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Éntomos – Praxis (2022)
Independiente, 2022
Praxis, el segundo álbum de Éntomos al fin es una realidad luego de su debut en 2017 con el sorprendente Disidencia. Un álbum 100% producido por la misma banda y que los encumbra justificadamente como una de las nuevas bandas de metal chileno más destacadas de los últimos años. Son 10 las canciones contenidas en Praxis. Canciones que fluctúan entre el metal progresivo más frenético y abrasivo, momentos de pura marcialidad y polirritmos agresivos, hasta momentos instrumentales más contenidos.
El álbum se toma su tiempo para darnos el metal explosivo que se busca en una producción como esta. En «El Despertar» presenciamos un minuto y medio de suave introducción a través de las guitarras. Arpegios que crean una tensión ascendente hasta estallar en la potencia característica del metal. Una canción de cambios rítmicos punzantes. Una introducción 100% instrumental que nos cimienta el camino hacia una experiencia avasallante.
Ya en «Leviatán» notamos aquella sincronización rítmica marcial, agresiva y con la fuerza requerida para no dejar espacios a dudas de que estamos escuchando metal. Una propuesta que bebe mucho de la impronta rítmica de bandas como Meshuggah o Gojira, incluso a ratos hay destellos similares a Animals As Leaders sobre todo en aquella amalgama profunda entre las guitarras y el bombo de la batería (elemento característico a lo largo de todo el álbum). Una canción que nació para ser tocada en vivo.
El frenesí percutivo no para en «El Miserable Poder del Ego», un tema cuya lírica hace una crítica aguda hacia el abuso de poder. La canción más tribal y atrapante del álbum en lo que a potencia rítmica se refiere. Una de aquellas canciones que con gusto pueden escucharse una y otra vez sin agotarlas del todo.
Uno de los singles de Praxis es «Cáncer», cuya producción audiovisual sirvió de aperitivo en su momento para la promoción del álbum. Pasajes instrumentales que constantemente crean tensión, una energía sonora realmente vertiginosa y un coro potente y fácil de digerir, sobre todo por lo crudo de la letra, una de las joyas del álbum. Y es que Éntomos ya destacó por aquello en su primer álbum y ahora en esta segunda placa de estudio han perfeccionado aquel recurso. Letras punzantes; un manejo amplio y generoso del lenguaje como un factor que les suma mucha calidad a todo el entramado musical. Esto le brinda un tonelaje mayor al mensaje que buscan transmitir. Lo de Éntomos no es solo testimonial, sino que también es crítica, cuestionamiento y la búsqueda de experiencias en el oyente, donde no solo nos quedemos con tal o cual riff o cambio rítmico; la propuesta de la banda apela mucho a la inteligencia de su público.
Un álbum que constantemente juega con conceptos que apelan a la naturaleza del ser humano, su cuestionamiento y como todo aquello se entrama en la praxis social. Que temas como estos vayan de la mano con el metal como género musical da como resultado una sinergia discursiva llena de rabia, inconformismo, crítica y por supuesto con la conciencia y esperanza de que la realidad puede y debe ser mejor.
En «Hijos del trastorno» la presencia de acentos rítmicos es profundo. Un tema más lento y de un sonido muy sombrío. Una baja en las revoluciones, una pausa de tintes más reflexivos, lúgubres y contemplativos, pero que sin embargo no pierde fuerzas en lo que a instrumentación se refiere. Los guturales de Pablo Nadinic no paran y a estas alturas del álbum aquel es uno de los elementos más destacados si sumamos el hecho de que esa potencia vocal es ejecutada a la vez que Pablo toca la guitarra.
La rapidez y cambios de ritmos consistentes vuelven en «Alegorías». Una canción que logra muy bien aquella transición entre estrofas y coros, a la vez que tensiona el ambiente a través de todos los instrumentos en su conjunto. Sin dudas uno de los temas más destacados del álbum. Una canción cuyo final deja con ganas de seguir descubriendo que viene a continuación.
Y justamente a continuación presenciamos a un verdadero coloso musical abriéndose paso en nuestros oídos. «Quintaesencia» y «Devenir el Sangrar» cargan el ambiente con ritmos violentos, fugaces e impecables. En tanto que cuerdas y los guturales desgarradores propician un ambiente de metal progresivo duro, encabronado y directo.
El metal progresivo de Praxis es una profundización en lo referente a lo rabioso e impetuoso de cada una de las canciones si se compara esta obra con lo realizado en el primer álbum de Éntomos, Disidencia (2017). La distorsión y explosividad constante en las guitarras de Pablo Nadinic y Danny Barrera dan una sensación de fuerza y desahogo constante. Lo anterior se suma a una sección rítmica realmente elogiable. Tanto Óscar Romero en el bajo como Franco Mitchell en la batería le dan un vértigo atrapante a cada una de las canciones. Quizás el sonido crudo de las guitarras canción tras canción tiende a sobrecargar el ambiente de pulsiones fuertes y desatadas. Quizás hizo falta alguna canción o algún pasaje armónico más latente e icónico. Hay un intento de aquello en la solemne «Bios Theoretikós», al principio de «Hijos del Trastorno» y en la canción final, la interesante «Acta Non Verba», pero la generalidad y energía del álbum es otra. Praxis es pura rabia, una crítica punzante e incluso dolida hacia los vicios de la realidad. Un álbum que en lo espiritual se siente como una continuación más sombría, profunda y mucho más agresiva que su primer disco de 2017. Un buen comienzo de año para los amantes del metal progresivo.