Disco Inmortal: Stone Temple Pilots – Core (1992)
Atlantic Records, 1992
El tiempo ha hecho justicia con el “Core”, el debut de Stone temple Pilots y pareciera que ahora más que nunca da gusto sacarlo del baúl de los recuerdos, sobre todo considerando cuán bajo ha andado el nivel de la banda últimamente (y claro, mucha agua ha pasado por el puente desde entonces) quienes en aquella época con Scott Weiland y junto a los hermanos De Leo y el batero Eric Kretz lograron despacharse uno de los más grandes álbumes debut de todos los tiempos.
Y decimos que ha hecho justicia porque en sus primeras críticas fue bastante lo que basurearon los medios “especializados” de la época a este debut, tildándolos de clones de Pearl Jam o Alice in Chains, aparte de otros más venenosos aún considerándolos unos “aprovechadores” del boom del grunge que estallaba más que nunca en ese período. Hablamos de 1992, un año siguiente del lanzamiento del “Nevermind” de Nirvana y mismo año del “Dirt” de Alice in Chains (de hecho, este disco coincidió justo en fecha de lanzamiento con la aclamada y oscura obra maestra de la banda de Layne Staley).
Pero el disco decía más, el falsete de Weiland era acusado de tener similitudes con Eddie Vedder, si bien algo de eso fue cierto, pero a medida que repasábamos el disco dábamos cuenta de que acá había algo distinto, había un talento por descubrir y sin duda, el hecho de que sigamos queriéndolo por más de 20 años nos arroja lo que es bastante cierto: STP debutaba con un discazo, potente, al hueso, lisérgico, desvariado, lo cual lo hizo tan inmortal como entretenido.
Se dijo por ahí que “Sex Type Thing” era como si Mike Tyson hiciera grunge, un golpe certero al rostro, directo al hueso, un tema que hablaba en contra de la violación por lo demás, nacido tras el episodio ese en que Weiland salía con una chica a la cual violaron tres jugadores de fútbol americano luego de una fiesta. Si Nirvana tenía su extraño repudio con “Polly” a este tema, el de Weiland iba directo hablando sobre el machismo y la violencia del hombre, sobre la impotencia ante el hecho de no poder poseer a una chica ‘legalmente’. Fue el primer single, aunque pesaron más otras canciones que los metieron casi directo al mainstream y a las parrillas programáticas de las radios.
Y hablamos de temazos, hits, como lo fueron “Plush” o “Creep”. La primera tenía todo para triunfar, demostrando el vozarrón enorme del vocalista y la base rítmica influenciada por el rag time que inspiraba bastante interés del guitarrista Dean De Leo por esos años. Fue única en su especie y el punto de entrada de STP en nuestros oídos; de ‘Creep’ qué decir, una belleza abstracta que tuvo doble repercusión mediática debido a la salida por esos años de la ‘Creep’ de Radiohead, ambas incluso se peleaban en más de una oportunidad el primer lugar en los rankings radiales locales (y del mundo). Sus acústicas guitarras todavía nos ponen la piel de gallina al escucharla. Otra demostración de cómo las cuerdas desenchufadas en conjunto con unas melodías oscuras fueron una fórmula tan potente, eso sí, cuando se hacían brutalmente honestas como era este caso.
Pero la verdad es que estos temas hicieron que solamente despertaran nuestro interés para algo casi tan notable o mejor incluso: la apertura con ‘Dead & Bloated’ y esa inolvidable entrada con la línea ‘I am smellin’ like the rose that somebody gave me on my birthday deathbed’ bajo el megáfono “amigo” que le gusta tanto a Weiland, que precedían a los potentes golpazos de Eric Kretz en las cajas y las inmensas guitarras que sonaban bastante power gentileza del buen productor Brendan O’ Brien (quien por cierto luego se haría cargo de otro discazo tan o más venerado como el «Vs.» de Pearl Jam, empezando a afianzar una relación de vida con los de Seattle). Este fue un demoledor track #1.
Habían momentos bien extraños en el disco, los interludios ‘Wet my Bed’, como de un borracho junkie a no más dar o ‘No Memory’ que precedía al gigantesco peso de las guitarras de ‘Sin’, una canción densa, con una especie de marcha y salidas de madre en su base guitarra/bajo que nos decía claramente que acá habían más cosas, no era el peso sabbathico de Soundgarden ni de AIC precisamente, había algo en su esencia que los desmarcaba de eso.
Dos joyas hacia el final como ‘Crackerman’, un temazo para salir saltando a cualquier parte, era una sorpresa a esas alturas, su coro totalmente taquillero y los giros que se daba en sus guitarras como hipnotizantes, un viaje, un tema para engrupirse totalmente, agarrar una moto y salir a buscar fiesta donde sea. El cierre con ‘Where the River Goes’ fue para palabras mayores, broche de oro total. Más de ocho minutos de un peso y densidad ‘grunge’ (acá sí que los fantasmas de AIC podían aparecerle a STP, pero con estilo). Un cierre magistral para un disco sin puntos bajos prácticamente.
Fue curioso el caso, es el disco más grunge de STP y no lo fue tanto, con “Purple” darían un paso enorme y aún más con el “Tiny Music…” más adelante incluso. Era la época de la pelirroja cabeza de Weiland que guardaba un sinfín de ideas notables, demostrando que sin él la banda iba a ser poco lo que podría hacer, y caso más que demostrado con los lanzamientos de hoy en día. No hace mucha falta dar cuenta que Weiland era un talento y, querámoslo o no, los De Leo han dejado claro que la camiseta STP les ha pesado un poco este último tiempo. Simplemente nos quedamos con este debut dorado.