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Disco Inmortal: Gorillaz – Demon Days (2005)
Parlophone Records, 2005
“El desastre ha de ser descrito de forma más realista como un proceso de degradación ya iniciado, extremadamente intenso, que se acelera de forma creciente y que es en muchos aspectos irreversible”
(Danowsky y Viveiros, 2019: 24, ¿Hay mundo por venir?)
Hablar del fin del mundo siempre supone bifurcaciones y ambivalencias interpretacionales. Por un lado, emerge el miedo a lo incierto, a lo desconocido, a lo alterno; mientras que por otro lado, también emerge una especie de tranquilidad como resultante del fin a la vida agobiante tal y como la conocemos. No obstante, como línea transversal, es que el tópico “fin del mundo” siempre tiene una carga reflexiva y crítica que nos posiciona como humanidad en el centro de la responsabilidad del detrimento socioambiental, y es de esto lo que nos nutre Demon Days.
Uno de los tópicos más relevantes que caracteriza a la banda animada es la construcción narrativa de cada propuesta. Una generativa que una que comprende tanto la creación arquetípica de cada personaje, como también las historias que van a dar sentido a cada lanzamiento de Gorillaz. La profundidad de cada detalle es que hace de este proyecto artístico, uno de los más complejos a nivel creativo, ya que posiciona como relevante la constante conexión y abstracción de contexto, los nuevos sonidos, pero también la oscilación y amplitud desprejuicida de lo inspiracional.
Cerca de 17 años han pasado desde el lanzamiento de Demon Days, y para ser sincera, en 17 años el mundo sigue -tanto o más- sanguinario que lo criticado en aquel 2005. Con 15 tracks contenidos en un margen de casi 51 minutos, es que 2D, Murdoc, Russel y Noodle nos llevan a un viaje tan distópico como la crisis política y social de Gilead, en The Handmaids Tale. Un viaje a un contexto post-apocalíptico, donde la destrucción, desolación y devastación es multivariable.
Con una fuerte articulación creativa vinculada al movimiento punk “No Future” de mediados del siglo XX, es que iniciamos esta experiencia multisensorial con la siempre bien ponderada “Intro”, una que con una fuerte carga sensitiva nos permite dar cuenta de que nos encontramos en un espacio estéril, oscuro e incierto. Continuamos con “Last Living Souls”, track que evidentemente nos da un primer alcance de la historia que estamos por conocer, porque “Take a gun or how you say? That’s no way to behave”, da cuenta de que este LP representa aquellos espacios colonizados por la muerte en subalternidad.
¿Quién es Dirty Harry?, ¿a qué nos referimos?, ¿de qué hablamos?… Muchas son las dudas respecto al real mensaje de tan potente track, que cuenta con la colaboración de niñas, niñes y niños del Coro de San Fernández y Bootie Brown. No obstante, se hace latente el guiño a una preocupación constante a las infancias, al dolor, a la pobreza. Porque las guerras robustecen la ambición de una élite descompuesta y sin alma que deja a “The poor people are burning in the Sun. But they ain’t got a chance, They ain’t got a chance”.
Continuamos con “Kids With Guns”, track donde la inspiración hip hop se manifiesta a tal punto, que la metáfora de violencia trasciende a la consolidación de la monstrificación de las infancias y humanidades corrompidas por el poder de las armas. Luego seguimos con “O Green World”, casi como una sátira al recuerdo de aquel mundo forestado, una aproximación a la aniquilación y muerte, es que llegamos a “Dirty Harry”, probablemente la canción más controversial a nivel político, puesto que la imagen de Bush y la guerra de Irak no pasan desapercibidos al ojo crítico de Damon Albarn.
Llegando al segundo bloque del álbum, nos encontramos directamente con la dialéctica sonora y emotiva de Demon Days, puesto que con la irrupción de “Feel Good Inc.” el cuarteto digital esboza que hemos llegamos a uno de los tracks más poperos del álbum, pieza que por lo demás fue el primer adelanto con el que se dio a conocer este disco. No obstante, seguimos con “El Mañana”, casi como una antítesis de “Feel Good Inc”, esto porque «El Mañana» nos recuerda que el amor, los afectos y la emotividad son aquellos albores que dan vida a la diversidad de la existencia. La esperanza ante el miedo, son verdaderos escudos ante la desolación del mundo construido en Demon Days, que para nuestra sorpresa, también se hace extensiva a nuestra realidad cotidiana.
“Every Planet We Reach Is Dead”, “November Has Come” y “All Alone” son realmente la trilogía indisociable de este LP. Tres variables concretas que dan cuenta de la perspectiva crítica de Damon respecto a la crisis socio-humanitaria de la que somos protagonistas. Por un lado “Every Planet We Reach is Dead”, apela constante e invariablemente a sensación de desorientación y desasosiego. Por otro lado “November Has Come” es la profundización argumental de la reflexiva competitiva imperante en las interacciones establecidas y conversaciones mal intencionadas. Y finalmente “All Alone” se transforma en el resultante de la articulación de los tracks antecesores, destacando observación activa a la soledad como establishment de lo social.
El último bloque de este gran LP que fue pensado y ejecutado como crítica a un contexto específico, hoy es una pieza atemporal que sigue trascendiendo contextos, espacios y situaciones. “White Light” es la encargada de dar inicio al ciclo final, con una apuesta minimalista y armónicamente rimbombante, abriendo paso a la estocada Dance-pop con “DARE”. “Fire Coming Out of the Monkey’s Head” aparece como una analogía crítica a la profundidad del daño a las guerras, donde la irónica metáfora “The dance of the dead” es realmente una perspectiva detractora y realista a la muerte en masa, a la devastación y al poder.
Finalmente “Don’t Get Lost In Heaven” abre paso a “Demon Days”, track que dio origen al nombre de este disco. “Demon Days” puede ser considerada una conclusión a una narrativa directa y elocuente a un contexto, pero también tiene la suficiente carga emotiva capaz de cerrar esta propuesta postapocalíptica como constructo articulador de nodos críticos de lo social. «Demon Days» como track también es resistencia, también es amor, y también es motivación. El amor propio es sin duda uno de los tópicos más complejos de abordar en el contexto actual, no obstante la grandilocuencia compositiva de Albarn nos invita a cuestionarnos sin tapujos: ¿Esperaremos que los “Demon Days” nos obliguen a mirar con rencor todo el amor que carenciamos de nosotras, nosotres y nosotros mismos?