Disco Inmortal: Iron Maiden – The Number of the Beast (1982)
EMI Records, 1982
Hablar de este disco es hablar claramente de un punto de inflexión en la historia del heavy metal. Los propios Iron Maiden denominan el «The Number of the Beast» como un fenómeno de alineación astrológica donde muchos factores concluyeron una de las más innovadoras y grandes obras de este género. Y mucho de cierto en eso hay, es un disco de canciones llenas de innovación para lo que se venía haciendo, incluso un momento preciso para la banda, en un período clave en que tuvieron que replantearse como sería un futuro en la banda con el errático en esos años vocalista Paul Di’Anno, que estaba llevando al grupo a una especie de debacle con sus constantes problemas con el alcohol y las drogas.
No podía seguir así su historia, pues Di’Anno finalmente deja la banda y el tiempo ha dicho que quizá fue lo mejor que le pudo haber pasado a Iron Maiden. Las miradas en 1982 apuntaron en una muy buena y correcta dirección: el vocalista Bruce Dickinson, que militaba en la banda de NWOBHM Samson, que llegó a tener serias disputas con Maiden por esos años, cuando Dickinson se unió a Maiden, incluso su situación contractual con Samson le impedía involucrarse en la composición de «The Number of the Beast», medida que el cantante inglés no tomó muy al pie de la letra que digamos, ya que canciones como ‘The Prisoner’ o ‘Children of the Damned’ vieron sus primeros aportes a la banda, aportes que se acentuarían y que se volverían importantísimos con el correr de la historia de la doncella.
Ya que la mencionamos partimos con ‘The Prisoner’, influenciada por una de las series favoritas de la infancia de Dickinson y que causó bastante revuelo en su tiempo, el protagonista llamado «number six», un ex agente británico de la época de la guerra fría que renuncia a su cargo y debido a esto es recluído en una extraña villa, donde también se empecina en descubrir quien es el misterioso «number one» que la gobernaba, la lucha de su libertad y por que no sea llamado por un número es lo que plantea la canción, con esas ya clásicas locuciones con la voz del propio personaje de Patrick McGoohan, (el protagonista de la serie) en el tema. Musicalmente el riff y la batería (tocada y creada por Dickinson en las sesiones) le dan una personalidad única convirtiéndose en una de las grandes canciones del álbum.
En este disco iba a ser muy importante el trabajo de Adrian Smith y su estilo con la guitarra, ‘Children of the Damned’ es una gran canción épica del disco, la melodía es totalmente conmovedora al principio y el momento de los solos con una muy compenetrada banda simplemente aplasta. El tema estaba totalmente basado en esta película de ciencia ficción de 1963 en que unos extraños niños rubios gobernaban el mundo y tenían como propósito matar a todos los adultos. En ‘Hallowed Be Thy Name» ocurría más o menos lo mismo con la canción, era una película hecha música, como explicaría el propio Dickinson, con miles de notas que te querían contar algo; también, por supuesto, su épica es para derramar lágrimas, transportadora y los gritos desgarradores de Dickinson llegan a poner la piel de gallina. También Smith iba a ser el escritor de ’22 Acatia Avenue’, esta canción que había tenido una especie de «precuela» con ‘Charlotte the Harlott’ del primer disco de los británicos, la historia de una prostituta, de la cual nunca se ha pronunciado mucho al respecto la banda, pero que claramente se basa en la relación con una mujer que pasó en realidad.
El empujón definitivo de esta banda en planos musicales llegó con ‘The Number of the Beast’, la canción, un tema absolutamente himno del heavy metal, sus riffs energizan a cualquiera y sus versos están muy bien puestos, las sesiones de grabación fueron un constante round entre Dickinson y Martin Birch para lo que fueron las voces, algo que en el resultado se justifica totalmente. ¿Que rockero no ha coreado ¡’Six, six, six, the number of the beast’! más de alguna vez?! Es uno de los coros más cantados y aclamados dentro del rock.
Es un gran álbum con un controvertido nombre, era claro que iba a tener que lidiar con sectores católicos y conservadores por su supuesta alusión satánica, lo cual si bien no estaba del todo errado, no se tomó de la mejor manera, ‘The Number of the Beast’ es simplemente un sueño de una persecución a Steve Harris en los bosques condimentado con esta numerología 666 , que se asocia al anticristo. Era parte del juego de Iron Maiden y de muchos grupos de la época, tener un objetivo de mercado basado en el concepto de llamativas portadas con horribles criaturas y mensajes de esta índole, pero en la práctica en ninguna de las letras de Iron Maiden se ha invitado a adorar al demonio ni mucho menos. Consideremos que la lírica de Iron Maiden es una de las más ricas en cuanto a citas literarias e historias que van desde el surrealismo hasta la ciencia ficción, pasando por muchas más influencias.
Sin embargo, -y no siendo mito ya que esto ocurrió realmente explicado de boca de sus propios protagonistas-, hubo una serie de hechos que envolvieron en un profundo misterio a varios involucrados en la realización de este álbum, Martin Birch, flamante productor de bandas insignes como Black Sabbath o Deep Purple fue el encaragado de esta producción, y entre otras cosas extrañas, está la anécdota del choque que tuvo con otro auto con seis monjas, más aún-y ya al borde de lo terrorífico-fue cuando le pasaron la factura del arreglo de su automóvil: fueron exactamente 666 libras esterlinas. Como para quedar helado, por lo menos.
La portada, siempre hecha por el talentoso dibujante y eterno colaborador de la banda Derek Riggs planteaba esta idea del diablo tomando a Eddie como una marioneta pero por encima Eddie tomándolo a él , era el quién es quién o el quién es más malo, con Eddie no se juega. Sin duda es una de las más clásicas del arte de Maiden.
Y si el disco sufrió acusaciones de ser satánico o muy oscuro, hay una gran parte de él que no tiene nada que ver con ese concepto. ‘Run to the Hills’ es una canción hasta de conciencia social en defensa de los indios nativos americanos y su persecución por parte de los ingleses, era una nueva cara de Maiden y de la lírica de Harris, poco vista antes. El factor galopante mezclado con esa muy rítmica intro la convierte en algo muy innovador para lo que venía haciendo la banda, muy querida por sus fans en los conciertos, y momentos de delirio que llegan casi siempre al cerrar sus shows además.
Steve Harris y todos los involucrados en esta nueva etapa de Iron Maiden estaban viendo crecer algo bueno, quizá de aquí en unos años más no tuvieron un éxito comercial tan rotundo como el de éste disco, pero no por eso la banda no seguiría facturando himnos emblemáticos y épicas canciones, no por nada Maiden es una banda que gusta a sectores diversos: punks, metaleros, rockeros clásicos y público en general se ha identificado con su música. Su influencia sobretodo para lo que es la épica en el metal es imprescindible, y este número de la bestia tendría mucho que ver en eso.
Patricio Avendaño R.