Disco Inmortal: Primus – Sailing the Seas of Cheese (1991)

Disco Inmortal: Primus – Sailing the Seas of Cheese (1991)

Interscope Records, 1991

Como toda su lírica, discografía y su puesta en escena, los inicios de Primus fueron-por decirlo menos- bizarros. Una banda que de verdad provocaba esa sensación desconcertante, no sabíamos si lo que nos estaban ofreciendo era una real estupidez o una maestría musical de proporciones. Sin duda había algo interesantísimo que no lográbamos asimilar, pero la voz de Les Claypool y todo ese efecto lúdico bajo esos ritmos sicodélicos y progresivos infernales, simplemente nos llamaron la atención, y bastante.

Su primer disco fue uno en vivo llamado «Suck On This» (1989). ¿Qué banda parte con un disco en vivo? Ya desde sus inicios freakeando, pero fue un tremendo disco en vivo, donde mostraron toda la rareza y destreza de su música y donde lograron el beneplácito (y acercamiento) de sus primeros potenciales fans. Luego vendría un álbum de proporciones como ‘Frizzle Fry’, donde plasmaban en estudio todas esas canciones en vivo, canciones que lograron así tener una mayor difusión y donde podíamos dar cuenta que esto iba en serio, no era una «banda de broma», sino que veíamos nacer a una de las bandas más origininales-y a la postre- más influyentes de la última parte del siglo pasado.

Interscope Records recluta finalmente a Primus al ver su talento, y en 1991 crean este segundo disco donde pulirían sus dotes notablemente, dotes que ya venían con una ventaja inmensa, desde Les Claypol, el eximio bajista que siempre ha sobresalido en la música de Primus, más el endemoniado Larry Lalonde, venido curiosamente de la escuela del thrash metal de una banda como Possessed, más el incombustible Tim Alexander en la batería, compondrían este infartante power trío, verdaderamente tres monstruos que fusionados resultaron ser un experimento alucinante, sus influencias venían directamente de bandas grandes del rock progresivo como Rush o King Crimson, pero también está la locura de The Residents ahí metida conjuntamente con técnicas hasta metaleras, como para ir desvariando aún más algo que en su totalidad acusaba una extrema locura.

Como si no bastara con lo bizarro que había sido su primera placa, en esta oportunidad Primus se lanza con un viaje por los mares de queso, premisa que titulaba el álbum y que sirvió de intro, cuales piratas o marinos navegando por algún estómago (en realidad la corta intro que alude al vómito), para luego dar paso a ‘Here Comes The Bastards’ una marcha donde el bajo, guitarra y batería siguen al unísono variando sus ritmos casi al final cada uno, y anunciando ya insanamente que «acá vienen los bastardos» repetitivamente; estos bastardos que al cierre del disco tendrían una especie de regreso para poner un broche de oro. En realidad esta canción sirve como una especie de segunda intro para entrar en tierra derecha al disco.

‘Sgt. Baker’ con su dormilona entrada de bajo y esos inesperados golpes de caja sube las revoluciones representando líricamente a una especie de sargento y una crítica a la milicia, pero siempre bajo el freak ojo de Primus, las guitarras de Lalonde acá ya empiezan a afilarse lo suficiente al mejor  estilo Frank Zappa. ‘American Life’ tiene esa cadencia funk rock clásica y un contagioso ritmo en el bajo pero también se nutre de la locura necesaria como para que dejara de ser considerada un «hit» del disco. Por otra parte, denunciaba el abuso para con los inmigrantes siguiendo un poco la línea de ser un disco de conciencia social dentro de toda su extrañeza.

Y si en el buen «Frizzle Fry» teníamos canciones tan deliveradamente poderosas, llenas de ritmo, experimentación, pero pesadísimas al mismo tiempo como ‘Toomany Puppies’, acá ‘Jerry Was A Race Car Driver’ no lo hacía nada de mal, un tema que brilla por su entrada y la ejecución en el bajo, pero que después se va convirtiendo en una cosa media heavy metal, en una canción «saltona» por excelencia, como anteponiéndose a lo que vendría más adelante con el nu-metal, aggro o como se le quiera llamar.

En ‘Eleven’ el virtuosismo de Tim Alexander es el que arranca, pero la soberbia marca del bajo y las guitarras de Lalonde van apareciendo, la guitarra nuevamente en un festivval de solos llevándonos a los gloriosos 70’s, el disco más que una fusión extraña de jazz con funk u otros estilos apela mucho al rock clásico, quizá como ninguno de Primus en toda su discografía. La divertida ‘Is it Luck?’ es lo que sigue con jams incluídas y algo esquizofrénica, preguntando repetitivamente y dando frases algo absurdas de qué es realmente tener suerte: «My socks and shoes always match Is it Luck? There’s a foot at the end of each of my legs Is it Luck?» («Mis calcetines y zapatos siempre coinciden ¿Es eso suerte? Hay un pie en el extremo de cada una de las piernas ¿Es eso suerte?). El factor humorístico también siempre ha nutrido la lírica de Primus y este es un más que buen ejemplo.

Quizá como si ya lo que escuchamos hasta el momento fuera poco, lo que aparece es ‘Tommy The Cat’, una canción realmente fuera de serie y que dejó completamente demostrada la destreza, originalidad e ímpetu de su principal ejecutor y compositor: Les Claypool, quien realmente se luce con su poderío sobre la técnica del slapping en el bajo, las intervenciones de Lalonde además son notables para esta curiosa historia de este gato, que casi como corto animado tiene vida propia en voz del gran Tom Waits, quien de alguna u otra frorma ha estado ligado a la música de Primus. La forma de cantar, casi como rapeo de parte de Les Claypool también es notable, realmente todo un artista de ejecución, de lo que es tocar diestramente en vivo y manejarse vocalmente de formas muy versátiles. Es hasta el día de hoy LA gran canción de Primus muy vitoreada y coreada en sus shows.

Después de la instrumental y sicodélica ‘Sathington Waltz’, algo medio salida de un surrealista farwest infernal  llega otra grande: ‘Those Damned Blue-Collar Tweekers», con una letra muy ambigua que en lo que logramos descifrar se trata de una especie de fiscalizadores freaks drogos de los conductores de camiones. Increíble imaginería del mejor sello Primus. Acto seguido nos encontramos con ‘Fish On’, la que sigue esta historia que tuvo raíz en su disco anterior, considerada parte de «John the Fisherman, las crónicas» que tendría su tercera y cuarta parte en sus discos «Pork Soda» de 1993 y del reciente «Green Naugahyde» de 2011. La canción en esta oportunidad se convierte en una de las más largas del álbum y varios personajes de la «familia Primus» aparecen en sus letras en esta historia del singular pescador, tales como Mike Muir (Suicidal Tendencies), Dimebag Darrell (Pantera), el propio guitarista Larry Lalonde y Todd Huth, que contribuyó con  guitarras acústicas para el álbum.

‘Los Bastardos’ cierra todo como dando vuelta el disco,  que repite el mismo frenesí de ‘Here Comes The Bastards’, pero esta vez con Mike Bordin (Faith No More) tocando la batería junto a otros invitados y con más voces como la del bizarro equipo de producción quienes contribuyen en esta maniática sonata.

«Sailing the Seas of Cheese» es un disco muy raro, poco digerible talvez en un inicio, pero al momento que te atrapa sí que lo hace y muy bien. Pese a que las soberbias y complicadas interpretaciones instrumentales y fusiones pudieran catalogarlo como un disco más de vanguardia, también tiene ese otro lado melódico, que no lo alejó para nada de la comunidad rockera y de oídos más accesibles, cosa que también sirvió para encasillar a la banda en el nicho de grandes del rock alternativo de aquel entonces como Faith No More, Living Colour o Jane’s Addiction, por mencionar algunos.  Aunque el disco sin duda marcó lo que todos tenemos más que sabido hasta el día de hoy:  el hecho de que Primus goza de una identidad única y muy particular, la cual sentó cátedra y llegó sólo para seguir evolucionando, siendo un pie bastante firme de su sonido esta gran obra de 1991.

Patricio Avendaño R.

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Patricio Avendaño

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