Grandes Portadas del Rock: “Iron Maiden” (1980)
En 1976 Londres era el lugar para estar: energía, estilo y una especie de “prueba! Hazlo tú mismo” rondaba el aire, provocando el deseo de la juventud de expresarse a través de múltiples corrientes musicales que ebullían de esa ciudad, la que contaba con una riquísima cultura artística pero que atravesaba un momento de total empobrecimiento social.
Y esta realidad no sólo afectaba a la capital del Reino. A una hora de camino, en la ciudad de Portsmouth, había un joven de 18 años, Derek Riggs, que estaba viviendo todo este movimiento que impulsaba a ser didáctico, a crear desde lo más básico, siendo así su primer acercamiento a la pintura después de haber sido expulsado de la escuela de arte. Riggs llegó a Londres y se encontró con una ciudad llena de desempleados, con números impensados para un país como Inglaterra. Había barrios muy deteriorados y llenos de ocupantes ilegales. Barrios donde él se asentó y donde el punk vivo, duro como una roca, se hizo escuchar, llenando con su mensaje los oídos de este joven artista.
Mientras que Riggs se aventuró en el mundo del arte comercial, la gran oportunidad de una banda liderada por un joven llamado Steve Harris llegaba en diciembre de 1979. Cuatro años después de que Harris formara la banda, Iron Maiden firmó con EMI. Entraron en el estudio en enero de 1980, y dos semanas más tarde tenían su primer disco. Ahora todo lo que necesitaban era una portada.
Aquí es donde la creatividad punk completamente libre de Riggs chocó con el duro metal de una Doncella dispuesta a ser historia. Para obtener lo que Maiden necesitaba, el mánager Ron Smallwood vio algunas de las obras del artista para otros clientes EMI y pidió ver su trabajo más de cerca. Aunque para el mánager no era tanta la importancia de buscar algo nuevo, bastaba una ilustración con alguna mujer desnuda, pero Steve Harris tenía ganas de golpear también con la cubierta.
Riggs ya había acuñado en sus trabajos el concepto del punk de “juventud desperdiciada dando vueltas” y decidió plasmar esa idea en un personaje con el pelo punk, con cuerpo transformado en cadáver y, eventualmente, podía ponerle ropa de moda encima. Cuando se juntó con Smallwood y Harris llevaba miles de cosas para mostrar, pero se interesaron en este muñeco cadavérico que el artista llevaba en papel maché, incluso la historia cuenta que los saludó al modo del ventrílocuo; y porque les pareció muy cercano al cómic decidieron experimentar con los ojos más grandes y poniéndole más pelo, lo fueron transformando en ese mismo instante… Hasta que a todos les gustó. Para retratar el resto de la portada, Riggs se basó en la larga muralla amarilla que transitaba a diario camino a casa, la asoció a la luminosidad de una ciudad a oscuras económicamente pero que, igualmente, era iluminada por una hermosa luna, en señal de esperanza. La portada del disco Iron Maiden es todo un contraste impresionante.
Decidieron adoptar al muñeco como un símbolo. Le pusieron Eddie porque Ed suena igual que “cabeza” (head) en inglés transformándose con los años en un icono del metal, adornando millones de camisetas en el mundo, siendo el protagonista de las portadas y de los espectáculos, donde en esos primeros conciertos, pues cuando la banda interpretaba «Iron Maiden», el tipo de iluminación hacía creer que Eddie chorreaba sangre.
Will Malone fue el productor del álbum. En febrero de 1980 y en sólo trece días, Iron Maiden terminó la grabación. El resultado final defraudó al grupo, hasta hoy detestan el sonido y su mala calidad, pero llamaron la atención de la crítica por sus mensajes y por su portada. El disco alcanzó el cuarto puesto del UK Albums Charts, en marzo de 1980 fue publicado en Estados Unidos pero no logró posicionarse en el Billboard 200, siendo el único disco de la Doncella que no lo ha logrado.