Disco Inmortal: Scorpions – Blackout (1982)
Harvest Records / EMI Records / Mercury Records, 1982
La primera etapa de Scorpions (1972 – 1978), donde destacó la figura del guitarrista Uli Jon Roth, rindió frutos; pero a nivel de culto, sobre todo en lugares como Europa y Japón, todavía sin rozar la masividad. Con el recambio en las seis cuerdas, llegando un joven Matthias Jabs —catalogado por muchos como el Eddie Van Halen alemán, se consiguió darle un refrescante nuevo sonido a la banda. Con ello empezaron los objetivos en miras de conquistar paulatinamente el mercado estadounidense, hasta el momento esquivo, con las placas Lovedrive (1979) y Animal Magnetism (1980). El problema es que no todo resultó cómo lo esperaban, por razones externas; tras su acortado último tour, el cantante Klaus Meine comenzó a resentirse.
Ya de vuelta en el estudio, para grabar su 8° disco, los problemas continuaron. Meine terminó perdiendo la voz, y por algunos doctores fue dado como un caso perdido; debido a problemas de laringe y cuerdas vocales. En tanto, como dato anecdótico, para algunas maquetas de su trabajo sucesor fue llamado el mismísimo Don Dokken; pero jamás pensado como reemplazo.
Tras un respaldo completo del grupo, Klaus se hizo a la idea que no podía echarse a morir: “No tuve más alternativa que asumir el reto. Encontré en Viena un otorrino laringólogo muy popular y capaz, que tenía su consultorio junto a la ópera. Allí iban todos los cantantes, todas las estrellas, y sus retratos colgaban en la sala de espera; así que estaba en las mejores manos”. Por fortuna todo salió a pedir de boca, en la mayor crisis en que se vieron envueltos los alemanes. Tiempo después rememoraría: “Recuerdo bien lo que se decía en la revista Kerrang!, en una reseña sobre Blackout: Klaus Meine tiene nuevas cuerdas vocales, cuerdas metálicas, y está mejor que nunca. Para mí fue como volver a nacer”.
Se terminaron vistiendo de gala el 10 de abril de 1982, para presentarnos Blackout. Grabado principalmente en un estudio móvil en Francia, con su eterno colaborador teutón tras las perillas: Dieter Dierks. La ilustración de la portada, que se volvió icónica —del que se cree que es el guitarrista Rudolf Schenker, con la cabeza vendada y tenedores en los ojos; pero lo cierto es que, a pesar de que guarda parecido con el fundador de Scorpions, en realidad se trata de un autorretrato del artista visual Gottfried Helnwein.
La patada inicial la da el tema homónimo: Blackout, apagón; potente, rápido, directo y que se convirtió en un infaltable en vivo. En esa misma veta, de gran himno de estadios, le sigue de cerca Can’t Live Without You; quizás un poco genérica, pero que ese coro pegajoso saca el trabajo adelante. No One Like You es la carta fuerte, y uno de los pilares centrales de su carrera. Refiriéndose a ella, en algunas entrevistas, como una canción que en su génesis fue escrita en alemán; y que mucho del sentido original se perdió con la traducción al inglés. Además de tratarse del primer videoclip, de buena factura, que hicieron; filmado en la Isla de Alcatraz.
Continuando la línea de las revoluciones bajas, se hila You Give Me All I Need; para luego dar el mazazo con Now!, que con sus apenas dos minutos y medio pareciera irse entre los dedos. Dynamite es el elemento pesado; donde la dupla de las guitarras, junto a la batería de Herman Rarebell, no dan tregua —mucho menos a la hora en que Klaus se instala con fuerza tras el micrófono. Arizona, de tono más jovial, es una que pasa desapercibida; pero que es muy bien recibida, y agradecida, cuando es tocada en Phoenix o Tucson —de hecho, son los únicos dos lugares en que ha aparecido en concierto.
China White, la más larga empinándose en los siete minutos, a pesar de su base rítmica dura; entra a jugar con sonidos, y elementos, algo más acercados a la psicodelia que cultivaron en los 70’s. El cierre, por su parte, lo otorga el lamento de When the Smoke Is Going Down. Sentidísima, emparentada de cierta manera con Always Somewhere, desmenuzando la vida del músico lejos del hogar —y que en este caso, volviendo al escenario su hogar. La única que, algunas veces, le quita la posición a Rock You Like a Hurricane como la última canción de la noche.
Bordeando los treinta y cinco minutos de duración, Blackout se transformó en la primera picadura a gran escala; con grandes dividendos en el codiciado mercado estadounidense. Se trató de la primera parte de la conquista —que se completaría dos años después, con el multi platino Love at First Sting. Con ese apagón se nos hizo saber que los Escorpiones estaban listos para comerse al mundo por completo.