Earache Records, 1993 Si hay una banda que hizo el death metal más amable, fino…
Disco Inmortal: Primus – Pork Soda (1993)
Interscope Records / Prawn Song Records / Restless Records, 1993
A principios de los ’90 y a lo largo de toda esa década fuimos testigos oculares y auditivos de la incorporación de ciertos sonidos vanguardistas al mundo del mainstream, sobre todo de la mano de bandas estadounidenses. Comenzó la llamada corriente del “rock alternativo”, en donde en esos momentos se clasificaba así a toda la música que no se pudiera encasillar estrictamente en otros géneros más como el pop, el metal, el rock más purista y el funk, entre otros.
Fue entonces que en esa amalgama sonora aparece Primus, como un extraño experimento en forma de power trío venido de San Francisco, California, liderados por Les Claypool, eximio bajista y dueño de una técnica que sentó las bases de un sonido hasta ese entonces un tanto desconocido. Nos entregaron su debut en estudio “Frizzle Fry” (1990) sonando muy fresco (entre metal y funk), y en 1991 “Sailing the Seas of Cheese”, con un sonido aún más extraño y personal que el anterior.
En 1993, después de algunas exhaustivas giras de promoción, Primus se mete de lleno al estudio a trabajar en lo que sería su tercera placa, el ya legendario “Pork Soda”. Un álbum de factura mucho más íntima que sus anteriores trabajos, grabado en un pequeño estudio/sala de ensayo usando todos los equipos que habían ya probado en sus giras en vivo. Si bien ya estábamos un poco inmersos en el sonido extraño del potente bajo de Claypool, este nuevo álbum nos trae un sonido aún más basado en las frecuencias graves del bajo, esta vez en su mayoría con su Carl Thompson Rainbow Bass de 6 cuerdas, destacando su característico sonido desde el inicio de la placa.
Más extraño aún es que una “rareza” como lo es este disco haya debutado en el puesto n°7 en el top de Billboard y que los catapultara a ser uno de los platos fuertes en Lollapalooza 1993 y en el Festival Woodstock de 1994. Quizás eso hable de una apertura mental distinta en aquella época que al parecer se ha ido perdiendo con los años en lo que a rock se refiere.
El disco abre con una muy breve instrumental “Pork Chop’s Little Ditty”, de sólo 22 segundos, para pasar inmediatamente a “My Name Is Mud”, con su poderoso slap característico. El tema es el primer single del disco. La canción nos habla del dilema de “Mud”, un tipo que al parecer entró en una disputa con alguien y ahora debe tratar de enterrarlo después de haberlo asesinado (“We had our words, a common spat. So I kissed him upside the cranium with an aluminum baseball bat” // “Tuvimos nuestras palabras, una disputa común. Entonces lo besé en el cráneo con un bate de béisbol de aluminio”). Podemos apreciar en este tema el power trio en su máxima expresión, un bajo sólido, marcando a ratos casi como un instrumento de percusión, la batería de Tim “Herb” Alexander potente, muy sólida y la guitarra de Larry “Ler” Lalonde extrañísima, recordándonos con sus solos la escuela de Frank Zappa.
Avanzando al siguiente corte nos encontramos con “Welcome to This World”, donde podemos escuchar una guitarra continua y contundente, un bajo muy presente y una batería totalmente grave, pero que el clímax de la canción se hace más liviana, más cristalina acompañando a un solo de notas alargadas y un bajo que nos muestra un incipiente lado funk. “Bob” nos habla del suicidio del protagonista (“I had a friend that took a belt, took a belt and hung himself. Hung himself in the doorway of the apartment where he lived // “Tenía un amigo que tomó un cinturón, tomó un cinturón y se ahorcó. Se colgó en la puerta del apartamento donde vivía”), dejándonos clarísimo que este disco se viene fuerte. En cuanto a lo musical, el tema nos envuelve con un bajo de notas muy estiradas y haciendo gala de sus sonidos graves. La música tiene cierta cadencia que se rompe dramáticamente en una especie de estribillo instrumental donde la guitarra alcanza tonos bastante agudos. Un excelente tema.
“DMV”, elegido como el segundo single del disco, comienza con una intro de bajo que nos hace recordar un poco a “Jerry Was a Race Car Driver”, pero a mi juicio mucho más interesante. El ritmo del tema es muy pegadizo, y pese a no ser una canción “comercial” funciona excelente como single de este compilado de rarezas. El tema al parecer habla de inutilidad de las actividades mundanas (como por ejemplo hacer una larga fila para obtener un pésimo servicio), pero de una forma muy críptica y personal (“When I need relief I spell it THC, perhaps you may know vaguely what I mean. I sit back and smoke away huge chunks of memory. As I slowly inflict upon myself a full lobotomy-call it pointless // “Cuando necesito alivio lo deletreo THC, tal vez sepas vagamente a qué me refiero. Me siento y fumando grandes trozos de memoria, mientras me inflijo lentamente una lobotomía completa, llámalo inútil”). Terminando el tema con un tapping melodioso y poderoso.
“The Ol’ Diamondback Sturgeon (Fisherman’s Chronicles, Pt. 3)” nos trae a la palestra la tercera parte de las aventuras del pescador que vimos primera vez en “John the Fisherman”. La letra es extraña, hablando de un esturión que ejecuta una especie de venganza. Pero si la temática es extraña, más lo es aún la sonoridad de este tema, con un ritmo que hipnotiza como un mantra, una guitarra casi secuenciada y Claypool paseándose por todo el mástil del bajo, haciendo alarde de sus 6 cuerdas y su técnica casi perfecta. Un deleite auditivo, aunque a ratos un tanto difícil de escuchar.
“Nature Boy” (que a mi juicio debería haber sido single de este disco) nos traslada un tanto al sonido de “Frizzle Fry”, el power trío sonando a tope y Claypool de vuelta al sonido más clásico de 4 cuerdas. Con su ritmo pegadizo, estrofas bastante calmas y un potente coro que se quiebra en un solo de bajo excelente, el tema está muy bien logrado. La letra nos habla de la alienación (“I pull the blinds then I take my clothes off. Dance around the house like nature boy. My genitalia and pectoral muscles aren’t quite what I would like them to be. But you don’t see me” // “Corro las persianas y luego me quito la ropa. Baila por la casa como un chico de la naturaleza. Mis genitales y músculos pectorales no son lo que me gustaría que fueran. Pero no me ves”). Luego la instrumental “Wounded Knee” nos saca por un momento del sonido oscuro y misterioso para darnos paso a algo más tribal, el tema es absolutamente relajante en su sonido y la percusión hace el papel más importante.
“Pork Soda”, a mi parecer un punto no muy alto del disco nos muestra un sonido un tanto desordenado que en sus cortos 2 minutos y algo más no alcanza a sobresalir demasiado, destacando sí el sonido del contrabajo. Muy similar a “The Air Is Getting Slippery”, que tampoco alcanza un punto alto dentro del disco sonando ambos más bien a relleno.“The Pressman”, en tanto, es un tema que lo vimos nacer en el muy temprano debut de la banda “Suck on This” en una versión en vivo, esta vez ve la luz en el estudio. Un tema igualmente oscuro en sonoridad como la característica de este disco, narrando las desventuras de un periodista atosigado de trabajo. El tema tiene un sonido misterioso y hace gran uno de los silencios. En tema que vale la pena darle más de una escucha.
Otro punto muy alto dentro del disco (y del imaginario Primus) es el siguiente corte, “Mr. Krinkle”. El tema nos presenta un sonido con un contrabajo algo distorsionado y de gran precisión. El solo de guitarra de “Ler” es muy bien logrado, saliendo del clásico sólo al que nos ha acostumbrado y volviendo un poco a sus raíces como alumno de Joe Satriani. La batería suena como un cañón y marca el ritmo brutalmente. Este tema fue elegido como single del disco y está acompañado de un videoclip que por lo menos se puede decir que es alucinante.
Ya cerrando esta aventura musical que es ”Pork Soda” nos encontramos con la larga instrumental “Hamburger Train”. Lo de “Hamburger” no me termina de hacer sentido, pero sí es cierto que el bajo suena como una locomotora, preciso, potente y percutido, dando la impresión de ser el predecesor del sonido que algunos años después conoceríamos de bajistas como Reginald Arvizu de Korn y otros tantos del metal noventero. El disco cierra definitivamente con una nueva versión de “Pork Chop’s Little Ditty” y otra pieza extraña instrumental llamada “Hail Santa” que no aportan mucho.
“Pork Soda” es uno de esos discos que hay que escuchar. Se recomienda escucharlo de una tirada de principio a fin y poniéndole atención a los detalles, de los que está lleno. Quizás es el disco que representa de mejor manera el imaginario de Primus de esa primera época con su formación clásica (Les, Ler y Herb). Puede que el contexto de la época ayudara mucho a que este verdadero riesgo sonoro lograra posicionarse en el disco de culto que es hoy.
Por Álvaro Guajardo