Hace poco en nuestra titánica tarea de construir un ranking de los mejores discos chilenos…
“Fe, amor y libertad”: Aguaturbia llenando un vacío de medio siglo
Plaza Independencia Spa, 2017
Tras las publicaciones de Aguaturbia y Aguaturbia vol. 2, ambos de 1970, se detuvo la producción discográfica de la banda oriunda de la capital chilena —con un hiato no menor de por medio, que abarcó entre 1974-93; descontando el compilado Psychedelic Drugstore (1993) y la re-grabación Versiones acústicas (2010). Pese a la inactividad, nunca dejaron de ser un importante eslabón de la escena nacional —entregando su ópera prima incluso antes que Los Jaivas; dejando patente su impronta de rock psicodélico, pese a que ellos prefieran la etiqueta de blues.
Tuvo que pasar casi cincuenta años para que una nueva entrega, de temas originales, los vistiese de gala: Fe, amor y libertad —llegado a estanterías el invierno de 2017, siendo su lanzamiento una muy publicitada fecha en el Teatro Nescafé de las Artes. Siendo la cara visible, como lo enseña la portada, el matrimonio de Denise en voz y Carlos Corales en guitarra —arrastrando la sensible baja del baterista original Willy Cavada, fallecido en 2013. Una pulida incursión que dejó afuera los agudos de antaño, como así los covers que antes abundaban; remitiéndose de manera exclusiva a versiones propias —de las cuales primó que fuesen en español, descontando dos en inglés de aquellas mismas.
La apertura a cargo de la catártica Corazón Bye Bye —y su contraparte anglosajona Bye Bye Heart; se trató del primer adelanto oficial, que ya ensayado en vivo desde un par de temporadas pasadas. Inclinándose hacia un ondero groove, que será la tónica del disco, teniendo mucha injerencia las seis cuerdas de Carlos; llegando hasta En mi lugar. Aquella que con anterioridad fue una canción flotante, que ya rondaba los shows desde los 00’s y dispuesta como descarga gratuita en 2016, se aseguró aquí un sitio estelar; y que a punta de ironía busca equidad entre sexos —“Quisiera verte embarazado y tal vez discriminado, un poquito acosado, a veces acorralado; ¡sí! Quisiera verte en mi lugar a ver si mañana tú me quieres más”, como asoman los primeros versos.
Tras el paso de las aguas profundas, en las sentidas bajas revoluciones de Insostenible, se pasa a la vereda opuesta con la energía de Si lo sabes todo. Corales se desentiende, junto a los escuderos, para la instrumental Oh My God Boogie; una pieza bailable, desenfrenada, que a momentos recuerda a Satch Boogie de Joe Satriani —y que dentro de un rato vuelve a figurar con Blueslero, que en algún futuro concierto la sindicaron como una mezcla entre blues y bolero.
La pista homónima, que Denise la ha referido del siguiente modo: “Son las tres palabras que yo más tengo presente, bordadas en mí (…) Fe, amor y libertad son cosas esenciales; la fe de creer en mí misma. Todos debemos creer en uno, ¿no? Saber que podemos. El amor; que el amor que es exquisito, es maravilloso de todas las formas, dando amor a los que más necesitan (…) Y sin ninguna duda: libertad” —en directo, vía online, el pasado abril; emanando con fuerza debido a la ya dicha declaración de principios, además de correspondiéndole la importante labor de titular el larga duración. Aún nos queda tiempo —y su símil We’ve Still Got Time; son el último gancho de derecha, cuyo mensaje puede leerse el resurgimiento de Aguaturbia —en un lastre que por mucho debieron llevar encima, para poder decir gustosos “¡Y descubrir que nada, nada, ha sido en vano!”.
Un trabajo recibido con los brazos abiertos, del que ya habían ánimos de realizarse desde 2015 —saliendo a la luz algunos cortes durante presentaciones; y que con esto se engrasó la máquina que ya venía muy movida a lo largo de todo el país: pequeñas e individuales, como así los grandes carteles criollos —Rockódromo (Valparaíso), La Cumbre (Santiago), Woodstaco (Curicó), Merkén Rock (Temuco), Rock en Conce (Concepción), etcétera. Citas, cada una de ellas, que lo único que le escaseaban era una flamante nueva factura como lo resultó ser Fe, amor y libertad. Contra todo pronóstico, a este viejo estandarte le quedaban cosas por decir; que regocijaron ser escuchadas.