Disco Inmortal: Sepultura – Roots (1996)
Roadrunner, 1996
Un paso importante es el que había dado Sepultura en 1993 con su álbum «Chaos A.D.”, de eso no cabe duda, el cual fue un disco que giró de alguna forma su sonido, manteniendo la potencia y brutalidad que los caracterizó, pero dejando de lado el thrash de una forma tan purista y visceral. Pero más importante aún sería el paso que darían con este gran disco que vino a celebrar un reencuentro con sus raíces, mezclando temáticas de la idiosincrasia brasileña más pura, el folclore, las tribus y con esa capacidad casi innata de imponer actitud y sobre todo un buen y «nuevo metal».
Sepultura es un orgullo para Brasil. Es la banda que logró traspasar fronteras y no sólo brillar en el mercado del metal mundial, sino que en más de algún momento lograron incluso liderarlo, pese a esto la banda siempre dejó claro el amor a su país y qué mejor forma de demostrarlo era este disco, donde conjugan muy bien los conceptos criollos con su música, un experimento que resultó ser de lo más exitoso y original. El resultado salta a la vista.
Sepultura junto a otras bandas lograron que se les acuñara un nuevo estilo o categorización musical: el groove metal, que no es más que una especie de evolución del metal hacia algo más «oreja», con mucho gancho y potenciado en riffs contundentes pero amigables al oído al mismo tiempo. «Roots» es un gran ejemplo de aquello y de paso es un disco que venía a encajar o a dar las pautas claras para el boom del sonido nu-metal que se posicionó en el mercado a finales de los noventa.
El disco abre con ‘Roots Bloody Roots’, una canción que daba la entrada a esta conexión visceral de la banda con sus raíces, pero también Max Cavalera escribe acerca de la reivindicación de las tribus brasileñas, y de paso reclama por todos los años de dura esclavitud que tuvo que vivir ese país. El videoclip lo refleja de la mejor forma: compartiendo con tribus, donde la capoeira y el folclore están por todas partes, pero además su gran virtud es que es una canción absolutamente potente y devastadora, un brutal comienzo que anticipaba algo que seguiría mejor aún.
‘Atittude’ y ‘Cut -Throat’ son las siguientes, dos canciones implacables y nutridas de esta cruda brutalidad con la que se componía este disco. La primera con la inclusión del particular sonido de un Birimbao tocado por el propio Cavalera. Una canción que homenajea a su hijastro y amigo Dana Wells que murió en un accidente y que sería una historia que tendría una secuela después en Soulfly y Cavalera Conspiracy. La segunda, simplemente bestial y con un coro que quedó plasmado como himno de los favoritos para sus shows en vivo.
El disco trae sorpresas además, el propio productor Ross Robinson y el batero de Korn, David Silveira aparecerían en otro gran track de la placa: ‘Ratamahatta’, además de un hombre muy importante para la idea que quiso desarrollar Sepultura para este disco: Carlinhos Brown, creador de la llamada timbalada y un experto en lo que a ritmos tribales cariocas se refiere. Sepultura descubrió una formula precisa: demostrar que lo tribal con el metal se llevaba muy bien y ‘Ratamahatta’ fue un sólido ejemplo.
Otros connotados que aparecen acá son Jonathan Davis de Korn y Mike Patton de Faith No More, que sumados a Cavalera podría decirse que conformaban una especie de tridente dorado del metal alternativo noventero unidos en una canción. Ellos juntos más el apoyo en las tornamesas de DJ Lethal hacen ‘Lookaway’, un tema siniestro y preciso para que cada frontman se luciera con su voz. Antes de ella otros tracks abrumadores en cuanto a potencia: ‘Breed Apart’, ‘Straighthate’ y ‘Spit’. Era sorprendente la cantidad de canciones además que contenía este disco, fueron en total 16 en más de una hora de duración, hora que no se nos hace para nada larga, al contrario, lográndolo a punta de buenos riffs, experimentación, folclore y una actitud enorme.
En la segunda parte vendrían temas muy interesantes: es el caso de la instrumental ‘Itsari’ con la participación de la tribu Xenave, tribu con la cual la banda incluso convivió y se identificó claramente, hecho que también inspiró a orientar este álbum a este concepto tribal. El énfasis del disco en hacer un reencuentro con sus raíces se puede palpar de forma muy honesta y eso es lo que derivó a elevarlo a un papel importante dentro de las mejores gemas del metal noventero. ‘Ambush’ deja el camino libre al vozarrón de Cavalera, en una canción llena de rabia y angustia. Y el final con el cover de Ratos de Porao ‘Dictatorshit’ es un bombazo, digno cierre para una placa de lujo, en este caso recurriendo a esta influencia del punk de la vieja escuela de la forma más brutal posible, y con referencias claras al golpe de estado en Brasil en 1964.
Un álbum variado, si bien el concepto queda claro y es lo que prima no se va solo por esa tangente, es un disco de metal primero que todo, y un disco donde Sepultura exploraba cosas nunca antes vistas. Lamentablemente este es el disco que marcaría la salida de Cavalera y que, a decir verdad, creemos que es el último gran álbum de Sepultura tal y como los conocemos. De aquí en más ya deben conocer la historia: Cavalera armaría su proyecto Soulfly que mantiene hasta la actualidad (donde siguió el sendero de las influencias tribales por lo demás) y llegaría Derrick Green a suplir el papel de frontman. Quizá por eso que este disco alcance aún más el carácter de culto y sea hoy un predominante en su discografía, reúne muchos elementos como para no dejarlo pasar y la verdad que, cuando llegó en 1996 nos deslumbró a todos, si hasta ganas de bailar capoeira nos daban, aparte de los headbangers correspondientes al que incitaba. Sin duda un inmortal e imprescindible en su estilo, no sólo de los noventa, sino de todos los tiempos.
Patricio Avendaño R.