«Spark»: el emocional viaje de regreso a la luz de Alain Johannes
Solo el buen Alain Johannes sabe cómo y de qué manera vivió uno de los capítulos más infames de su vida: la pérdida de su esposa y la ultra talentosa Natasha Shneider, víctima de cáncer en 2007, artista con la que compartió un amor de un brillo tan intenso y chispeante como el nombre del álbum que está dedicado a su memoria y que aprovechamos de comentar en este nuevo capítulo de Discomanía, pero que también propuso a sí mismo la búsqueda de un camino luego del desconsuelo, que se ve reflejado en prácticamente cada nota del emocional álbum, primero en su carrera en solitario y un paso totalmente necesario en ese tramo de su vida. El disco nos suena a rabia, ganas de lanzarlo todo contra el muro, pero también a cierta redención y eso es lo que lo hace uno de los discos más maravillosos de la década de los 2010’s.
Son solo ocho pistas en media hora que se van consumiendo tan rápido con una chispa que va por una dinamita llena de pólvora como la que lleva en su calva en la portada, y a pesar de su brevedad, cada uno de los recovecos de este disco presenta emociones desgarradas de distintas maneras. Melancolía y tristeza, vaya que sí, pero también cómo encara la vida a través de la muerte, de la pérdida, es admirable («Riendo con Dios por este plan inconcluso») canta en la poderosa y punzante «Unfinished Plan». Pese a la presencia de Natasha en cada paso de él («Spider», «Endless Eyes»), con alusiones claras al apodo de la música («Araña») y a esos ojos sin final que poseía y que embrujaban a Alain, es también un derroche de humanidad, armado con su Guitar Box y otros encantadores artilugios instrumentales de innovación sublime, totales protagonistas de todo y medios hablantes de muchas formas posibles y donde también el factor «mundo» que nos muestra juega papel primordial: variedad estilística de técnicas de guitarra recogidas de Oriente y la India, rebozada de la escuela desértica de los proyectos pasados de Alain (QOTSA, Them Crooked Vultures) y con ese ímpetu grunge (Eleven) al momento de poner esa furia en él, que sugieren desde misticismo introspectivo hasta la agresiva forma flamenca de grandes del estilo como Paco de Lucia.
Es curioso, a veces nos preguntamos, porque Alain decidió desenchufar las cosas para mostrar un disco tan emocional, y justamente ahí reside su brutal despliegue, que nos muestra que esa pequeña guitarra tan clásica de «caja de cigarro» armada por luthiers puede más que mil amplificadores juntos. Alain recuperó las ganas de vivir y no podía hacerlo más que a través de la música. Uno de los tesoros del chileno sin duda, que también tras este episodio por cierto aprovechó de retomar camino hacía sus raíces, tema para la historia que se sigue construyendo sin duda en el presente.
Por Patricio Avendaño R.