Disco Inmortal: The Doors – Morrison Hotel (1970)
Elektra, 1970
La llegada de «Morrison Hotel» al momento que estaba pasando The Doors no fue de lo más propicio para la banda que digamos, de hecho, lo fue muy por el contrario, con Jim Morrison algo averiado físicamente producto de su constante adicción al alcohol y las drogas y con un juicio de por medio que venía arrastrándose de su «obscena» presentación en 1969 en Miami, Florida, donde el mito cuenta que actuó desnudo y mostrando sus genitales explícitamente. En ese escenario entraron al estudio a tratar de reivindicar su imagen que por esos años fue bastante crucificada, sobretodo de parte de los sectores más conservadores de la sociedad norteamericana.
Entonces más que lamentarse por su suerte, el grupo se planteó esta nueva etapa musical casi como un desafío, donde para ellos claramente quedó de manifiesta intención el querer primar el arte antes que todo, el cual era su principal fuerte y así echar vista abajo de todos los líos y la exposición mediática a la que se encontraban en aquellos años. Hablamos de finales de 1969 y principios de 1970.
Tal como se replanteó The Doors en este aspecto llegó el sonido más callejero y rockero que fue lo que se impregnó en el disco a grandes rasgos: el jazz- y por sobre todo el blues- estuvo casi omnipresente en la placa. Jim Morrison ni siquiera dejó su veta poética, es más, podríamos decir que incluso se acentuó más desde otra perspectiva en «Morrison Hotel», incluso por esos años el cantante publicó su libro de poemas «The Lord and the New Creatures», tan de culto considerado por estos días.
Un disco que se dividió en un par de caras: la Cara A con un sonido más blusero y maloliente, desde donde atacaría una de las más aclamadas gemas del cuarteto: ‘Roadhouse Blues’, una canción de bar, con un exquisito piano y una melodía para gozar escuchándola todo el tiempo, la participación de John Sebastian (acreditado como «G. Puglese») en la armónica, fue parte fundamental en el énfasis blusero de la canción, hecho que no es para nada menor, ya que fue una canción imprescindible para que muchos fans del blues se acercasen a la música de la banda de Los Ángeles. Una perfecta cruza entre el rock y el blues, aunque quizá no tan visceral como lo que estaba haciendo Led Zeppelin o Cream desde el otro lado del atlántico, llevando el estilo de la música negra hacia cosas mucho más densas.
Los teclados de Ray Manzarek aparecen deliciosa y sutilmente en cosas como ‘Waiting for the Sun’, tema nutrido de toda esta sombría poesía de Morrison, un tema que a decir verdad ya estaba hecho desde los inicios de la banda, claramente pensado para el álbum del mismo nombre de 1968, pero que finalmente encontró su mejor lugar en esta entrega de 1970. ‘You Make Me Real’, la elegida como sencillo no tuvo la repercusión que se pensó, una canción también permeada de rock clásico del puro y duro, acá espacio para la fiesta y el divertimento están asegurados, nuevamente los pianos protagonizando gran parte del tema, pero al parecer no encajó en el gusto más rebuscado de la media de fans de los norteamericanos, aunque es un clásico por donde se le mire hoy en día.
Temas como ‘Peace Frog’ con algún guiño a ‘A Little Less Conversation’ de Elvis mantienen una onda increíble en el disco, muy funketa en este caso. Las luces y escándalo bajan con ‘Blue Sunday’, donde Morrison, el amo y señor del disco y la banda hace gala de su talento tanto vocal con ese barítono que tanto lo caracteriza como con sus letradas composiciones, en este caso llenas de nostalgia y romanticismo. La primera parte de este primer lado titulado «Hard Rock Cafe» (adivinen de dónde salió la mítica cadena de restaurantes con tal nombre y símbolo clásico que en más de una polera se ha visto) viene a cerrarse con ‘Ship of Fools’, donde el bajo de Ray Neapolitan -un invitado fundamental del disco-, marca su sello, en un tema no tan abismante y que quizá no cuaja muy bien con el resto del disco, pero ahí está y no termina desagradando.
El Lado B que se llamó «Morrison Hotel», que a todo esto fue nombrado así al igual que el álbum por una foto (la de la portada) de un hotel donde llegaban vagabundos y errantes en Los Ángeles, arranca con ‘Land Ho!’, que en un tono algo circense y medio country claramente marca otra estética musical, ritmos cabalgantes y la guitarra de Robby Krieger que empieza a inquietarse hacen de ella una intro muy amigable para este segundo lado. ‘The Spy’, otra canción blusera y con ese factor onírico que reaparece y que parecía haber quedado olvidado nutre de las mejores pesquisas Doorseanas al disco, una grande del álbum, algo subvalorada. ‘Queen of the Highway’, dedicada a Pam Courson, quien fue su pareja por largo tiempo, una tarea que llegó a ser titánica debido la personalidad del idolatrado cantante, es una especie de repaso histórico y con una ternura casi desmesurada de su relación con ella, en ningún caso oscura.
‘Indian Summer’ tomó prestadas partes de las sesiones de los primeros años de grabación de la banda y obviamente cae el sicodélico estilo de esos años, y sí, aunque este disco es un clásico por donde se le mire, podríamos decir que esta canción cae de relleno casi al cerrar la placa. Todo termina con ‘Maggie M’Gill’, ésta para nada de relleno y que nuevamente trae el aguardiente, el whisky y el vapor de cantina a esa esencia del disco, todo esto más el vozarrón de Morrison apareciendo como nunca.
Para ser un disco hecho en desafortunadas circunstancias que pasaban alrededor de la banda no lo hizo para nada mal. The Doors apostó por recoger las raíces del blues y combinarlas con un poco de todo lo que hizo en su carrera y resultó ser una obra de proporciones, aclamada por la crítica especializada, tanto de aquellos años como hasta el día de hoy por esta humilde tribuna. Fue algo así como el «Let It Be» de The Beatles por hacer un paralelo, un disco en épocas y momentos interpersonales complicados dentro de la banda, pero que resultó ser tan bueno al punto de considerársele mágico, inmortal e imprescindible, como casi todo lo que hizo The Doors pero asomando la cabeza por delante claramente en varias cosas de su atesorada discografía.
Patricio Avendaño R.