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Disco Inmortal: Soulfly (1998)
Roadrunner Records, 1998
Agresividad y un especial acento en la experimentación rítmica es lo que encontramos en Soulfly. Banda que hemos podido disfrutar a través de los años gracias al ímpetu creativo de Max Cavalera luego de dejar Sepultura. Y vaya que ha sido todo un acierto aquella decisión. Permitámonos apreciar el disco homónimo debut de esta banda, publicado en 1998.
Con la no despreciable suma de quince canciones y una duración de casi setenta minutos, el disco debut de Soulfly es una declaración de principios en extremo potente, cargada al groove y nu metal por parte de Max Cavalera. Queda en evidencia como después de abandonar Sepultura, la rabia y decisión de Max fueron los ingredientes que avivaron la llama creativa e impetuosa que recorre este álbum. Una capacidad y valentía que le han permitido ser el líder y único miembro constante de esta banda a través de los años.
El recorrido por Soulfly (1998) comienza con “Eye For An Eye”. Una sección rítmica muy frenética y potente junto a riffs graves casi ininteligibles es lo que envuelve la voz de un rabioso Max Cavalera. Y de manera estelar también podemos mencionar la colaboración de Burton Bell como voz secundaria y de Dino Cazares como guitarrista. Ambos músicos integrantes de Fear Factory.
Justamente el debut discográfico de Soulfly también es generoso en cuanto a colaboraciones, puesto que a la presencia de músicos de Fear Factory también podemos nombrar a Fred Durst y Dj Lethal de Limb Bizkit en el tema “Bleed”, Benji Webbe de los británicos Skindred en “Prejudice” y “Quilombo”, así como “Umbabarauma”, escrita por el guitarrista y compositor brasileño Jorge Ben y también la estelar participación de Chino Moreno de Deftones en la canción “First Commandment”.
Y para destacar puntos altos en este álbum no se puede dejar fuera la fuerza de “Bleed” donde la colaboración de los integrantes de Limb Bizkit le da otro color a la potente y sucia atmósfera propia del gusto de Cavalera. Voces más armónicas y efectos de sonido aportan versatilidad en este tema.
Lo anterior no solo hace destacar la participación de los muchachos de Limb Bizkit, ya que cada uno de los aportes en este álbum hace que cada canción brille por sí sola. Esto porque la dirección creativa de Max Cavalera buscó darle protagonismo vocal e instrumental a cada uno de los músicos en cuestión, dándoles el espacio y minutos necesarios para un desarrollo musical rico y versátil. De ahí que cada participación produzca que cada canción se sienta con una identidad propia e independiente; más allá de que se encapsulen en un mismo género y que posean elementos compartidos.
Por lo demás, otro punto a destacar es la percusión y arreglos rítmicos tanto en batería como en arreglos que acompañan este instrumento y que han permitido inevitables comparaciones al sonido y propuesta de Sepultura. Aquello lo apreciamos en “Tribe”. Una de las canciones más interesantes del disco y de la banda en general.
Es aquí donde sin miramientos la agresividad del metal hace un cruce versátil con un estilo de percusión tribal y polirítmico, incluyendo instrumentos ajenos a la música occidental comercial y compases que beben y se inspiran directamente de los ritmos de las diversas tribus amazónicas.
Algo similar ocurre con “Bumba”, donde además del protagonismo del ritmo y la diversidad de instrumentos de percusión, destaca la letra. Lírica donde se rescata la cosmovisión tribal amazónica como un todo, donde se reivindica la fortaleza, valor y forma de vivir en la amazonia profunda; dejando entrever una fuerte crítica hacia los prejuicios, rechazo e incluso indiferencia racista del mundo moderno.
Lo anterior se mantiene como el factor conceptual transversal a lo largo de todo el álbum debut de Soulfly. Una clara declaración de principios, donde más allá de las comparaciones con Sepultura y lo plasmado en el icónico e incombustible Roots, Max Cavalera es capaz de darle una identidad propia a Soulfly, sin caer en caricaturas ni pretensiones desbordadas. Discurso y visión artística que llega a su zenit con la instrumental y testimonial “Soulfly”.
Otros momentos álgidos e imperdibles de este álbum son “Bumbklaatt”, “Fire”, “The Song Remains Insane” y “No Hope = No Fear”. Canciones donde el cruce virtuoso y cuidado entre el metal va de la mano con figuras rítmicas brasileras; demostrando como el latente y agresivo sonido del metal no se encuentra para nada alejado de aquellas raíces premodernas y tribales, por decirlo de alguna forma; dándole al ritmo esa importancia medular en nuestra existencia y comunicación más allá de la elaboración sofisticada de los diversos géneros musicales existentes.
El álbum dice adiós con “Karmageddon”, otra muestra tribal y experimental parecido a lo mostrado canciones atrás con “Tribe”. Una especie de adiós ceremonial que pavimenta el sonido hacia experiencias futuras parecidas.
El debut homónimo de Soulfly evidencia toda la capacidad creativa, lo buen compositor y músico que es Max Cavalera. Y no solo eso, ya que llevó a otro nivel lo realizado en su etapa en Sepultura, dotando a su nueva banda de una identidad y discurso propio cuyas capas melódicas, rítmicas y líricas hacen de este álbum un imperdible para nutrirnos con diversas vertientes musicales; demostrando así, que el metal no tiene por qué enclaustrarse en formulas seguras y ya probadas, sino que puede y debe experimentar con estilos en apariencia equidistantes; siendo en este caso específico el turno del tribal y corporal sonido del Brasil profundo y premoderno.