Disco Inmortal: Metallica – Ride the Lightning (1984)

Megaforce, 1984

Corrían los gloriosos 1984 para la escena de la Bay Area en san Francisco, donde muchas cosas estaban pasando y una banda llamada Metallica estaba llevando la batuta dentro de nombres determinantes como Exodus, Death Angel o Testament, creando todo un sonido influenciado del NWOBHM y el punk.

Ya habían dado un golpe certero y directo con su debut oficializado «Kill ‘Em All», pero para esta oportunidad aguardaba cierto álbum más sofisticado, más cuidadoso en estructuras y arreglos, pero no por eso menos letal y contundente.

Es un disco de ocho increíbles canciones, ninguna es relleno, aunque sí salieron verdaderas obras magistrales que tienden a opacar a otras. El hilo conductor de la muerte y la pérdida, por distintos tipos de circunstancias marcó lo que seguramente es uno de los discos más oscuros de la banda, pero por donde también marcaban postura política ante el porqué de aquello: la crítica a la pena de muerte, la frialdad de la guerra, el holocausto nuclear, entre otras cosas.

Flemming «Razz» Rasmussen, el productor danés fue quien se llevara a la banda su natal Dinamarca (y la de Lars Ulrich) a los Sweet Silence Studios para producir este gran segundo álbum. De ahí en adelante las buenas migas con este tipo derivarían a considerarlo como el hombre tras las obras maestras de la banda (Master of Puppets y And Justice for All también fueron de su cosecha).

Debe ser una de las entradas más voraces de un disco de metal: «Fight Fire with Fire» es violencia desalmada, furia intensa en lo que es una especie de soundtrack de lo que sería el Armaggedon, el día del juicio final o como se le quiera llamar al fin del mundo. Su intro acústica está genialmente bien puesta, la calma antes del desastre. El final con la explosión no lo hace nada mal, algo que nos dice que este disco nos volará totalmente la cabeza.

Metallica siempre ha sido bien crítico del sistema judicial estadounidense y el título de esta gran obra era un dardo certero hacia ese lado, en épocas donde la pena capital ya estaba impuesta, Metallica cantaba cosas como («¿Quién te hizo Dios para quitarle la vida a un hombre?») . Su crítica fue bastante polémica ya que por esos años varios condenados a la silla eléctrica habían cometido muchas atrocidades, pero la idea de Metallica era defender el derecho a la vida por sobretodo, independiente del hecho o de lo que se les juzgara.

Son canciones tan increíbles que no aburre escucharlas, las campanas de «For Whom the Bell Tolls» dictaban que bien pegan cuando se mezclan con latigazos de guitarras y golpazos de cajas de batería; AC/DC, Iron Maiden también han adornado sus obras maestras con estos sonidos. Esta vez Metallica iba más allá, incluyendo referencias literarias al libro del mismo nombre de Ernest Hemingway, sobre la cruenta Guerra Civil española, vivida en carne propia por su autor. Esto era bastante interesante, ya bandas como Iron Maiden lo hacían: incluir ricos conceptos literarios, filosóficos en sus letras, demostrando que el metal no sólo era violencia e imaginería satánica como se juzgó en esos conservadores años ochenta, con regímenes tanto de Thatcher en Inglaterra como de Reagan en EE.UU.

‘Escape’ y ‘Trapped Under Ice’ son dos grandes canciones. Lo que pasa es que ante tanta obra maestra no brillaron tanto, pero los riffs asesinos, la impronta del bajo de Burton y sobretodo la línea melódica de Hetfield marcarían tendencia. Hetfield cantaba agresivo, pero también lo hacía dulce, y otro ejemplo claro de este disco fue la gran ‘Fade to Black’, una canción que llega a poner los pelos de punta: electrizante, con secciones variadas y una parte acústica enorme (con algún guiño a ‘Goodbye Cruel World’ de Pink Floyd incluso). Una canción que coincidentemente ha sido especial para la banda, partiendo desde que fue la última que interpretó en vivo Cliff Burton antes de su dolida muerte.

También- cuáles Maiden-, Metallica quiso meterse en la historia de las civilizaciones y tramos bíblicos, y el tremendo himno para aquello es la enorme «Creeping Death», que tocaba el tema de las diez plagas y Moisés, un tema simplemente devastador y especial para shows en vivo. Ese ‘Die, By My hand!’ con el coro “’Die, Die, Die!!» detrás es solo una de las tantas razones que la ha hecho tan inmortal.

Lo que se logró con este disco ha sido casi irrepetible. Como si no bastara, el broche de oro llega con la instrumental ‘The Call of Ktulu’, inspirada en el cuento del gran H.P. Lovecraft y este monstruo demoníaco submarino. Acá es donde se atesora el genio de Burton en el bajo amplificado y esos múltiples efectos, pero también las guitarras de Hetfield y Hammett son enormes y cabalgan increíblemente juntas. Casi nueve minutos de una maravillosa fantasía metálica que termina majestuosamente bien el disco.

Las obras maestras se reconocen así, cuando pueden pasar años y años desde su salida, pero sus canciones siguen siendo totalmente frescas e innovadoras. Múltiples tributos y covers se han hecho de cada uno de estos temas, pero difícilmente alguna ha logrado superar las originales. Otra gran obra de lo que fue, sin duda, la mejor época de Metallica.

Por Patricio Avendaño R. 

Patricio Avendaño

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