Disco Inmortal: Los Prisioneros – Pateando piedras (1986)
EMI Records, 1986
“Ese fue el disco más importante. En este país nadie lo ha hecho, que el segundo disco sobrepase al primero, el segundo generalmente es inferior. Pero este no, fue súper bueno” decía Carlos Fonseca, mánager de buena parte de la carrera de Los Prisioneros, al escritor Julio Osses para su libro «Exijo ser un héroe», en el cual y en base a entrevistas y seguimiento durante 3 años, logró armar la ruta que siguieron los de San Miguel para convertirse en la banda más reconocida de Chile en la última etapa del siglo XX.
Y ese segundo disco es “Pateando piedras”, editado por EMI en un 1986 plagado de lanzamientos internacionales de primer orden. Depeche Mode daba la inflexión definitiva con “Black Celebration”; Peter Gabriel lograba una obra trascendental en calidad y comercialidad con «So»; los Beastie Boys universalizaban el rap con “Licensed to III”; Luca Prodan condensaba punk, funk, y un clima oscuro con “Llegando los monos”; Slayer escribía una hoja de ruta gracias a “Reign in Blood”, y Metallica le daba una cachetada al metal editando “Master of Puppets”. Mientras todo esto pasaba en el mundo, los sanmiguelinos trataban de hacer calzar la gira de “La voz de los ‘80” con la exigencia de su nuevo sello discográfico de sacar la segunda placa en 1986, a como diera lugar.
Para este disco todavía existía magia en el trío. Y teniendo muy en cuenta la apreciación del mánager sobre la calidad de los segundos trabajos, Jorge González decidió que era momento de dar un salto musical, lo que significaba evolucionar al uso de los sintetizadores. Esta decisión le daría un nuevo arco al sonido, alejándose de la escuela guitarra-bajo-batería. La nueva propuesta terminaría de consagrarlos y los posicionaría como una de las mejores bandas sudamericanas, en pleno auge del rock argentino, sacando en sus letras la esencia de un Chile en total crisis económica, con privatizaciones, el cierre de las industrias y la cesantía en un 25%. Así, buscando ser más trascendentales, se armaron con un Casio, secuenciadores, una batería electrónica y una caja Linn para darle otra envoltura a su necesario discurso.
«Muevan las industrias» es el corte de entrada que resalta por una variedad de sonidos, logrados gracias a una extraordinaria producción de Caco Lyon, en el cual la reverberancia y el delay se oían sofisticados al lado del guitarreo más primitivo de “La voz de los ‘80”. El tema logra sonar sin alma, frío, transmite desesperanza, considerando que la letra hace referencia al cierre de las industrias nacionales y a los miles de cesantes que esto estaba ocasionando. El sampleo del balón de gas, para el efecto metálico, era un logro para una escena musical que se redefinía y que estaba siendo invadida por distintas tendencias. Un clásico social que trascendió a su tiempo.
«Por qué no se van» es claramente más rock y en su letra inteligente y sumamente creativa, se manifiesta contracultural. Sigue «El baile de los que sobran», la cual bien podría ser candidateada como himno nacional; representa una fuerte crítica social por parte de Jorge González, y que el mismo definió como un «canto a los jóvenes marginados tras salir de la educación formal»; hace rato que está reconocida como un valor dentro de la historia de la música popular chilena y es de las pocas canciones del «Pateando piedras» que lleva guitarra, aunque la nueva tendencia sonora se nota en la batería eléctrica. Este disco destaca por utilizar recursos alternativos que solo nacen de la creatividad, como lo fue el citado balón de gas y, en esta canción, lo es el sampleo del perro. Quizás ese recurso hoy se desecharía, pero en ese instante aportó un sello reconocible para siempre y ubicó a la canción dentro de las poblaciones. Completamente actual y que en 1986 les abrió las puertas de Sudamérica.
«Estar solo» es una gran obra dark wave y uno de los mejores temas de todo su cancionero. De principio a fin es llanto y melancolía como un refresh a los clásicos de The Cure más sombríos, pues una guitarra muy Smith atraviesa todo el tema. Curiosamente, en el mismo libro de Julio Osses, González la define como “floja” y que por falta de tiempo no quedó más redonda; sin embargo, la monotonía y el dolor que va dibujando el sintetizador le dan personalidad propia y termina ensamblando muy bien en el concepto del disco. “Exijo ser un héroe” es más pop pero igualmente melancólica, cuando se refiere a un hombre que quiere ser más en la vida. “Quieren dinero” posee una de las mejores intros creadas por la banda. Las distorsiones son muy rápidas y la letra es un puñetazo directo. Fascinante como equilibra algo de New Order pero huele a soundtrack salido de un western, en un equilibrio rico en lo musical y con una letra súper chilena. Mención aparte para el recurso de la (gran) conversación telefónica del final del tema.
«Por favor» sigue con la new wave creando una atmósfera cautivadora, densa, acercándose a las bandas británicas de la época. El tema es muy importante pues marca la primera aproximación a la temática que desarrollará “Corazones”, donde dejarán de lado la crítica social para tomar como bastión las relaciones humanas. “Por qué los ricos” es un respiro rescatado de “La voz de los ‘80’” por su actitud transgresora, y sonando a The Clash nuevamente. “Una mujer que no llame la atención» es otro tecno pop que en su letra se acerca a lo que sería “Corazones”. De todo el álbum, es la que suena más incompleta. El «Pateando piedras» cierra con “Independencia cultural”, la que es muy atractiva más por la letra que por su construcción musical.
«Nadie nos quiso ayudar de verdad», «El caso es que mi papá debe pegarle a tu papá porque en la mesa no cabemos todos», «No es chiste ser mayor, paren mi reloj por favor», «Bajo los zapatos barro más cemento, el futuro no es ninguno de los prometidos en los 12 juegos», «Tantos tipos posando en las revistas y yo no brillo ni en mi familia». La rabia de la clase obrera, la impotencia de la injusticia, el llamado de atención en plena década de cambios profundos, pero esta vez sintiéndose profesionales de la música y con casa discográfica dispuesta a apostar. «Pateando piedras», en definición de los propios músicos, es un disco «provinciano, pensado y escrito en el recorrido por Chile» y es mucho más meticuloso en los detalles y más maduro. Queriéndolo o no, eran la voz de su generación.
La portada del disco es uno de los costos que se pagan cuando el sello discográfico entra en el juego. Señala Jorge, en una entrevista de la época, que él pensaba en una portada verde, que reflejara el sur de Chile, considerando que la gira los había llevado por todo el país. Sin embargo, la idea no fue de gusto de EMI y terminaron subiéndose al metro, perdiendo un poco la sintonía con la expresión social y musical que había dentro. Para la juventud que vivía el auge del rock en español, este disco fue la mejor compra que varios hicieron y hoy es casi una reliquia. Disco de ayer, de hoy y del futuro, que cimentó la estirpe de Jorge González como un gran creador musical más allá del sonido cercano a la new wave en que algunos los han encasillado. Nuestro Chile y nuestra personalidad reflejada en letras imponentes de un 1986 sin pavimento al futuro, donde era habitual y síntoma del desencanto juvenil, patear piedras con las manos en los bolsillos y ver cuán lejos podían llegar.