El desastre de San Luis: el concierto de Guns N’ Roses que se fue de las manos
2 de julio de 1991; esa fue la fatídica fecha en que Guns N’ Roses sembró el caos en la ciudad de San Luis, en el estado de Misuri —tristemente conocido en inglés como Riverport Riot; por el nombre del recinto, el Riverport Amphitheatre. Muy difundido; casi un folklore rockero debido a que cada segundo fue grabado de forma profesional, y de alguna manera se filtró —contando hasta con un pequeño documental: Welcome to the Riot Show. Una de las oportunidades que mejor les quedó su apodo, de la banda más peligrosa del planeta.
Llevaban un par de decenas de conciertos por anfiteatros norteamericanos, que fueron el punto de partida de la promoción de los Use Your Illusion; cuyos dos volúmenes recién serían publicados en el mes de septiembre. Aun así la mitad del repertorio se apoyó en material todavía desconocido para la audiencia. Pero a San Luis llegaron con una novedad bajo el brazo: el single promocional de You Could Be Mine —que también endosó el soundtrack de Terminator 2, cinta que se estrenó en todo el país un día después del infame incidente protagonizado por Guns.
Tras la habitual presentación de Skid Row, como telonero, hizo un rabioso acto de presencia el número estelar; quizás un poco más acelerado de lo acostumbrado. Era plena fase de experimentación y logística, variando el listado de temas casi todas las noches; viendo cuáles de los nuevos funcionaba en directo, o tenía mejor recepción —y evitarse comentarios de la clase “¡Ya vi ese show en Toledo!”, como diría Axl Rose bajo los reflectores esa noche. La misma persona que se vio locuaz, pero desde el comienzo hostil con alguien en las primeras filas.
80 minutos, repartidos en once canciones, hasta que llegó el turno de Rocket Queen —que poco duró; con la música todavía andando, el pelirrojo se puso a vociferar: “¡Oye, toma eso! ¡Toma eso, ahora, agarra a ese tipo y toma eso! […] ¡Yo mismo lo tomaré, maldita sea!”, lanzándose de cabeza al público. No demoró en repartir puñetazos y volver a subir; no sin antes dar una señal para que parase todo. “Bueno; gracias a los lameculos de seguridad, ¡me voy a casa!”, dijo antes de estrellar el micrófono contra el suelo. La agrupación se retiró y pronto comenzó una violenta bronca, que parece sacada de un episodio de Los Simpsons —con la gente lanzando sillas al escenario, desbaratando los equipos y el mismo anfiteatro. Guns lamentó la situación, explicando que iban a regresar para terminar el concierto; pero lo imposibilitó la rápida reacción de la turba —de lo cual hay 25 minutos registrados en video. Cosa que sí alcanzaron a evitar, por ejemplo, tras altercados en Santiago y Buenos Aires; ambos en 1992. El resultado del mal cálculo del vocalista se tradujo en decenas de personas heridas, y decenas arrestadas —a lo que se sumaron daños avaluados en unos 200.000 dólares.
¿Pero qué fue lo que sucedió? Axl les estaba diciendo a los guardias que le quitasen la cámara fotográfica a alguien, y ante la negativa él se encargó. Según intentó aclarar luego, se trató del repetido hostigamiento —por parte de un integrante de una banda de motociclistas local; siendo al menos el cuarto hecho ignorado por la seguridad —no haciendo nada, durante el espectáculo, cuando tiraron botellas de vidrio al escenario. “Los de seguridad sabían exactamente lo que estaba sucediendo, y estaban haciendo todo lo posible para dejar ir a ese tipo”.
¿Reacción desmedida? Claro que sí. Fue un nuevo caso del niño problema del rock ‘n’ roll; de los cuales su ira ha firmado muchos en vivo, pero aquí lo llevó a un nuevo nivel —sólo alcanzándolo en magnitud, una situación similar en la ciudad canadiense de Montreal (1992). Tras vérsele en reportajes de MTV, esposado entrando a una patrulla policíaca; fue declarado culpable, por el Tribunal del estado de Missouri, bajo el cargo de alteración del orden público e incitación a la violencia —debiendo pagar 50.000 dólares de multa. Al respecto, se limitó a poner en la sección de agradecimientos, de ambos Use Your Illusion, “Fuck you, St. Louis!” (¡Jódete, San Luis!) —junto con, algunas veces en directo, ocupar una camiseta blanca; que en letras rojas se leía “St. Louis sucks” (San Luis apesta).
La prohibición que se le impuso de entrar a la ciudad caducó, o revocó, regresando por primera vez en 2017 —en el marco de la gira de reunión con Slash y Duff McKagan. Cita que transcurrió sin altercados, dando por cerrado el comentado capítulo.