Disco Inmortal: Metallica (1991)
Elektra, 1991
Debe ser algo contradictorio para Metallica ponerse al frente actualmente en la idea del Álbum Negro como lo pensaron en aquel tiempo. Un disco que marcó generaciones y salido en los productivos y determinantes 1991, sobre todo por lo importante que fue su productor, artífice total de este álbum, un tipo menospreciado y víctima de burlas en las primeras sesiones por ellos mismos, y luego venerado cuando la banda logró ver el gran resultado del disco.
Pero sí, Bob Rock ahora fue tachado de la lista de Metallica (al menos profesionalmente), luego del agrio episodio de “St. Anger”, donde quedó todo evidenciado en el gran documental “Some Kind of Monster”; eso sí, las palabras de Hetfield luego de haber realizado este álbum enfatizaron algo que nadie puede negar: «Gracias a él soy lo que soy”, al haber sido motivado gracias al productor a derivar su línea vocal hasta niveles impensados para él ni para los fans de Metallica.
Fue un disco donde “se alinearían los astros” como dirían ellos mismos, y pasados más de 20 años de tal placa, queda claro que fue algo así, Metallica dejaba el thrash más rudo por entrar en líneas melódicas y una forma de componer única, taquillera si se quiere, pero con una fuerza tan descomunal que sentaría bases para la nueva forma de ver el metal de los noventa hacia adelante.
Estaba claro que la gran polémica del “…And Justice for All” fue esconder las líneas de bajo en pos de la omnipresencia de las fuertes guitarras y baterías de Hetfield y Ulrich respectivamente, y el mea culpa vino de parte de todos. Hetfield se sintió profundamente arrepentido por esto y no quiso que volviera a ocurrir. “necesitamos la supervisión de alguien esta vez” decía. Jason Newsted, el “afectado” declaró su responsabilidad en primera instancia al respecto, quizá por no quedar como el miembro “subyugado”, sino por concebir el disco tal como fue. Su participación en el álbum negro diría otra cosa y las líneas de bajo se reivindicarían de alguna forma (nuevamente por obra de Bob Rock).
El cúmulo de ideas se fueron desarrollando paulatinamente, los cojones de Bob Rock para enfrentarse a la banda, pasar por las burlas de ellos y de la dirección que le estaba dando al disco, fue algo notable. “Los vi tocar en vivo y creo que en sus discos no hacen algo como eso” fue la carta de presentación para asombro de los Metallica en conjunto. Luchó contra egos importantes, creó un trabajo cohesionado en equipo que la banda no había alcanzado y pulió a punta de duro trabajo cada una de las canciones de este disco, canciones de las cuales no hay ninguna, es decir lo que se llama CERO sobrantes.
Con ‘Nothing Else Matters’ afloró más que nunca la sensibilidad de Hetfield, con esa sencilla apertura, de la guitarra ni siquiera con posturas, pero limpia, prolija; la participación de un incrédulo Michael Kamen en el arreglo orquestal de la canción le estaba dando la estirpe que se merecía tamaña powerballad (más adelante esto lo llevaría a dirigir todos los clásicos de Metallica en forma sinfónica en el concierto/álbum S&M), una canción que Hetfield ni pensó en alguna vez compartir con Metallica, muy introspectiva: “Never opened my self this way”. Escalofriante frase que dice mucho más de lo que se piensa.
Kirk Hammett fue otro integrante al que Bob Rock sacó trote. El solo de ‘The Unforgiven’ debe ser uno de los más sufridos de su carrera, tuvo que inventarlo y reinventarlo una y otra vez bajo el látigo del productor y fue cuando más enrabiado estaba cuando logró soltarlo para convertirlo en uno de los mejores solos de la historia. Un tema muy Hetfield además en su letra, reflejando el odio a sus padres que quisieron inculcarle la ciencia cristiana y toda su rebelión ante eso. Tal como en “The Good, The Bad & The Ugly”, la corneta de sus inicios inspirada en los films de Spaghetti Western como declararía Lars Ulrich.
Son más de 20 años y joyas metaleras sin síntomas de expirar, clásicos del auto, la casa, los bares, carretes. ‘Sad But True’ es bestial, como siempre Hetfield parte importantísima al crear riffs, la batería de ‘Holier Than Thou’ es implacable y la onda impresionante de ‘Of Wolf and Man’ tan certera como para recrear que Hetfield tenía eso de lobo y de hombre al momento de interpretarla en vivo.
James Hetfield siempre fue hábil con las letras, mucho más que con las composiciones, ‘Wherever I May Roam’ tiene ese espíritu rockero por donde se le vea, eso de la calle, del vagabundo, de andar buscando un destino, el “No Direction Home’ de Dylan versión metalera. Hammett diría que también se trata de las giras y los “próximos 10 años de Metallica” que se avecinaban tras el lanzamiento de este disco. Algo que anduvo muy en lo cierto y que, por otra parte, logró que la banda se convirtiera en una de las más grandes bandas de metal de estadio del planeta.
Por otra parte, si hay una canción que hace ofrenda a lo que es el metal y el headbanging esa es ‘Through The Never’ con esa genial letra y ese ritmo machacante, incesante, pero seductor puro, caso totalmente aparte es ‘Enter sandman’ el glorioso archiéxito de Metallica, el “hit” que a estas alturas uno podría decir que ya aburre escucharla, pero no, imposible no doblegarse ante sus riffs llenos de groove y esa oscuridad ganchera que posee, la pesadilla taquillera, pero heavy de dominante.
Fue tan extenuante la realización de este disco que a Bob Rock no lo quisieron ver más en años tras lanzado (aunque siguieron trabajando con él por muchos años más), un tipo que se hizo odiar pero que a punta de profesionalismo y de una capacidad brutal para enfrentar a una banda que suponía estar en el epítome de su carrera, recibió a cambio ser el productor de uno de los discos más vendedores y clásicos de la historia del heavy metal, y que suena tan fresco y poderoso hoy, como en esos lejanos 1991.
Por Patricio Avendaño R.