Drogas, riñas y piedras rodantes: Guns N’ Roses durante 1989
Para la temporada 1987-88, Guns N’ Roses no se detuvo ni un momento: llegó a estanterías su salvaje debut Appetite for Destruction, estuvo de gira promocionándolo en territorio norteamericano —como número de apertura de inmortales de la clase de Aerosmith, Iron Maiden, Mötley Crüe y The Cult. Se paseó para unas cuantas fechas en Japón, Oceanía y Europa; para terminar publicando su segundo disco: GN’R Lies. Poco se supo de ellos en 1989, luego de que en enero fueron recibidos en la ceremonia de los American Music Awards; cita en que tocaron Patience con Don Henley, integrante de los Eagles en la batería —parchando a Steven Adler, que estaba en rehabilitación. Lanzaron el clip de la ya mencionada canción, que fue filmado el Día de San Valentín, y se esfumaron por un tiempo —con una fugaz aparición en septiembre de Axl e Izzy, en el marco de los MTV Video Music Awards, para un par de temas con Tom Petty and the Heartbreakers: Free Fallin’ y Heartbreak Hotel.
De una u otra forma todo se condensó para el mes de octubre. Primero con el rodaje del video de It’s So Easy, que recoge una presentación en The Cathouse —famoso club del Sunset Strip angelino frecuentado por Guns N’ Roses. El problema de aquella vez fue que David Bowie se apareció por el lugar, y coqueteó con Erin Everly —la novia de Axl Rose. El pelirrojo, viéndolo desde el escenario, comenzó a insultarlo hasta que llegó a los puñetazos con el duque blanco; situación por la que fue abordado a la semana siguiente.
Los Rolling Stones habían vuelto, luego de tres años de silencio discográfico, con Steel Wheels —última producción que tuvo al bajista Bill Wyman; y que para el tour norteamericano se llevaron de viaje a Living Colour. Concretaron cuatro conciertos en Los Angeles Coliseum, los cuales a todos se les añadió Guns N’ Roses como invitado especial —los cuatro finales que tuvieron antes de graduarse como teloneros, y comenzaran a ejercer como atracción principal. En entrevista con la revista Kerrang!, Rose relató lo sucedido tras bambalinas con Mick Jagger y Eric Clapton:
“Estaba sentado en un amplificador, y de la nada tenía a los dos enfrente de mí. Jagger no hablaba mucho, ¿cierto? Él estaba bastante serio por todo, y de repente me dijo: ‘Te involucraste en una pelea con Bowie, ¿verdad?’. Entonces le conté rápidamente la historia, y él junto a Clapton empezaron a hablar sobre Bowie; de cosas de hace muchos años. Decían que cuando se emborrachaba, se convertía en El demonio de Bromley. Digo, yo ni siquiera participé en esa conversación, sólo estaba ahí escuchando cosas sobre Bowie. Fue divertido”.
Los californianos y sus sets, que cada uno bordeó los 70 minutos de duración, iniciaron con el pie izquierdo. Contextualizando, fue la época en que quizás circuló más droga en la agrupación, lo que hizo caldear los ánimos y que no pudiesen aguantarse entre ellos; sumado a la oxidación que arrastraban, por tocar juntos con suerte dos veces durante toda una temporada. Para el primero de los shows Axl ni se molestó en llegar, pero fue llevado a la fuerza por dos agentes de policía; que lo fueron a buscar hasta su casa, por petición del jefe de producción de los Rolling Stones. Y apenas se mostró al público, Rose ya se encontraba podrido dando un discurso. Eso debido a que un rato antes, los ya nombrados Living Colour —que valga decir son afroamericanos, se pusieron a hablar sobre racismo en el entarimado; en clara referencia a la reciente canción One in a Million, que no dejó de traerle problemas a Guns —y que por supuesto estaba más que vetada.
Exceptuando el acompañamiento de bronces en Move to the City, el resto fue cercano a lo olvidable: el vocalista tropezó y cayó al foso de los fotógrafos, que pronto lo hizo estallar; esta vez contra sus propios compañeros. “Odio hacer esto sobre el escenario, pero he intentado esto de todas las putas maneras. Y hasta que ciertas personas en esta banda arreglen su mierda, este será el último concierto de Guns N’ Roses que jamás verán. Estoy cansado de ver a demasiada gente en esta organización bailando con el puto Mr. Brownstone [tema que retrata la adicción a la heroína]”. Al día siguiente; tras una disculpa pública de Slash, el principal aludido del mensaje, se retractó la supuesta desmantelación; moviéndose dentro de lo normal las restantes presentaciones.
Mick Jagger, refiriéndose al caso, acotó: “Axl dio un buen show, pero ojalá se hubiera callado la boca y se hubiera dedicado a cantar”. Pese a los pormenores; se volvieron a reunir dos meses después, con Rose y Stradlin, para despachar el clásico Salt of the Earth —en dos funciones de los Rolling Stones llevadas a cabo en Atlantic City. Slash fue el único que mantuvo contacto, a través de los años, mostrándose en diferentes actividades con Ronnie Wood.