«Savage»: el sombrío y triunfal regreso de Gary Numan
BMG / The End Records, 2017
«Las canciones son sobre las cosas que la gente hace en un ambiente tan duro y aterrador”, expresó hace un tiempo Gary Numan sobre lo que trata su última placa titulada “Savage”. Con este trabajo publicado en septiembre del 2017 el británico vuelve a sus raíces, pero con una tonalidad más actual. ¿Tan así se preguntan muchos? Pues es así. Sigue un proceso cíclico de fusiones tantos culturales como sonoras, pero vistos desde una perspectiva apocalíptica o post apocalíptica, poniendo el acento en lo que es el resultado de un mundo desértico debido al calentamiento global.
Numan, se dedicó casi dos años para desarrollar una obra que llama la atención y, por supuesto, de sus fanáticos que han avalado este LP como uno de sus mejores discos. Bajo la producción de Ade Fenton, en sesiones divididas entre el Reino Unido y Los Ángeles tuvo como resultado un trabajo completamente sombrío, con bastantes intervalos melancólicos y otros fuertemente explosivos que nos demuestra que el status quo reinante nos llevará a un ambiente en el cual lo lúgubre junto a una naturaleza deprimente es el panorama más acertado de lo que estamos haciendo tanto individual como colectivamente, visto desde la postura de un narrador crítico y ensimismado.
“Ghost Nation” abre los fuegos de este álbum conceptual, una canción con claras tendencias de Synth Pop que nos recuerda un poco aquellos trabajos realizados en los 2000 por Nine Inch Nails (NIN), debido a los elementos industriales que en esta pieza son bien llevados por Gary Anthony James. Un claro ejemplo que su evolución es una de sus mejores armas para reinventarse y callar bocas.
«We represent the fame / We are whispers in god’s name / We are the heat that burns your skin / We’re the cold that lets pain in / We’re the wind that blinds your eyes / We’re the machine that haunts your liesm/ We’re the nightmare when you sleep / We’re the guilt that old men… keep» (Nosotros representamos la fama / Somos susurros en nombre de Dios / Somos el calor que quema tu piel / Somos el frío que deja el dolor en / Somos el viento que ciega tus ojos / Somos la máquina que atormenta tus mentiras / Somos la pesadilla cuando duermes / Somos la culpa de que los viejos … sigan»).
Con “My Name Is Ruin”, el primer sencillo del disco, nos baña en un melodrama terrorífico, donde los sintetizadores junto a unos bajos atronadores son el atributo excelso de este single, que tiene una acentuada participación de su hija, Persia en los coros y acompañamiento del rey del maquillaje blanco y el delineador. El video, por cierto, es una muy buena obra de arte filmada en los desolados paisajes del desierto del sur de California. Todo lo que necesita Numan para hacer calzar sus conceptos se concentran en gran parte en los poco más de cuatro minutos que dura esta representación (alguna semejanza con trabajos audiovisuales de Trent Reznor es solo coincidencia). “The End Of Things” corre con muchos tintes a ser una balada, pero los sintetizadores nos acerca a esta especie de homenaje a Edgar Allan Poe, dejándolo en una posición casi idílica a lo que se manejó uno de los más grandes maestros del terror. Una canción magnífica y que tiene muy buena aceptación en diferentes sitios especializados de música.
«My name is ruin, my name is vengeance / My name is no one, no one is calling / My name is ruin, my name is heartbreak / My name is loving, but sorrows and darkness / My name is ruin, my name is evil / My name’s a war song, I sing you a new one / My name is ruin, my name is broken / My name is shameless, I’ll tear you wide open» («Mi nombre es ruina, mi nombre es venganza / Mi nombre es nadie, nadie está llamando / Mi nombre es ruina, mi nombre es desamor / Mi nombre es amoroso, pero tristezas y oscuridad / Mi nombre es ruina, mi nombre es malvado / Mi nombre es una canción, te canto una nueva / Mi nombre es ruina, mi nombre está roto / Mi nombre es desvergonzado, te arrancaré de par en par»).
“When The World Comes Apart” es ese track que perfectamente podría estar sonando en la pista central de aquella discoteque ubicada a pasos del metro Unión Latinoamericana (ULA) o de una que se encuentra en plena Avenida Matta. Poderosa y bailable. Letra muy precisa, tronadora y que contiene todo el dramatismo que es el adjetivo recurrente del creador de “Cars”. Una pieza de colección para los DJ y que perfectamente puede encender una noche lúgubre. Pedirle al inglés más en este trabajo podría resultar ofensivo, pero Numan lo ha logrado en cada parte de este larga duración conceptual que, dicho sea de paso, es el disco número 21 en su historial y que lo traerá por primera vez a Sudamérica, en una gira que contempla a Chile agendada para el próximo 1 de septiembre en el Gran Arena Monticello.
Un disco completamente interesante, que nos hace poner los pies en una tierra que es devastada día a día por el ser humano. Gary Numan nos entrega a través de su visión una realidad que no dista mucho de ser verdad. Sus acompañantes más fieles como son los sintetizadores y lo último en cuanto a tecnología musical nos adentra en un perímetro aterrador, con mensajes directos de lo que es la condición humana en un desierto elocuente de tristeza y desolación. En palabras del propio Numan este último trabajo «se trata de una necesidad desesperada de sobrevivir y es donde las personas hacen cosas terribles para poder hacerlo, y algunos están obsesionados por lo que han hecho resurgir, y realmente va cuesta abajo desde allí».
Por Bastián Cifuentes