Entrevista a Viva Belgrado. “ El reto siempre está en encontrar la siguiente canción”
Estamos a menos de una semana del debut de Viva Belgrado en Chile para ser parte de Un Último Deseo Fest en Matucana 100 bajo la gira promocional de su último disco “Cancionero de los Cielos” lanzado en enero de este año. Adicionalmente sumaron una fecha en Valparaíso a modo de celebración de los 10 años de su disco “Flores, Carne”.
Les dejamos acá parte de lo que fue la conversación que tuvimos con Cándido Gálvez, voz de la banda, en donde profundizamos sobre el Cancionero de los Cielos, su proceso creativo, el momento que están viviendo como banda y su debut en nuestro país.
Entrevista por Matias García.
El Cancionero de los Cielos es su último disco. Posee una inquietud musical que parece no tener fin donde construyen y reconstruyen sus propios sonidos y le agregan esta impronta donde el espacio, los planetas y las estrellas son los elementos encargados de darle cohesión a este disco. Cuéntame un poco sobre cómo fue el proceso de gestación de Cancionero de los Cielos.
El proceso fue un poco el que hemos seguimos siempre. Nosotros vamos haciendo canciones en nuestro tiempo libre. Las vamos maqueteando. Las vamos ensayando. Y cuando vemos que todo encaja, ya sea porque han pasado años y vamos teniendo suficientes canciones pues reservamos estudio, normalmente con un año de antelación y conforme se acerque la fecha nos vamos obligando a cerrar las cosas porque sino no cerramos nada (ríe). Más que nada esa es la forma en la que hemos trabajado.
Acá abordan un poco la temática del vacío creativo, para ustedes ¿como funciona este proceso de creación musical como banda?
Es un tema porque según pasan los años cada uno va aprendiendo su oficio mejor. Cada vez lo haces de una forma más solvente, aprendiendo los trucos. Pero creo que, con la disciplina artística, aunque evidentemente con el tiempo aprendes atajos y formas de trabajar, formas de buscar la inspiración. No hay una fórmula o al menos yo no la he encontrado. Entonces el reto siempre está en encontrar la siguiente canción. Siempre tenemos esa sensación de cuando terminamos una canción como que nos vaciamos. Quedamos con la sensación de —gua y ¿ahora qué? —. Siempre existe la sensación como de en cierto modo estar engañando a la creatividad. Como que esta vez lo he conseguido, pero en verdad no sé cómo lo he hecho.
¿Ha ido evolucionando la forma de creación desde el Flores, Carne hasta ahora o tienen un mecánico creativo fijo?
Hemos ido aprendiendo fórmulas. Yo por lo menos ya sé cómo empezar a buscar la inspiración de forma certera. En Flores, Carne fue todo bien improvisado prácticamente eran las primeras canciones que hacíamos y fuimos aprendiendo en el camino. Ahora ya sé ponerme a mí en el contexto adecuado para intentar que salgan las canciones, para desarrollarlas. Hay un cierto mecanismo que va adquiriendo solvencia. Pero parte de la importancia está en aprender a sorprenderte a ti mismo. Si siempre sigues la misma rutina y los mismos métodos al final es fácil caer en las mismas cosas. El aprender y desaprender. Y de ahí también viene el obligarte a ver películas, obligarte a leer libros, obligarte a tocar instrumentos nuevos, a comprarte un pedal de guitarra para ver a dónde me llevará. En mi experiencia, la inspiración o las canciones surgen un poco de forma inesperada. Cuando las estás buscando de forma consciente es un poco difícil llegar a ellas, pero de forma accidental ocurren mejores cosas y aparecen. También tienes que ponerte en el sitio para que surgan los accidentes. Eso es lo difícil.
¿Y con las letras? Estas letras poéticas políticas y un poco espirituales. ¿Cómo funciona el proceso lírico?
Pues yo tengo un archivo de notas del móvil — sé que suena muy poco sexy, pero es así (ríe)— y ahí voy apuntando cosas. A veces son frases, a veces son párrafos, a veces son reflexiones, a veces son palabras. Pero voy haciendo un poco eso recolectando por el camino y dándole sentido a posteriori. Alguna vez escribes la letra entera como ya de forma consciente, pero en mi caso normalmente es ir recogiendo piezas como un puzzle y luego cuando toca plasmar el disco, hacer las letras y cerrarlo le voy dando un sentido a todo.
Existe un paisaje visual bien representativo en Viva Belgrado que hace que las letras sean más que letras y funcionen como un tipo de conversación directa con el público. ¿Esto fue forjando orgánicamente o es una forma directa que tienes de conectar con la gente?
Bueno no sé yo realmente soy muy inconsciente. En otros aspectos en mi vida si soy más reflexivo, pero en la música siempre me muevo mucho por la intuición, de hacer las cosas de forma inconsciente y aunque no me enorgullezca de decirlo de una manera un poco rápida porque cuando hay que grabar hay que grabar y se acaban los días de estudio. Escribo las letras que en ese momento me parece que que tienen sentido para mí, que siento que aportan algo a la discografía de Viva Belgrado y eso, un poco conjugando esos elementos, pero muy inconsciente.
Te inspiraste en «El Libro de las Aguas» de Eduard Limónov, una biografía en la que se utiliza el agua como elemento conductor. Quisiste hacerlo lo propio, pero con el cielo. ¿Porque esta elección?
Pues me gustaba que Limónov usara el agua simplemente como un nexo o un concepto para unir cosas que no tienen nada en común. Cuenta historias muy diferentes, en épocas muy diferente de su vida, con personajes muy diferentes, con resultados muy diferentes y el agua es ese elemento que está ahí, pero que no define tanto la historia, que las toca de forma superficial. Y luego ata todo el concepto de libro. Y a mí me pareció algo estéticamente chulo y sugerente, me parecía que funcionaba. Cuando fui a buscar yo un elemento conductor había mucha referencia a cielo, ya sea por la influencia religiosa o la astronómia. Y bueno, a mí personalmente me gusta que cuando se hace un disco no sea simplemente un conjunto de diez o doce canciones, sino que haya algo que lo una todo. Que haya una excusa para hacer un disco.
¿Cuál es tu canción favorita de la discografía de Viva?
Es difícil. También depende de la época de cuál te gusta más de cuál te gusta menos. Yo con el último disco estoy muy contento. Está muy majo. Nuestras cualidades compositivas han llegado al máximo nivel. Y de acá me gusta mucho Tragaluz. Creo que con el tiempo me gustaría virar un poco más hacia esa forma de composición. Tres acordes, una frase muy sencilla pero que resuena en todos. Interpretable para cada persona, pero al mismo tiempo tiene un significado muy claro para mi. Tragaluz es muy sencilla y creo que es algo que siempre nos ha costado mucho hacer. Y que exige mucha maestría. Yo siempre he sentido mucha envidia de los grupos que saben hacer algo tan sencillo y les queda bien. Nosotros como que siempre nos hemos refugiado mucho en la verborrea, en muchos cambios de acordes, en muchas guitarras tremoladas. Quizás no saber encontrar una parte muy memorable y hacer una sucesión de partes no tan memorables. Pero quizás te diría esa. Tragaluz de momento.
En Ulises dicen que la vida es un constante movimiento. Ese mismo movimiento los ha llevado a tocar últimamente en Tokyo, México, ahora en Chile. ¿Cómo banda sienten que con este movimiento han alcanzado un punto determinante de su carrera?
Mmmm no (ríe). Creo que nos queda mucha carrera por delante. Esto de vivir 100% de la música es muy difícil. De hecho, lo estaba pensando hace un rato. Que el viernes tenemos un concierto en Barcelona y va a ser uno de los conciertos más grandes que hallamos hecho en sala y uno siempre va pensando. Bueno, yo soy muy malo hablando por micrófono, entonces la verdad no se si la gente que se encarga de esto en los escenarios se prepara los discursos o qué, porque yo no soy de improvisar. Entonces voy pensando qué quiero decir, y estaba pensando que en enero de este año hicimos un sold out para mil personas en Madrid, ahora vamos a tocar como para novecientas en Barcelona. Al final del año habremos pasado por trece países y aún así no podemos vivir de la música. La música y más particularmente el rock en nuestro país, o quizás en Andalucía, está completamente denostado y es muy difícil vivir de él. De hecho, te puedo decir por conocimiento de primera mano, que es más fácil vivir de tocar tributos que vivir como banda, como Viva Belgrado y tocar para dos mil personas. Es paradójico, es curioso, da mucho coraje. Es jodida un poco la vida del músico.
Volviendo un poco al Cancionero, ¿Sientes que con este disco asumieron el riesgo de ponerse emocionalmente al límite?
Bueno en el disco anterior usamos esta frase de exhibicionismo emocional como carrera. Yo siempre he dicho que no me siento cómodo escribiendo sobre algo de lo que yo no he experimentado. Entonces todas las letras de Viva son experiencias mías, reflexiones mías, cosas que yo quiero compartir. Y bueno, es verdad hay mucho de exhibicionismo emocional y desnudarte mucho en frente de la gente. Creo que Viva tiende mucho a eso y también para mi tiene un punto casi de morbo. Yo lo hago porque me siento cómodo haciéndolo y porque quiero que el tipo de propuesta que hacemos tenga eso. El punto de peligro, pero también el punto de realidad. Que sea algo muy real. Pero nunca lo he sentido como ponerme al límite, para mi ha sido más como un compartir vivencias. Tampoco creo mucho en este discurso que está de moda ahora que dice que escribir canciones es como desahogarse. Para mi no es así. El hecho de escribir algo en una canción no va a ser que desaparezca de tu vida ni va a quitar tus traumas. Al menos para mi no funciona así. Esto de la catarsis y de la música no lo comparto, me parece una chorrada.
¿Como viven sus shows en vivo? ¿Como sienten esa energía y potencia en el escenario?
Si, creo que tenemos esa fama y a la gente le gusta. Porque cuando yo empecé a hacer música, los grupos que me flipaban eran Fugazi, Sonic Youth… eran grupos que sentías que se dejaban la piel en el escenario, sentías que estabas viviendo algo único y una especie de ritual colectivo. Yo pienso que los conciertos deben tener ese punto, como visceral, muy de realidad y muy de estar en el sitio. A mi me gusta darlo todo. Tocamos de forma circular y nos gusta sentir que estamos tocando hacia dentro, como un ensayo, haciendo nuestro propio ensayo, evidentemente con la gente participando, pero bueno, es la forma que tenemos nosotros de hacerlo funcionar. También nosotros somos personas muy tímidas, toda esta vertiente del espectáculo nos violenta mucho y no nos identifica nada.
Para este disco crearon una discográfica propia, Fueled by Salmorejo. Cuéntame un poco cómo fue eso.
Nosotros trabajábamos con Aloud, pero no deja de ser un proyecto personal de Sergio. Que ya tiene dos hijos, familia y cada vez tiene menos tiempo para dedicarse al menos al nivel que nosotros queremos que esté Viva Belgrado. Que implica un montón de gestiones diarias, mucho trabajo. También Sergio era nuestro técnico, además de nuestro mánager, entonces se le hacía muy grande el proyecto. Y bueno, surgió lo de Fueled by Salmorejo, que es el plato típico cordobés y quisimos hacerle un guiño a Fueled by Ramen. Nos hacía gracia el andaluzisarlo y traerlo a nuestra tierra. Porque Fueled by Ramen es un sello bien punk, hardcore, ese rollo. Y bueno, la discográfica se siente bien, se siente mucho trabajo, pero es muy satisfactorio pensar que tienes el control de todo y puedes hacer lo que quieras cuando quieras sin tener que darle explicaciones a nadie.
Tienes algún mensaje para tu público chileno que espera con ansias este debut de Viva Belgrado.
Pues que tenemos muchas ganas. Nunca hemos estado en Chile. Ni como grupo ni ha nivel personal y creo que es uno de los países, por alguna razón, intuitiva quizás, que más me llama la atención y con el que siento cierta conexión y que tengo muchas ganas de visitar. Y creo que el contexto en el que se va a celebrar el concierto es muy guay, el festival que están haciendo, cómo lo están haciendo, y creo que va a dar pie a que sea uno de los conciertos más importantes de Viva Belgrado.