Disco Inmortal: Mötley Crüe – Dr. Feelgood (1989)
Elektra, 1989
Salvajes por definición y de los máximos representantes de la parafernalia glam californiana de los ‘80, esa que convivía con el desparpajo enfundado en mallas, maquillaje, litros de laca y de alcohol. Los Mötley Crüe eran sinónimo de fiesta sin fin, hasta que en plena gira del álbum “Girls, Girls, Girls” (1987), el bajista Nikki Sixx sufrió una sobredosis de heroína y fue declarado muerto durante unos minutos, siendo revivido por una inyección de adrenalina en el corazón. Ninguno de los Mötley Crüe quedó indiferente ante tal “resurrección” de Sixx, por lo que decidieron no solamente entrar en rehabilitación, sino que también decidieron que la década no podía irse sin que ellos llegaran a la cima y fueran desechados por los nuevos ritmos que comenzaban a asomar. Una vez sobrios y concentrados, pusieron su talento en hacer música y dejar el festín por un rato, no sin antes llamar a Bob Rock; el famoso productor canadiense los puso a trabajar de cabeza y a olvidarse de la idea de grabar los temas en pocos días. Había llegado el momento de buscar el esplendor de su creatividad, trabajando mucho.
Y curiosamente, fue “Dr. Feelgood” el que logró rehabilitar a los Mötley Crüe, quienes consiguieron un álbum de alta factura y sólida producción. Los que vivían al límite, siempre con chicas exuberantes y grabando videos impresionantes, es decir, una típica banda glam pero que estaba ad portas de dar su golpe de knock out.
Después de la intro “Terror n’ Tinseltown”, el disco empieza con un golpe al mentón. “Dr. Feelgood” suena como un trueno. La batería y el bajo son una muralla hard rock de alta potencia; Mars está inspiradísimo y Neil canta de maravilla esos coros que hacen referencia al mundo de la droga. Un comienzo soberbio. “Slice of Your Pie” se inicia en un logrado tono acústico, casi blues, para luego explotar al lado sexy que siempre le gustó a la banda. Vince Neil destaca en su interpretación, la cual es mucho más técnica; a pesar de lo bien estructurado que está el tema, bajando la velocidad al final, queda por debajo de varias que vienen más adelante en este buen trabajo. “Rattlesnake Shake” es más simple; basta un riff continuo y un estribillo algo reiterativo, pero que igual se soporta.
La cumbre del disco es «Kickstart My Heart». Imprescindible, una de las odas al hard rock ochentero y que se ganó su lugar entre lo mejor de Mötley Crüe. Tiene una intro inconfundible en la guitarra, la que usa un Floyd Rose que acelera, literalmente, hasta el corazón. Mick Mars da lo mejor de sí con la guitarra y con el talk-box, el cual le dio aún más identidad a este rock sucio y directo. “Without You” es una balada poderosa que, al igual que las más machaconas, muestra el tonelaje de la banda y presenta a los Mötley Crüe en otro registro, igual de envolvente; “Time for Change” y “Don’t Go Away Mad” son las otras de registro lento contenidas en el álbum, siendo la última la mejor lograda, gracias a ese aire country que la sostiene.
“Same Ol’ Situation (SOS)» también tiene lo suyo aunque se escucha muy comercial. Vince ayuda en la ejecución de la guitarra base dejando a Mick Mars más libre, y así la canción suena más pesada; este detalle se repetiría en los discos posteriores, con John Corabi en la voz y guitarra. “Sticky Sweet” y los coros con Steven Tyler, empalma con “She Goes Down”, con Robin Zander de fondo y una garra y batería sobresalientes; de hecho, este fue el disco que hizo que Lars Ulrich quisiera trabajar con Bob Rock para el Black Album (y ni hablar de cómo suena la batería en aquella leyenda de Metallica).
El 14 de octubre de 1989, “Dr. Feelgood”, el disco de la portada que señala la imagen de una daga y la serpiente enroscada en ella (siendo obra del tatuador Kevin Brady) logró convertirse en el único álbum de Mötley Crüe en llegar al No. 1, alcanzando seis millones de copias vendidas en Estados Unidos. La gira se desarrolló con todos los conciertos sold out y viviendo su época de máxima popularidad. Pero, al mismo tiempo, comenzaría la etapa más crítica para sus integrantes, aquella donde los conflictos internos terminaron con la salida de Vince Neil y pusieron a los demás en la nube de la incertidumbre de los 90’s.
Sin embargo, “Dr. Feelgood” se ha mantenido como una pieza de gran valor para el hard rock, casi sin puntos bajos, con una producción notable y con técnicas que distinguieron al máximo este álbum de los cuatro salvajes de la parranda californiana. Los Mötley Crüe se concentraron en entregar lo mejor de sí, en un disco que precisamente nos recuerda que hierba mala nunca muere.
Macarena Polanco