Disco Inmortal: Kings of Leon – Youth & Young Manhood (2003)
RCA Records / HandMeDown, 2003
Ha pasado demasiada agua bajo el puente desde el lanzamiento de este disco, pero Kings of Leon como algunas otras grandes bandas con el tiempo nos dejan más que claro que se desmantelaron con uno de los más grandes discos debut del rock de todos los tiempos.
Eso lo podrían compartir con The Strokes quizás, con quienes fueron ultra comparados y de una forma bastante injusta, si bien tenían algo del sonido neoyorquino de la llamada ‘New Americana’ e influencias del indie clásico, es el factor Nashville, el country y el blues lo que terminó caracterizándolos y dándoles la identidad en este despliegue frenético de buenas canciones.
“Youth & Young ManHood”, ese extraño nombre sacado de las páginas de una biblia evangélica de su padre (ferviente pentecostal) donde aparecía el dibujo de un árbol genealógico del profeta Moses. Curiosa elección, algo que no quisieron desconocer para nada en su rockero debut, mostrar que siempre han sido una banda que pone luz primordial en su familia y sus raíces cristianas.
El seno de los Followill por lo mismo al principio no estuvo de acuerdo mucho con el estilo de rock y las letras que la banda estaba llevando, más de alguna vez su madre contaba en el documental de su historia que consideraban que era “música del diablo” lo que estaban haciendo (seguramente su evolución los ha congraciado más), ya que aquí teníamos un cúmulo de canciones de una fuerza extraordinaria, mucho que ver con el nombre de la placa: juventud, noche, vitalidad, fiesta. Pero en clave campesina, lo cual no dejaba de darle el toque distintivo.
‘Red Morning Light’, la genial apertura claro ejemplo de aquello, ese coro inolvidable, que nos deja con ganas de cantarlo a todo pulmón pese a que hayan pasado más de diez años de su salida, Matthew Followill desde inicios demostrando con sus solos lo importante que sería en el manejo de la guitarra para la banda, sobre todo cuando se enajenaba totalmente con ella; por otro lado brillaba ‘Wasted Time’ desatando la molestia de ciertos críticos de la época con la ininteligible forma de cantar de Caleb, pero que finalmente logró ser un agregado completamente notable al disco, cuando explotaba en vozarrones y euforia el vocalista le dio grandes momentos a la placa por lo demás.
‘Trani’ es un gran punto aparte: una canción triste, decadente, hablando de justamente como se les denomina a las prostitutas transexuales (“Trani”), de la elección sexual y lo que eso conlleva, todo con una metáfora bien sórdida hablando cosas como “del gusano en la entrepierna y no saber a qué pescado morder esta noche”. También los KOL hablaban mucho de la noche, pero no siempre de lo bonito y alegre, también lo tabú y cómo son acosadas las prostitutas por la policía. El conjunto es demoledor, blusero, de las pocas baladas del disco y que dejó una gran huella en su cancionero.
El cencerro para darle el paso a ‘California Waiting’ y otro de sus coros más preciados, la fuerza podía ser contrarrestada con sus deliciosas melodías, había cierta actitud punk en este disco, que es lo que más se le podría extrañar actualmente a los KOL, ‘Spiral Staircase’ tiene toda la onda de canción cowboy y esa forma de vociferar de Caleb la hace más vaquera aún; ‘Mollys Chambers’ llega en su parte final a seguir levantando como si no tuviéramos suficiente. ¡Otro himno!
El casi cierre llega con ‘Dusty’ sonando muy Dylan y transformándose a una intensidad abismante, y ‘Holy Roller Novocaine’, otra de versos de relaciones de noche, drogas, fiesta y sexo, ya transformado en un clásico y un sublime desenfreno en las guitarras que nos sacudían con este sonido, algo inexplicable en tal momento.
Sin duda, es el factor campestre entrelazado con las furiosas guitarras fue lo que dejó TAN grande la vara para ellos mismos con este debut, el siguiente no lo haría mal, pero la verdad es que esta época, el country, las chasquillas, la marihuana y sobre todo el rock’n‘ roll que emanaron de este disco marcaron historia. Una joya para escucharlo una y otra vez.