Def Jam Recordings, 1988 El metal siempre buscó ser extremo. Buscó generar reacciones, hostigar, incomodar…
Disco Inmortal: Talk Talk – Spirit of Eden (1988)
Parlophone Records, 1988
Spirit of Eden, significó el primer paso hacia la liberación y el acercamiento a la experimentación de la ya desaparecida banda inglesa Talk Talk. Distanciados completamente del sonido synth-pop, que de una forma u otra los transformó en íconos del pop ochentero, y desprendiéndose de todas las ataduras impuestas por la industria musical, la banda liderada por Mark Hollis se sumergió en la búsqueda de la sacra espiritualidad. Resultado para muchos inesperado, su cuarta y magistral placa de estudio desborda atmósferas transgresoras, compuestas por tres elementos vitales: alma, sonido y silencio.
Grabado casi en absoluta oscuridad y con breves destellos de luces estroboscópicas como únicas fuentes lumínicas, este álbum es proeza y reflejo de un elaborado y sumamente minucioso trabajo compositivo, que lentamente se fue fraguando bajo una rutina extenuante y rigurosa; alrededor de 12 horas diarias de grabación e improvisación, durante 11 largos meses. A ello se sumó una docena de músicos invitados que ayudaron a forjar un sonido innovador, enriquecido por tintes de variados estilos musicales, pero sin encasillarse en ninguno. Desde el blues, pasando por el free jazz, la música litúrgica y el ambient.
Con aires gélidos, oscuros y misteriosos, The Rainbow, da inicio al disco que se va construyendo lentamente a base de sonidos ambientales, sintetizadores suspendidos, una armónica que describe la soledad del paraje y la interacción de dichos instrumentos con el silencio. Guitarras y armónica se fusionan para encender los neones de una ciudad de atmósferas azules, aparentemente dormida. La voz quejumbrosa de Hollis se une al ritmo constante de la línea de bajo y percusiones. Destaca la recurrente variación de intensidades, que genera un interesante juego de dinámicas. De esta forma, casi sin percibir, prosigue Eden con un ímpetu desgarrador en voces, fusionado a la perfección con la espacialidad de guitarras y órgano. Desire, se atreve aún más en la experimentación, incluyendo ritmos más libres, de influencia latina y amalgamados con guitarras distorsionadas.
Inheritance, vuelve a bajar las intensidades, abriendo con piano y ritmos jazzeros en baterías. Mucho más abstracto, alberga guitarras ruidosas y a la vez se sumerge en la música de cámara. I Believe in You, una de las piezas claves del disco, comienza por abrir las puertas del edén. Una voz abatida y reverberante inicia el andar hacia un universo celestial. Inspirada en Ed Hollis (hermano mayor de Mark) y su adicción a la heroína, incluye pasajes interpretados por el coro de la Catedral de Chelmsford, y con ello, el camino hacia la luz es simplemente conmovedor. Wealth, se encarga de cerrar la obra con tintes de gospel y texturas ambientales que finalmente se diluyen en el último gran fragmento: el silencio. Tan importante como todos los instrumentos, Hollis se refería a él añadiendo: “Me gusta el sonido, pero también me gusta el silencio. Y de alguna manera, me gusta más el silencio que el sonido”.
Pese a que fue un disco que apenas vendió 500 mil copias en total (y que además les acarreó un juicio contra los gigantes de EMI y la salida de la banda de la casa discográfica), Spirit of Eden hoy es considerado una obra trascendental y precursora directa del post-rock. A más de 3 décadas de su lanzamiento y a casi 2 años de la muerte de Mark Hollis, su genio mentor, no cabe duda de que su creación traspasó generaciones y que su gran legado perdura hasta el día de hoy.