Dredg- «The Pariah, The Parrot, The Delusion» (2009)

Dredg- «The Pariah, The Parrot, The Delusion» (2009)

Ohlone Recordings, 2009

Nada puede salir mal de una banda de la cual su pueblo de origen se llama «Los Gatos» (California)  y si bien esta banda no ha tenido una discografía del todo pareja y perfecta, hay un disco que se movió -quizás más que ningún otro- muy bien por los terrenos del progresivo alternativo, aquel de la talla de Tool, Chevelle, Riverside quizás, pero aun con las reminiscencias indie y nu metal de sus inicios, sumando frentes objetivos de sublimación, de cuidado y que fue algo que nos dejó grandes cosas: hablamos del disco «del pajarito», y por cierto, una de las más bellas portadas diseñadas para disco alguno: The Pariah, The Parrot, The Delusion. El sexto álbum, su placa más madura y bien concretada, y por ende una de sus más atesoradas debido a varios factores que pasaremos a explicar.

El álbum está estructurado de una manera similar al segundo álbum  de los estadounidenses, El Cielo. Lo de la postal de la portada tiene algo en concreto que va directamente relacionado con el diseño del disco: existen los llamados «sellos de origen» («Stamp of the Origin»), que actúan como transiciones entre grupos de canciones. El álbum también tiene una buena cantidad de temas instrumentales, algo que le faltaba al álbum anterior, Catch Without Arms (con la excepción de «The Ornament» al final del álbum). Los lanzamientos de CD y LP están empaquetados y diseñados para parecerse a una carta (de ahí los «Sellos»). Y la carta tiene realmente un mensaje, al igual que muchos temas del disco. El álbum en realidad está inspirado en un ensayo de Salman Rushdie, titulado Imagine There Is No Heaven: A Letter to the to the Six Billionth Citizen. La carta de Rushdie está dirigida a la persona número seis mil millones nacida en el planeta. Ofrece consejos en dos niveles críticos a esta personita: «¿Cómo llegamos aquí? Y, ahora que estamos aquí, ¿cómo viviremos?» Al responder a estas preguntas, Rushdie sugiere que las estructuras religiosas dogmáticas representan una fuerza externa que regula y define la vida de las personas. El intento de dredg es la versión musical de este dilema existencialista para un álbum que parece estar diciéndonos mucho más de lo que parece.

El atractivo punto de entrada llega con un buen riff precedido de cantos de niños y un Gavin Hayes que irrumpe en un coro suave y suplicante, cantando: «Oh, los delirios no están destinados a justificar, justificar las cosas que haces.», desde acá ya vamos viendo el sólido trabajo que ofrecerá un hombre importante en el sonidazo que ofrece la placa como en «Pariah», el baterista  Dino Campanella. Acto seguido encontramos delicados pianos, bases, un movimiento muy electrónico, el primer instrumental en ‘Drunk Slide’, donde la mano de álbumes de A Perfect Circle pudieron haber nutrido perfectamente esta rama de la banda, que embellece sin duda el álbum.

El impecable momento del disco llega. “I’ll never leave the place/ where I was born, because beyond these town limits, even though I’ve never seen them, there’s really nothing else to explore, there’s nothing more, there’s nothing more.” («Nunca dejaré el lugar donde nací, porque más allá de estos límites de la ciudad, aunque nunca los he visto, realmente no hay nada más que explorar, no hay nada más, no hay nada más») canta Gavin Hayes en «Ireland», la mejor canción del disco y una de las mejores canciones de su discografía. La pregunta es porqué la banda le puso Irlanda, tal vez pensando en aquellos bellos parajes del país europeo y las ganas de no soltarlo jamás. El enamoramiento geográfico intrínseco, grandes coros, sobresalientes pianos, elevados momentos de peso en las guitarras y un gran momento del álbum.

Con “Cartoon Showroom” Dino Campanella se luce nuevamente en la batería para esta pista, y lo que queda es una combinación extraña: sentimientos de esperanza, secretos oscuros, animación y finales abiertos. La melodía absoluta y sentimental que suena con la línea, «Agujero de gusano a través de tiempos anteriores». La extraña composición musical junto con el contenido lírico sentimental pero sombrío hacen un todo de pulcritud, pero ¿sobre qué demonios está cantando? ¿Qué es la sala de exposiciones de dibujos animados? Tiene techo y se menciona una puerta. Y dado que este álbum va más allá de cualquier situación, a la condición humana, podemos asumir que está haciendo una declaración sobre la vida, pero todo es difuso y muy metafórico. La sutileza que logra dredg acá los acerca mucho más a terrenos art rock que al prog mismo. O una perfecta combinación de ambos.

En «Quotes», con un coro como, «Nuestra sobriedad disminuirá … Estas drogas nos expandirán» claramente se alude al alcohol y las drogas. La canción abre con la solución del problema: «Hay una manera, una manera de salir de aquí». De esa manera es «simplemente dejarlo ir». Si esta canción no se trata solo de sustancias controladas, solo tiene algunas claves para la interpretación en la línea, «Hay algún lugar, algún lugar al que puedes ir. Es obvio, bueno, es evidente. Está justo frente a ti, así que extiende la mano y tómalo». La lucha con los demonios se sucede mientras el bajo y la batería se apagan hasta el momento oportuno para acelerar el ritmo, y luego todo se ralentiza unos latidos por minuto. Las palabras «Let go» terminan la canción con un reverberante lanzamiento y mensaje: «Déjalo ir». Antes llega «Savior», que por otra parte ataca con los riffs más agresivos que podemos encontrar en el disco para transformarse en un midtempo fascinante, lo mismo pasa -aunque con menos peso en las guitarras- con «Mourning This Morning», una canción llena de groove y grandes coros. «I Don’t Know» fue una de las pocos que contó con promoción y videoclip, y que suena bien. Esta pista alberga la hipótesis del álbum, la respuesta a la pregunta de ciudadano seis mil millón: «No sé si iré a algún lugar especial cuando muera … Así que seguiré viviendo a mi manera», canta Hayes justo antes del silencio del puente de la canción. Sin embargo, está dentro de lo más flojo y poco jugado de un álbum con canciones mucho más consistentes.

El propio arco conceptual y contemplativo del álbum nos lleva más profundo, más abajo, de hecho, «Down to the Cellar» es la última pista instrumental del álbum, y es grandiosa. La interacción entre la guitarra melódica y repetitiva (interpretada por Hayes) y la guitarra afinada ultra baja y sombría es una dinámica asombrosa. La pista podría ser la banda sonora de una película perfectamente, como muchas de estas canciones y sus inspirados momentos.

El álbum termina con «Stamp of Origin: Horizon». Este es un recuerdo de audio que suena como mirar por la ventana trasera de un automóvil bajo la lluvia. Incluye una letra corta (sobre dejar que todo «se desvanezca en el horizonte») y una sección instrumental conmovedora con selecciones de todas las letras anteriores del álbum. Cuenta la historia completa del álbum en retrospectiva. Muchos de los momentos existenciales se comulgan acá y no deja de ser un gran final para el que fue sin duda «la obra» de dredg, desde el punto de vista simbiótico, de transversalizar ideas, conceptos y crear belleza representada musicalmente en uno de los mejores discos del estilo de fines de década dosmilera.

Por cierto, hay notas en la edición física en el álbum dedicadas al bajista de Deftones, Chi Cheng, luego que quedó en coma como resultado de un accidente automovilístico catastrófico mientras la banda estaba trabajando en Diamond Eyes, un detalle no menor que nos hace querer un poco más este gran álbum.

Por Patricio Avendaño R.

Nacion Rock

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *