vivió en Hollywood, un mundo que encontró superficial, plástico y falso. Sigue con “Breakout”, esa pieza de rock melódico que cuenta con sus arranques de paranoia, incluyendo los gritos del vocalista, su marca registrada. Un dato: Apareció en la banda sonora de “Irene, Yo y mi Otro Yo”. Un toque más pop lo trae el tercer track, “Learn to Fly”, cuyos irresistibles ganchos comerciales le valieron el puesto de primer single.
En el cuarto track, “Gimme Stitches”, la batería de Taylor Hawkins entra con fuerza, sumado a las melodías de guitarra y a la dulzura vocal de Dave Grohl. Un talk box es el elemento principal de “Generator”, inspiración que el cantante y compositor tomó de Peter Frampton y Joe Walsh, dos de sus músicos favoritos que lo popularizaron en los 70’s. Le sigue “Aurora” con sus envolventes líneas de guitarra, que se mantiene en un constante ritmo hasta experimentar casi al final. Con un poco más de crudeza en las guitarras es el turno de “Live-In Skin”, donde la voz del cantante se impone con fuerza, pero sin llegar a la estridencia. “Head on with my hate / into the lights ahead / I’m amazed that I’m still standing / and I demand that we all blend in / I’m amounted”, canta Grohl en el estribillo.
El track número 8 es “Next Year”, promocionado como el último single del disco, cuya letra habla de estar en el espacio exterior, prometiendo un regreso a casa el año siguiente: “I’m in the sky tonight / there I can keep by your side / watching the wide world riot and hiding out / I’ll be coming home next year”. En “Headwires”, Dave Grohl se pregunta “Have you been headwired? / Were you satisfied? / Did it free the feelings in your spine? / Sleeping way inside all this time”. Bajan las revoluciones con la balada “Ain’t It the Life”, inspirada en el hecho que llevó a Grohl a comprar la casa en Alexandria para buscar algo de tranquilidad. Para el cierre de “There Is Nothing Left to Lose”, Foo Fighters emprende el vuelo con más intensidad en la canción “M.I.A.” (abreviatura de Missing in Action), donde plasma la idea de perderse para no enfrentar las situaciones que pasen en la realidad. Al final del tracklist, sólo en Australia y Japón, agregan al final el tema “Fraternity”, que viene un poco más pesado en guitarras y batería. Acá Dave Grohl asegura no creer en ningún tipo de hermandad.
La gira del disco llevó a Dave Grohl a la necesidad de requerir un segundo guitarrista, ya que él grabó las dos pistas de ese instrumento en el disco. La vacante la llenó Chris Shiflett, ex integrante de No Use for a Name, quien estuvo a un paso de ser otro miembro de Guns N’ Roses. Pidió audición para tocar en Foo Fighters, se ganó el puesto, y apareció por primera vez en el video de “Breakout”.
El gran mérito de “There Is Nothing Left to Lose” es ser el álbum que le trajo el primer Grammy a Foo Fighters, el de Mejor Disco de Rock, categoría que se adjudicaron los tres siguientes discos (“One by One”, “Echoes, Silence, Patience & Grace” y “Wasting Light”). En esa misma entrega también sacó premio el video de “Learn to Fly” donde los tres músicos interpretan a la tripulación y pasajeros del avión, en clave de comedia. Y de paso, la canción ya mencionada tiene el primer #1 en el Modern Rock Tracks y la primera aparición en el Billboard Hot 100, rankeando en el #19. Las ventas del álbum fueron recompensadas con Disco de Platino en Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido; y doble Platino en Australia.
Tras esa portada del hombre anónimo con las FF tatuadas en su nuca, Foo Fighters encontró la sonoridad para dar con la racha ganadora. En palabras de Dave Grohl, tras ganar el Grammy de 1999: “Me paré ahí mirado a todos en smokings y diamantes y abrigos de piel, y pensé que somos probablemente la única banda que ganó un Grammy por un álbum grabado gratis en un sótano ese año”. Una lección de humildad que el vocalista reconoce tras ese proceso creativo que compartió con Nate Mendel y Taylor Hawkins, donde sólo importan las ganas de crear música. Un salto a las ligas mayores que los convertirían en una banda de peso pesado tras el cambio de milenio.
Por Carolina Plaza Vilches