Freddie Mercury: La eternidad de un genio rebelde
Un adiós inesperado y teñido por la tragedia, el 24 de noviembre de 1991 el mundo perdió a uno de los artistas más complejos que hemos tenido el placer de escuchar. Freddie Mercury, quien fue y sigue siendo una de las entidades más trascendentales que cambiaría la historia del rock para siempre. Su partida, con tan solo 45 años no extinguiría la fuerza indomable del británico que tiñó con su arte y transformó su muerte en un símbolo de resistencia, lucha y visibilidad de los Derechos de la comunidad LGBTQ+, pues además de ser la columna vertebral de Queen, abrazó la vida con un fervor que todavía hace eco en los escenarios, se fue en su propia ley: siendo un rockstar, auténticamente libre, y se transformó en un mito que continúa viviendo en nuestra memoria.
Un dios profano de la música, muchos describirían a Farrokh Bulsara de esa manera, porque más allá de su extraordinaria habilidad vocal que alcanzaba registros imposibles, cada nota, cada palabra, la manera en que interpretaba, y la puesta en escena parecían cargados de un mensaje implícito de libertad, no era solo virtuosismo a nivel técnico, sino que sin reservas, se entregaba a su público sin tabúes a pesar de vivir en una sociedad rígida y represiva. Un ícono cuya influencia se extendió por generaciones de músicos que vieron en él una forma de rendir tributo y nutrirse de sus aprendizajes.
En un mundo donde las etiquetas y los estereotipos limitan, él fue una voz, un referente, pues abrazó su naturaleza sin miedo, inspirando a multitudes que encontraron en la música de Queen una verdadera compañía y que en himnos como «Bohemian Rhapsody» o la icónica «I want To Break Free» se sintieron identificados por su presencia electrizante, se atrevía a ser él como un acto de irreverencia, porque en su presencia todo se volvía posible: amor, euforia, éxtasis, desesperación, pero por sobretodo, ofrecía un lugar a quienes no tenían aceptación, siendo un consuelo para aquellos vulnerados que sentían de cerca el rechazo despiadado de una población llena de prejuicios.
Hoy, a más de tres décadas desde su deceso, aún sentimos su presencia brillando y la potencia de su eco hacer ruido, Freddie es el testimonio claro de que más allá de su genialidad y a pesar de la fama, se enfrentó no solo a discriminaciones por sus preferencias sexuales, sino que también lideró una batalla con el VIH/SIDA, un virus altamente silenciado e invisibilizado y no pudo salir invicto de esa guerra, pero su historia abrió una realidad que se había intentado ocultar, probando que incluso en la muerte, su valentía prevaleció porque nunca dejó de hacer música, haciendo performances desde el amor y la efervescencia, entregando una lección de humanidad y pasión.