Disco Inmortal: Rage Against the Machine (1992)
Epic Records, 1992
Mucho más que un gran disco, el disco debut de Rage Against the Machine es un punto de inflexión en el rock. Llegó en un momento en que ya muchas cosas estaban pasando o surgiendo desde la música underground, pero verdaderamente lo que emergió de las violentas y brillantes cabezas de estos furibundos cuatro músicos ha marcado un capítulo gigantesco en cuanto a actitud, forma y lírica confrontacional en el rock desde la década de los noventa en adelante.
Curiosamente es una de las bandas pioneras en asociar el rap y el metal, y esto queda sellado en la unión de dos de los talentos más innatos y casi sin precedentes que ha tenido el rock alternativo: Zack De La Rocha, el tipo que escupe fuego por la boca y personaje capaz de armar las mejores rimas de rap con una lírica revolucionaria, inteligente y con calces absolutamente perfectos e ingeniosos. Y por otro lado el gran Tom Morello, a estas alturas un reconocido aporte a la evolución de las formas de incursionar con la guitarra en el rock, quien además de sus particulares solos, el propulsó desde su aparición a la fecha el mejor uso del wah-wah, es decir, los pedales de la guitarra y otros artefactos de experimentación en pos de la mejora del sonido de las cinco cuerdas.
Su debut hasta el día de hoy es imponente, suena como hecho ayer, ya son 30 años y el disco sigue pateándote la cabeza una y otra vez, partiendo de inmediato con el «track bomba», un excelente arranque en ‘Bombtrack’ donde tras un bajo increíble-que va a marcar con una presencia ineludible en lo que a sonido de refresco en el disco se requiere- empiezan a sonar los más furiosos riffs de Morello. Ya acá la lírica incendiaria no se dejaba esperar con frases derechamente directas como «landlords and power whores were going to «burn«( los señores de la tierra y las putas del poder iban a arder), o cuando el coro principal reclama insistetemente que todo se va a quemar, «burn, burn, yes ya gonna burn». Literalmente una bomba hecha pista musical.
Pero eso era tan sólo un aperitivo, ya que acto seguido suena ‘Killing in the Name’, una de las canciones más originales que se deben haber escrito de rock. Los riffs inventados por Morello son simplemente demoledores, tanto de la infernal entrada como los suaves rasgueos que acompañan el estribillo, tiene varias secciones, cuando van acompañando los golpes de batería y al final cuando termina todo en una locura de solos de Morello, ya empezando a deslumbrar con sus dotes. Es el himno de RATM y su carta de presentación para el mundo, quizá hubiese bastado esta sola canción para que todos cayeran rendidos a sus pies, pero el disco es mucho más que esto, a decir verdad.
Y ejemplos claros de lo potente del resto del disco hay de sobra: ‘Know your Enemy’ que arranca con los curiosos efectos de Morello en la guitarra y ese bajo encantador de Tim Commerford, después los riffs parecen salidos de algún grupo metalero pero con una onda gigantesca, los rapeos acá de De La Rocha cobran su genialidad hasta el punto de decir basta: «we don’t need the key will break up» (no necesitamos la llave, romperemos), entre muchas otras cosas. Para qué hablar de la ya clásica frase repetida como bombardeo en tu cabeza al final «all of which are american dreams» ¡OCHO veces! después de ir enumerando y vociferando una lista de una especie de declaración de anti-principios como: Compromise, Conformity, Assimilation, Submission, Ignorance, Hypocrisy, Brutality, The Elite, todo en contra del gobierno, del abuso de poder, y la brutalidad policíaca americana.
Si bien es un disco con lírica revolucionaria, la gracia es que cada canción es un mundo de citas literarias tanto comunistas como anarquistas y también hay varios tópicos diferentes que se plantean pero siempre visto desde un punto de vista radical, acá el mensaje no era «solucionemos pacíficamente las cosas» si no que simplemente «vamos a tomar el toro por las astas, te guste o no, pasándote por encima si es necesario».
Las gemas siguen, en ‘Take the Power Back’, otra canción violentísima, con un gancho tremendo, los riffs acá y el bajo son la gran carta para el éxito del tema, en ‘Bullet in the Head’, con un melódico y aplastante coro van revelando la lírica contra los medios que pueden influenciar en tí, acomodando sus líneas editoriales en pos de una vulgar hipocresía y lavado de cerebro.
Las frases de De La Rocha son tremendas, en tan sólo una frase puede decir grandes cosas, es un ingeniero en el arte de hilar sus palabras, cual Dylan noventero, eso sí, con una cuota de revolución cargada al 150 % . También ‘Settle for Nothing’ destaca por su oscuridad y potencia, ‘Wake Up’ es un grito desesperado para que no te dejes estar, de que cosas están pasando y tu no te das cuenta, la entrada y esa marcha con una potencia desmesurada es inolvidable, nuevamente acá el bajo causando estragos, al igual que en toda la letra. En ‘Township Rebelion’ De La Rocha acompañado con los más feroces riffs desata su rabia contra la ignorancia de la gente y la burbuja que te puede someter la iglesia católica y las religiones en general.
Como si todo esta máquina de rabia fuera poca, el broche de oro llega con ‘Freedom’, la que cuenta la historia de Leonard Peltier, el indio que fue condenado a cadenas perpetuas por defender a su pueblo y a su gente, crítica dura al sistema judicial norteamericano y acompañada con riffs y rapeos y con un final de antología, lleno de feedbacks con la guitarra, ruidos y verdaderamente como una bomba consumiéndose después de haber dejado la cagada. Que es lo que ocurre con el disco, claramente.
Hay un antes y un después con este disco, sin duda. Los Rage la rompieron por todos lados con este debut y dieron nuevos aires a la forma de hacer rock y de tener una lírica directamente confrontacional contra muchas injusticias que pasaron tanto en EE.UU. como fuera de su país, y lo iban a seguir haciendo, con todos sus discos, pero este fue el disco que abrió los fuegos más feroces contra el imperialismo americano y que dio cuenta de muchas verdades no contadas, y de qué manera lo hizo. Simplemente una revolución hecha música.