Fanny: el legado rock con ímpetu clásico femenino setentero

Fanny: el legado rock con ímpetu clásico femenino setentero

Que el rock es un ámbito mayoritariamente masculino, es algo que simplemente se nota al oír o ver al azar a cualquier banda el género. Pero por suerte, también hay mujeres, cada vez más desde las últimas décadas. Pero eso no fue así en un principio. En esta serie de notas que estaremos abordando queremos rescatar algunas bandas all-girls que pusieron pie (y ovarios) para abrirse paso en un mundo difícil y quizás eminentemente machista como el del rock and roll.

Empezamos la cuenta con Fanny.

Este cuarteto californiano, tuvo bastante repercusión a principios de los años 70’s, llegando a grabar cinco álbumes antes de su separación en 1975. Todo empezó cuando las hermanas June y Jean Millington comenzaron con la música como una forma de romper con la sensación de sentirse foráneas (ambas habían nacido en Filipinas, hijas de un oficial americano) en una nueva tierra. Pronto pasaron de dúo a cuarteto, bautizándose primero como The Svelts y más tarde como Wild Honey.

Tras presentarse un par de años en clubes sin mucha pena ni gloria, la suerte les sonrió cuando un directivo de Warner, Richard Perry, las escuchó. Perry estaba deseoso de fichar una banda rockera de mujeres, y Wild Honey cumplía el requisito. Perry (productor de intérpretes de la talla de Carly Simon y Barbra Streisand, entre otros) las hizo firmar para Reprise, subsidiaria de Warner.

Para este momento el grupo era un trío: Jean Millington (bajo), June Millington (guitarra) y Alice de Buhr (batería). En diciembre del ’69, la banda ingresó a grabar. Pero después de unas pocas tomas, se dieron cuenta que faltaba algo. Para llenar el hueco llamaron a Nickey Barclay, una tecladista y sesionista con nombre propio.  Barclay no se sintió a gusto al principio, y tras poco tiempo se fue con Joe Cocker para la gira de sus Mad Dogs and Englishmen; la grabación del disco de las chicas se detuvo. Pero un poco por insistencia de ellas y otro poco a instancias del mismo Cocker (a quien el grupo femenino le parecía una buena idea), finalmente Nickey volvió para terminar la grabación y ser parte permanente de la banda.

El último paso fue cambiar el nombre. Todos, chicas y productor, sentían que Wild Honey no era representativo. Entonces surgió Fanny. Un nombre de mujer, corto, contundente, pero además con connotaciones sexuales, ya que Fanny en el slang americano es el culo femenino; quizás el motivo por el que las cuatro aparecen de espaldas en la portada de su debut.

Así fue como Fanny, su álbum debut, vio la luz un año después de empezar a grabarse, en diciembre de 1970.

Fanny es un LP que se puede enmarcar dentro del estilo de esos años, con gran influencia del soul blanco, con Joe Cocker o Delaney y Bonnie como ejemplos entre los más conocidos. Es un registro que sorprende por cuanto se desmarca de todos los moldes femeninos hasta el momento, aun en el rock. Todos sabemos que Janis tenía una maravillosa y poderosa voz, pero no menos cierto es que su rol y el de sus contemporáneas se limitaban a eso, a cantar. Con Fanny, se derrumba una pared hasta ahí intocable y prejuiciosa, la de que las mujeres no podían armar una banda all female, ni mucho menos tocar los instrumentos como una potente unidad. A lo largo de 11 canciones, Fanny se muestra en varias facetas, pero básicamente es una muestra de buen rock ejecutado por mujeres, sin ningún aporte masculino, salvo el de su productor. Quien, dicho sea de paso, según Alice, “endulzó el sonido”, quitándoles un poco de la crudeza que tenían en directo; aunque por su parte, June afirmó también que, a pesar de las apariencias, el trabajo de Perry fue correcto, y además necesario, ya que “no teníamos la habilidad” para producirse por sí solas.

De cualquier modo, algo del aserto de Alice se nota cuando se empieza a oír el álbum. El disco abre con «Come and Hold Me», un soft rock caracterizado por instrumentación prolija y algún solo limpio de June. Pero es solo una impresión inicial que muy rápidamente queda de lado cuando se oye el segundo track, «I Just Realized”, una canción más jugada, con solos y distorsión. En líneas generales, Fanny tiene buenas canciones. “Candlelighter Man” es un rock mid tempo, con un buen interplay entre la guitarra y el órgano de Nickey Barclay, quien pese a ser la recién llegada, aporta cinco temas propios de los 11 del álbum.

Otros puntos sobresalientes son “Changing Horses”, con una suave introducción de piano que da pie luego a un rabioso rock and roll donde las chicas se desatan, algo así como alguien tocando sola y tranquila en su habitación, y de repente le entra una banda de rock por la ventana; “It Takes a Lot of Good Lovin’”, un rock a la usanza de la época con influencias de soul blanco; “Shade Me”, el único donde el bajo tiene un rol más activo que dar base, que  incluso profundiza la veta soul del anterior; “Take a Message to the Captain”, que es otra buena canción llevada adelante por guitarra acústica; o “Badge”, su cover del tema de Cream, que es una gran versión con buenos arreglos de guitarras y teclados, y que (aunque parezca una herejía) no empalidece comparado con el original.

Aunque cantan todas, la voz de Jean Millington es ciertamente potente y constituye un gran contrapunto con las otras. Su hermana June, aunque no sobresale como una guitar hero de las seis cuerdas, es virtuosa; su trabajo de guitarra es de buen gusto, con algunos muy buenos momentos, aunque da la impresión de que está limitada por la producción. Los teclados de Nickey Barclay son la otra sorpresa, están presentes en todo el disco y con primer plano en varias ocasiones, como en “Badge”, definitivamente una incorporación al grupo del que ni la propia Barclay debió renegar.

En cuanto a las letras, non escapan a las preocupaciones de la juventud de esos años. Aunque hay lugar para las reflexiones íntimas, también lo social tiene su impronta. 

La gente merodea por mi casa; son del tipo que he encontrado en todas partes
Ahora me sonríen a la cara pero sé que mañana no les importará.
Estoy sola, estoy viendo pasar mis sueños.
Vino amargo, el sabor de cosas que no pueden ser

“Bitter Wine”

O la reveladora “Conversación con un policía”, síntoma de esos (y estos) días 

Buenos días, supongo que estás aquí para darme una advertencia
y para preguntarme qué estoy haciendo sola.
Sospechas que no estoy durmiendo en casa.
Sí, solo desearía poder decírtelo, pero yo

no tengo ninguna razón para salir cuando todos los lugares están oscuros.
Solo me gustaría huir de la luz que estás brillando en mi cara.
No he hecho nada malo; Solo estoy buscando un lugar para pasear a mi perro

“Conversation with a Cop”

Definitivamente, Fanny representó un gran paso adelante, en lo simbólico, pero también en lo musical. Luego de años de escuchar a hombres cantando sobre sus romances o sus problemas, la aparición de este grupo le puso voz a los mismos temas, pero desde la óptica femenina.

Se sabe. El negocio de la música es duro, y abrirse camino cuesta más sobre todo si eres mujer. En ese momento (y también ahora), las cabezas de las principales discográficas eran hombres, que por mejor intencionados no dejaban de ver el tema  con su óptica masculina. Fanny abrió una grieta por la que, primero con timidez, y luego en cantidad, las mujeres se agruparon para cantar su verdad en la forma que les gustaba: rockeando. Aparte de los buenos momentos musicales que supieron dar, ese es el gran legado de Fanny. 

Por Pablo Irrera

Nacion Rock

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