Un golpe duro para sus fans, pero que llega en un momento en que la…
«God Hate Us All»-Slayer: entre la blasfemia y la evolución
«God hates us all» es una frase que emana por momentos de los pensamientos más oscuros y nihilistas del mismísimo Nietzsche, pero al mismo tiempo es el nombre del noveno álbum de la banda thrash metal más blasfema, atormentada e infernal que el averno nos pudo dar: Slayer. Si no lo consideramos así es cosa de ver la portada no autorizada por su contenido altamente hereje mostrando una biblia manchada casi totalmente de sangre y además traspasada por clavos. Claro está, al ver semejante portada que todos los que somos fanáticos incondicionales de Slayer nos esperábamos un disco brutal, lleno de machacazos sin piedad a nuestros oídos, pero la industria frenó tal diseño entregándonos una portada simple con un blanco de fondo, un juego de cruces que no evoca una idea clara, alejándose de lo que nos tenía acostumbrados la verdad por momentos con la primera portada soñamos con volver a escuchar un Reign in Blood o un South of Heaven o quizás un Hell Awaits.
Pero esto no sería posible por ahora y la verdad no tiene por qué serlo, Slayer ya nos dio estos discos, los cuales están atesorados, sacramentados y bendecidos por la horda metalera. Hoy el mundo avanza, la gente cambia, la industria cambia y también lo hace la música con sus variados estilos. En esto Slayer no se quedó atrás ya que incluyó en su música estilos reinantes a eso de finales de los 90 y principios de los 2000 como lo era el nu metal y esto está impregnado en su disco anterior del año 1998 Diabolus in Musica, disco muy criticado poco valorado por muchos incluso por mismo Kerry King hace unos años atrás, en palabras textuales de Kerry “para mí, especialmente con Diabolus in musica tuvo que pasar un tiempo para que dijéramos Slayer no es esto, tenemos que redefinirnos y enseñarle a todo el mundo que Slayer sigue aquí y no tratamos de ser alguien que no somos, creo que eso fue god hates as all”.
Pero todas las bandas tienen sus altos y bajos, discos buenos, no tan malos y malos, de igual modo son nuestros héroes, los escucharemos a pesar de las críticas y la no aceptación de los más ortodoxos. Ejemplos a citar hay muchos como los Load de Metallica que fue una traición al status quo del metalero acérrimo o el factor x y virtual xi de los Maiden que para muchos fue lo más bajo que la doncella a compuesto pero la verdad estos discos son tan buenos como los demás, distintos pero buenos.
«God hates us all» fue lanzado un día recordado por todo el mundo: un 11 de septiembre del año 2001, fatídico, sangriento, inhumano, quizás muy al estilo de Slayer que daba a conocer su disco de 13 canciones con una duración de 43 minutos, grabado en Canadá en los estudios The Warehouse. Disco que en palabras de Kerry King tuvo inspiración en sus amigos de pantera ya que aseguró que en la canción «Disciple” se repite varias veces la frase god hates us all que lo equipara con el sobresaliente tema «Cowboys from hell.«
El disco comienza con “Darkness of christ” una pequeña intro de minuto y medio donde se escucha a la banda tocando de fondo y voces como de operadoras incluso a veces algo distorsionado casi complejo para comprender al oído para dar paso a disciple, donde los riffs inconfundibles de King y Hanneman abren paso a una voz enferma por revelarse de nuestro querido y amado Tom. No podemos dejar pasar los tarros de fondo del gran Bostaph que la verdad en momentos nos hace olvidar al monstruoso Lombardo. Este tema nos da una aferra esperanza de que lo que se viene es mucho mejor ya que estamos escuchando a un Slayer distinto a su disco antecesor, recordemos que este tema estuvo nominado a un Grammy como mejor performance de metal. “God send death”, es un tema con ligereza más calmo, en el cuidan las voces de Araya y los coros, la línea de diabolus sigue muy nu metal, pero no se puede desmerecer la velocidad y técnica de King, Hanneman y Bostaph incluso por momentos nos hace recordar la esencia misma de Slayer esa que extrañábamos de sus inicios. En “Disciple” los riffs inconfundibles de King y Hanneman abren paso a una voz enferma por revelarse de nuestro querido y amado Tom. No podemos dejar pasar los tarros de fondo del gran Bostaph que la verdad en momentos nos hace olvidar al monstruoso Lombardo. Este tema nos da una aferra esperanza de que lo que se viene es mucho mejor ya que estamos escuchando a un Slayer distinto a su disco antecesor, recordemos que este tema estuvo nominado a un Grammy como mejor performance de metal.
“New faith” tiene potentes riffs iniciales, voz desgarradora y acelerada, batería al punto de explotar por su rapidez, genial para headbanging. La verdad aquí el cuello se mueve solo, rosando el nu metal, pero nos da esa sensación de que se va encontrando nuestro Slayer thraser que perdimos un poco en su disco anterior, la esperanza aún está viva de que lo que sigue será mejor.
“Thresold” la verdad un tema muy pero muy a lo Slipknot, creo que en esta canción Corey Taylor se sintió homenajeado, la imaginación fluye y es inevitable ver a Araya y compañía con máscaras grotescas. Tema que pega fuerte con ritmos muy marcados, cambios de registros vocales de nuestro Tom, ahora si queremos irnos bien al detalle es casi imposible no ver reminiscencias de Fear factory en alguno que otro tempo bien marcado, en tanto “Exile”, tema siete del disco y por fin aparece algo de ese Slayer que nos tiene acostumbrados con ritmos frenéticos y limpios, bien thrasher, quizás uno los mejores temas del disco. La línea vocal de Tom va acorde a los riff marcados y potentes de King y Hanneman, una vez más Bostaph no decepciona con su potencia y técnica rítmica.
“Seven faces” es el tema más lento del disco lo que no significa que sea una mala apuesta. Aquí Tom saca su voz más potente y cruda la cual se fusiona con los lentos riffs alternados. En este y los dos siguientes temas se abre un portal del tiempo hacia Seasons in the abyss. Y “Bloodline” es un tema que comienza calmado pero que al mismo tiempo aporta una rudeza, es regresar a 1990 con el disco Seasons in the abyss, tiene rasgos de Dead skin mask pero más cercana al último track del mismo nombre del disco, digámoslo así es lo más Slayer que escucharemos.
“Deviance” comienza con el bajo de Tom a tonos psicodélicos lo mismo en la voz que actúa en partes más habladas que cantando, con reminiscencias a «Gemini» del disco en honor al punk Undisputed attitude, es casi una copia que a Kerry le encanta hacer o incorporar cuando lleva el mando en la composición como lo es este disco. “War zone” y “Here comes the pain” en estos dos temas con riff más pesados y de excelente base logran que junto a la voz y batería se forme una conjunción instrumental bastante sólida. Slayer aquí demuestra que no cambiara y no lo harán ya que es lo que saben hacer y lo hacen bien. Sus esquemas ya están hechos y de ahí no saldrán, repetirán lo ya hecho disco tras disco y es lo que queremos oír para siempre en ellos. “Payback” llega para un final que no decepciona y nos da a entender que Slayer es y será Slayer como lo conocemos desde sus inicios. Tema rápido, intenso para un buen moshing en plena cancha del Nacional o Movistar Arena o donde Slayer se plante, se logra la hermandad unificadora de los riffs de King y Hanneman, voz y batería acompañando la explosión final.
Por Carlos Ramírez