Entrevista: La segunda adolescencia de Carlos Cabezas
El músico nacional conmemorará el aniversario de su debut en solitario «El Resplandor» el 1 de diciembre en Concepción
Carlos Cabezas se siente en una especie de segunda adolescencia. Su andar pausado y calmada voz contrastan con un quehacer profesional tremendamente hiperactivo. Nos recibió amablemente en su casa para contarnos sobre sus múltiples proyectos, desde experimentaciones en el arte sonoro, al incesante trabajo con Electrodomésticos. Pero lo que hoy lo mantiene particularmente ocupado es la celebración de los 21 años de El resplandor (1997), su primer disco en solitario, el próximo 1 de diciembre en el Teatro BioBío de Concepción, recordando las viejas andanzas en el legendario Cariño Malo, y yendo contra la habitual tendencia centralista de nuestro país. “Bien exigente, como nos gusta” nos dice sin ocultar cierto orgullo en el rostro.
De la celebración que motiva esta entrevista—una improbable cifra de años “en una cultura de números redondos” como señala Cabezas—, el saludable estado de la industria chilena actual, y su poco forzado paso desde los experimentos electrónicos al bolero. En cada tema, el compositor y productor chileno desarrolla sus ideas con la envidiable soltura de quien ha vivido suficientes experiencias. Y de eso se trata esta nueva visita al álbum que acoge inolvidables singles como ‘Bailando en silencio’ y ‘Lo mejor de tí’: de entusiasmarse con celebrar y recordar las experiencias vividas en ese tiempo.
¿Cómo se gestó este concierto?
-Mira, partió la idea el año pasado, cuando se cumplían 20 años de El resplandor. La gente empezó a preguntar en redes sociales, gente para la que el disco es importante en términos de su experiencia de vida. Y no hicimos nada porque estábamos con harto trabajo con los Electrodomésticos, terminando y lanzando el disco (Ex la humanidad, 2017). Entonces quedaron esas ganas ahí en el aire, y este año se reanudó un poco este interés, y eventualmente condujo a que nos entusiasmáramos. Cabe también el tema de que el disco no está disponible, se hizo con la EMI, y el catálogo de la EMI está como difícil de acceder. Entonces apareció esta idea de aprovechar una instancia así con este doble propósito de grabar un disco y de publicarlo, qué se yo.
-Tampoco la nostalgia es algo que me gatille tanto, pero se entendió el cariño que la gente tiene por el disco, que tiene que ver con una experiencia de vida que yo también viví. Encontré que era nutritivo para todos meterse a celebrar, meterse a recordar ese tiempo, de cómo se hacían las cosas acá, en qué estábamos, y el disco yo creo que te da hartas pistas de cómo eran las cosas. De partida, el nivel de producción musical y ese tipo de cosas. Ahora es todo más meticuloso, hay mucha más tecnología que te ayuda a ser más puntilloso, limpio, todo perfecto. En ese tiempo estábamos desatados, la energía que hay en el disco es una cosa totalmente exuberante, fuera de todo marco, en términos de protocolo de cómo se hacen canciones. Y se siente súper bien entender (nos) desde esa experiencia, es una energía súper cruda, una cantidad de voces, guitarras, no sé.
Llama la atención que, desde afuera, uno tiende a ver que todo lo que rodea a Carlos Cabezas y a Electrodomésticos es pura meticulosidad, tu trabajo como productor también tributa a esa idea, y aquí tú hablas de este disco como algo que es todo lo contrario a eso. No sé si nos puedes contar un poco en qué se materializó esa energía desbocada, esa rotura de protocolos.
A ver. En los Electrodomésticos la música tiene cantidad de detalles, lecturas y capas. En este disco también, pero aquí la energía es mucho más desbocada. Yo creo que habla de la época en la que estábamos, en Konstantinopla, con este estudio funcionando donde pasaron cosas importantes en términos de cultura local de música popular (Tiro de Gracia, La Pozze Latina, Jorge González, Sien, LaFloripondio). Era un momento en que los músicos estábamos re-conectados, había harta comunicación, era bien horizontal la cosa. Había muchas ganas de expresión, estéticas muy distintas funcionando súper bien, era música muy honesta.
-Era el primer disco que hacía solo también, y eso supone un cambio de paradigma no menor, cuando estás dentro de un grupo, la vulnerabilidad que tú tienes es distinta a cuando tienes que pararte solito a defender las cosas. Ese cambio no más ya es súper exigente en términos personales. Tenís que alinear todas tus éticas súper bien, porque ahora estás solo haciéndolo.
En ese tiempo estaba Rock & Pop como uno de los principales difusores de música chilena, y pasaban tus canciones, tus videos, hiciste tres videoclips para ese disco.
-Sí, ‘El resplandor’, ‘Lo mejor de tí’ y ‘Bailando en silencio’.
¿Cómo fue esa llegada con los medios, fue muy complicada?
-No, el disco se hizo con la EMI, y estaba Carlos Fonseca. La industria estaba renaciendo de nuevo, todos los actores estaban empezando a caminar de nuevo después de haber estado desaparecidos. En ese tiempo los sellos estaban intentando atinar bien, no estaba el cliché del sello que está encima diciéndote cómo tenis que hacer las cosas, nada, había total libertad. En general estaba todo el mundo muy atento a lo que estaba pasando y con ganas de aprender cómo hacer las cosas. No había dificultad, había mucha actividad.
Decidieron hacer esto en Concepción, y eso tiene que ver con que el disco se lanzó allá en el Cariño Malo. Los que no vivimos eso en tiempo real, en perspectiva tenemos la idea de que ahí por un tiempo se armó la meca de la música chilena. No sé si hay anécdotas que te acuerdes de ahí, del día del lanzamiento u otras veces que hayan tocado.
-Nada que se pueda contar. Ninguna se puede contar.
Eso es lo que se dice justamente.
-No, fue increíble, porque con esa banda, imagínate, había una energía increíble, después la presentación acá en la Oz también fue increíble.
¿Quién tocó en esa banda?
-Cristian Heyne, Koko Stambuk, Gabriel Vigliensoni, Pancho González. Entonces, fue increíble todo ese proceso, o sea un músico para qué instala su estudio, para hacer sus cosas. Yo llevaba como 3 o 4 años con el estudio y no lo lograba, por toda esta actividad que te decía. Finalmente, pude hacer este disco, pero lo seguía mezclando, y todos me decían «Hueón, ya está”, hasta que en un minuto escuché los temas uno detrás de otro, las mezclas que había hasta ese minuto y ahí dije “ya, chao”. Era evidente que ya estaba listo.
¿Pero te gustaba el disco, o estabas con sensaciones encontradas?
-¡Sí! No, lo que pasa es que te entusiasmas con los detalles, vas encontrando otras cosas, quieres decir otras cosas más, y de caliente con lo que estai haciendo, aparte que gozai con eso. No, fue bien increíble esa época.
-Y bueno, Concepción también por varias cosas. Por hacerle un cariño a una ciudad que ha dado tanto en términos musicales a la cultura popular nacional, tienen este teatro que hay que mostrarlo. Yo no lo conozco, pero me parece que está muy increíble, el Teatro del Biobío que hizo este arquitecto que es súper seco, Smiljan Radic. En la banda hay tres personajes de allá de la región también (Mauricio Melo -Santos Dumont, Ex Emociones Clandestinas-, Gonzalo López -López, Los Bunkers-, y Paolo Murillo), entonces como que todo coincidió, y feliz de celebrar allá. Las autoridades locales están entusiasmadas con esto, qué se yo, la municipalidad, SERNATUR.
¿Nunca se pensó un tour por otras ciudades?
-Es que como estamos con los Electrodomésticos queríamos que se distinguiera bien que este era un único concierto, y que nuestro principal espacio es los Electro. Hay Electros para rato, por eso quisimos acotarlo bien. Hay que seguir defendiendo este último disco (Ex la humanidad). Está la idea de hacer una reedición con tres temas nuevos, uno de ellos el último que tocamos en el Municipal para el lanzamiento. Con algunas colaboraciones también.
Van a lanzar el disco en físico y eso está super bueno. Hoy en día es novedoso de algún modo cuando los artistas deciden seguir sacando copias en físico, porque las prioridades de la industria al parecer van por otro lado. Tú como alguien que está metido bastante en el proceso completo de creación de música, ¿cómo ves la industria hoy en Chile, para dónde va?
-Mira, yo tengo una buena sensación con la industria en Chile. Como hablamos en un minuto, esta carencia de los actores centrales (las multinacionales) generó esta industria independiente que es bien potente en Chile. De hecho, el modelo de organización que tiene IMI Chile (Asociación Gremial Industria de Música Independiente de Chile), ya está siendo exportado a países de Latinoamérica, se reconoce mucho la labor que se hace acá en chile en términos organizacionales, hay apoyo del Estado que es importante, en fondos para la gente que viaja afuera. Si uno mira cómo se ve afuera lo que se hace acá en Chile, la visión es super positiva. Ahora en FIMPRO en México estuvo Holman Trío con Fernando Milagros y Rubio, creo, y quedó la cagada. Porque la paleta es muy amplia, cachai. Holman Trío en vivo es increíble. Y lo que los chilenos hacemos no es la caricatura latinoamericana, estamos lejos de eso, no es la postal latinoamericana. Cómo reciclamos nuestras influencias ancestrales, sumadas a las influencias que recibimos desde afuera, es súper distinto a cualquier otro país. Y esa diferencia es lo que le da valor a lo que se hace acá, y eso se valora mucho más afuera que acá adentro.
-Yo estuve ahora en Primavera Pro, que es un encuentro de industria que se hace en Barcelona, dentro de Primavera Sound, y ahí se presentó Como Asesinar A Felipes, Niños del Cerro, y Fran (Straube) con Rubio. También. O sea, como te digo, llegan los australianos, y todos con una especie de rock qué se yo, medio popero, psicodélico, los italianos llegan con otra cosa un poquito más electrónica, llegan los canadienses con otra cosa. Pero todos vienen en la misma, cachai, con muy pocos matices. Llegan los chilenos hueón, y es una hueá así, qué onda. Venía saliendo una multitud de gente que había visto a los Arctic Monkeys, y pasan por el escenario de Primavera Pro y dicen: “¡qué es está hueá!”. Porque es muy amplio, entonces afuera se valora ene eso, la calidad, la poesía que hay en lo que se hace acá. Tenemos valores de los que no nos damos cuenta mucho, capaz que eso sea bueno, no sé. Me da la impresión de que nos falta un poco auto valorarnos, y por ahí apoyarnos más. Pero afuera hay una sensación de que esto tiene un valor que nosotros no distinguimos mucho.
¿Faltará tal vez un eslabón en la industria, como la parte más del marketing, o no va por ahí?
-Hay una cuestión cultural que tenemos los chilenos que somos medio apocados, y de repente uno dice ¿será realmente malo eso? Porque, puta, si tuviéramos un reconocimiento así grande, capaz que nos mareemos un poco, no sé. Pero, evidentemente, lo que se hace acá es distinto, muy distinto, y sigue siendo súper latinoamericano.
-Yo creo que lo que nos falta es salir, no más, todo el mundo debería salir en algún minuto para poder asentar una confianza que a veces nos es un tanto lejana. Cuando salen los músicos afuera y se encuentran con otros con los mismos intereses, las mismas dificultades y que lo pasan igual de bien, tienen la misma pasión, reciben el aplauso y el reconocimiento de la gente, puta, queday en otro estado po’ hueón, no estás todavía preguntándote “¿será bueno lo que hago?”, sino que le dai no más.
-Y la gente se está acercando acá, Spotify se está acercando, están en Buenos Aires. Y somos de los que consumimos más Spotify en la región, después de Brasil. Todos los números son bastante buenos acá, la última encuesta que hizo la SCD con Adimark creo, salía por ejemplo que el consumo de música de las personas arriba de 50 años era increíble. “¿Qué, perdón?” Y sí po, hueón, así son los porcentajes. Entonces hay muchas cosas que nosotros no sabemos sobre nosotros.
Ya que estamos hablando de Industria, tu pasaste de tener el estudio Konstantinopla, al estudio Cablesanto, y uno se tiende a perder en esa transición. ¿Cómo fue ese paso, cómo nació Cablesanto?
-Es que Konstantinopla fueron como 10 años de mucha actividad y trabajo con bandas, y ahí por cuestiones medias domésticas, no podíamos seguir arrendando el lugar donde estábamos.
¿Ese estaba en Domeyko?
-O sea, partió en Domeyko, pero después estos años de los que yo te hablo estaba aquí en Marchant Pereira con Sucre. De ahí como que me achiqué un poco y seguí trabajando, pero ya no tanto en bandas porque es un trabajo súper desgastador, entonces empecé con música de películas y música propia también, pero como en un ámbito más controlado, de menos movimiento. Y hace como 10 años me vine para acá y seguí con Cablesanto, un tiempo estuvimos allá en Julio Prado. Konstantinopla fue tan intenso que necesitaba un poco recuperar el aire, criando hijos también, familia, entonces fue necesario reposar un poco. Y ahora, desde 2013 hasta ahora, todo de nuevo se ha energizado, de 2013 hasta ahora han sido como 5 o 6 discos que han salido. Ahora acabo de terminar un par de canciones para una película de la que aún no se puede decir el nombre. La está haciendo Fábula.
Hace tiempo que haces música para películas.
-Sí, me encanta, es que es otro formato, son otras duraciones, más instrumental. Pero de música de películas han salido muchas canciones, no sé, ‘Pez’, ‘Has sabido sufrir’, ‘Maldita’.
Si, de hecho, sobre eso queríamos preguntarte. Porque de ahí empezó a salir este germen del gusto por la música popular latina, o estas mismas ‘Pez’ o ‘Maldita’ que después salieron en La Nueva Canción Chilena (2004), y que a mi parecer son como una mezcla entre Buddy Richard y Pink Floyd.
-Jajajaja.
No, pero, extraordinario. Y después los boleros que salieron en Grado 3.
-Claro!
Ya, y cómo fue eso, o sea, desde ¡Viva Chile! (1986), que es una cuestión futurista intergaláctica, a esto que es una cuestión totalmente de raíz popular latinoamericana…
-Es que, “¡explícame eso!” (risas). Pucha, es que por eso me gusta hacer la música de películas, porque te sitúa en lugares a los que tu no llegai solito. Entonces ‘Has sabido sufrir’ salió por esta película que se llama Negocio redondo (2001), que tiene una escena en un prostíbulo y necesitaba música, entonces hice la canción, pero instrumental. Y como me ha pasado en varios temas que he hecho para películas, eventualmente terminan siendo canciones, porque nada, la debilidad por la canción. Entonces tenis que hacer música para este prostíbulo, y empezai a…el bolero, qué susto más grande. El bolero es una institución musical, o sea cómo uno entra ahí, hay que confesarse antes, qué se yo. Y te aproximas super respetuoso y tímidamente al tema, cachai. Pero qué pasa, que al final la experiencia, o sea, estás dentro de eso y empiezas a sentir que tienes una cierta cercanía con el tema, que no te patea, que hay como una cierta comunión con el tema. Mi sensación es que todo lo que tú escuchas antes de que te pones “Smart ass”, inteligentón, como a los 12 o 13 años cuando ya empezai a intelectualizar lo que escuchai, todo eso que escuchai cuando pendejo, qué se yo, en la cocina, en la micro cuando vas al colegio, te quedan dentro como experiencia de vida, de una manera super honesta y auténtica. Entonces, puta, me sentí la raja haciendo ese bolero, el ‘Has sabido sufrir’. Aluciné, porque sentí que todo el proceso creativo de lo que hago tiene que ver con eso, con sacar lo que tú tienes dentro, lo más honesto posible, lo más auténtico, porque eres vos el hueón que te vas a parar arriba del escenario a defender eso, y ahí estás vulnerable 100%, y ahí más vale que estís coherente contigo mismo porque si no te vas a la chucha. Y el bolero sentí que era parte de mi vida, de mi experiencia musical, y por eso fluyó.
Te quería preguntar por lo que viene, ¿sigue Electro ahora, o viene un disco solista? ¿Hay material para eso?
-No, estamos con la reedición del disco de los Electro. Hay un plan para hacer un par de cosas, y también solo con otra persona. Estamos terminando el disco de Cordillera con Pierattini, estoy haciendo esta música de películas, y bueno todo el trabajo que significa este show de El Resplandor. Estoy metido un poco también en el Arte Sonoro, tuve una residencia en el Observatorio ALMA en el norte, tuve una presentación hace poco, con sonidos más noise y algo más conceptual, y ahí usé sonidos de ALMA, y es como una pieza de veintitantos minutos. El año pasado también hice un concierto visual en la sala Claudio Arrau (del Teatro Municipal), en el marco de la Bienal de Artes Mediales, relacionado con los temblores y que, bueno ahí apareció esta pieza que se llama ‘Voz de la calle’ que es como más urbana, que terminó desarrollándose en esta canción que queremos grabar ahora.
-También hay un par de personajes con los que nos hemos amenazado de hacer algo juntos ahí, vamos a ver si encontramos el tempo para hacerlo. Gente con la que he trabajado antes.
Estás con hartas cosas…
-Si, estoy como en una segunda adolescencia, no sé, medio hiperventilado, pero se siente súper bien, da mucha vitalidad.
Por Felipe Godoy/Patricio Avendaño