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Disco Inmortal: Sonic Youth – Washing Machine (1995)
DGC Records, 1995
Pese a que este disco está grabado en el período Geffen (uno de los movimientos más relevantes discográficos para una banda de raíz underground en los ’90), y cuando la banda ya disfrutaba del éxito y reconocimiento de estar en una multinacional, su fórmula y veta experimental no se diluía para nada, es más, este disco planteó un desafío. En pleno 1995, corazón de una década absolutamente arrolladora y de inflexión para el rock alternativo, logran despacharse un disco lleno de sonidos oscuros, disonantes, de tramos largos y sucios, pero sin perder ese cierto gustillo a la melodía que adquirieron desde «Goo» en adelante. «Washing Machine» es, por mucho, una proeza desafiante a la industria y un disco que hasta estos días es pieza de culto dentro de toda su exquisita discografía.
Con el ojo en su primera etapa, con el Lo-Fi siempre al hombro, con ese fuzz siempre presente, y el motor del ritmo hip-hop de Steve Shelley en la batería, el disco no necesitó elaborar algún tema radial para conquistar de inmediato—incluso a los que pudieran estar alejados de la veta experimental. El álbum comienza con «Becuz», con el bajo de Gordon—quien se despacha el protagonismo en muchos tramos— y su irónica e intempestiva forma de abordar todo. Tenemos ese típico tornado de feedbacks de Sonic Youth, atronador y abrasivo y este disco es donde Gordon deja un poco de lado el bajo y toma la guitarra sumando tres de ellas en el grupo, para ayudar a hacer todo más caótico. Pero sucede algo diferente en esta oportunidad: las estructuras básicas de la canción se vuelven a ensamblar y continúan, como si la melodía recuperara el control de toda la falta de armonía y esa es una tónica que se va dando en el disco.
Es un disco tenso, te mantiene alerta y está todo este tira y afloja que es lo que predomina del álbum, se eleva, te envuelve y te suelta al vacío. Vemos a ese Sonic Youth inquietante de siempre, pero con un sentido de la melodía prácticamente innato. La sección intermedia del álbum es impredecible, la influencia doo-wop de “Little Trouble Girl” es dulce, aunque más novedosa, aunque las voces invitadas de Kim Deal son una grata sorpresa (vaya momento icónico para el rock alternativo y sus baluartes femeninos lo de verlas juntas), un tema que hace que la banda suene sorprendentemente amigable, pero no hay que engañarse con Sonic. «No Queen Blues» es de naturaleza serpenteante, adyacente al stoner rock setentero y la voz amarga y ácida de Kim está en sus mejores momentos. «Panty Lies» es algo de lo mejor del trío, con Gordon ilustrando el aspecto mental y a veces esquizofrénico del álbum y tiene su propio idioma. (Hey! mum look, no more panty line/Ai-ai-ai-ai-ai-ai-ai-ai/Shoewa shoewa shoewa shoewa shoewa shoewa shoewa/I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I-I) y otra gran cosa le hizo bien al disco fue ver a Lee Ranaldo interpretar nuevamente, esta vez, temas como ‘Saucer Like’ y ‘Skip Tracer’.
SY ya en este punto no estaban contentos con su período Geffen y las imposiciones de la discográfica, no estaban de acuerdo además con trabajar con direcciones de producción que no le acomodaron del todo al sonido de la banda y teniendo al productor John Siket jugando entre la espada y la pared, pero esta vez optando por hacer esta belleza que se quedó por la libertad creativa del grupo. Es un disco que además encapsula de todas las vivencias y experiencias nuevas que debieron transcurrir los integrantes, hubo un pequeño hiato en que se involucraron en proyectos personales y Kim y Thurston experimentaron ser padres por primera vez al dar a luz a su hija, Coco, todo esto quedaba evidenciado en colchones de dulzor melancólico entremedio del ruido como ‘Unwind’ y la mencionada ‘Little Trouble Girl’, pero que también nos dejaron las piezas magistrales mencionadas y un épico cierre de 19 minutos con ‘The Diamond Sea’, que fácilmente puede ser uno de los temas más representativos del espíritu transgresor y experimental de la banda.
A diferencia de los álbumes anteriores de Sonic Youth, Washing Machine se grabó en Easley Studios en Memphis, donde bandas de rock indie como Pavement, Guided by Voices y Grifters grabaron álbumes anteriormente. Moore comentó que la atmósfera en Memphis «se prestaba a evitar la realidad del público que compraba discos. En el pasado, siempre éramos muy conscientes de quién nos estaba mirando. Este fue el primer disco en el que obtuvimos esta certeza nivel de notoriedad y estábamos como, ‘a la mierda todo’ «. Ese sentimiento está puesto casi como manifiesto en cada tema de una de las obras de culto que nos dejó la que es quizá la banda más importante del rock alternativo/experimental noise de la historia.
Por Patricio Avendaño R.