Lo estaban pidiendo muchos y se concedió el deseo. Greta Van Fleet, la joven banda…
Greta Van Fleet evoluciona, pero no deja los ’70 en “The Battle at Garden’s Gate”
Lava/Republic, 2021
La nueva producción de estos jóvenes de Michigan era muy esperada, porque desde que osaron emular el estilo de Led Zeppelin hace unos 4 años, polarizaron completamente las respuestas del planeta rock. Ahora, con The Battle at Garden’s Gate y con la intención de agregar más pimienta a la discusión, no solamente siguen buscando su inspiración en el rock de los años ’70, sino que se sumergen de manera más amplia en él, porque se inspira una expansión de propuesta al sumar elementos progresivos y más psicodélicos. Muchas de las canciones duran más de tres minutos y en otras se nota improvisación, al punto de encontrar un acercamiento más a Rush que a Zeppelin.
La banda trabajó con el productor Greg Kurstin (colaborador de Paul McCartney, Dave Grohl y otros consagrados) y bajo su tutela se agregaron arreglos más elaborados, más capas, secciones instrumentales y cuerdas, lo cual sumado a un buen fiato entre los hermanos Kiszka y el baterista Danny Wagner, da la impresión que el disco los pilló en un momento fuerte, donde se escuchan muy aceitados y con capacidad de esquivar las balas que muchos les van a lanzar.
El álbum tiene un inicio increíble, con uno de los mejores temas que han logrado. ‘The Heat Above’ está lleno de acústicas y desorganización entre la batería, teclados y guitarras eléctricas. ‘Built By Nations’ usa un riff parecido al de ‘Black Dog’ como guía, pero se abre hacia algo muy diferente. ‘Broken Bells’ es un respiro, una improvisación de estilo similar al de ‘Stairway to Heaven’ pero en sentido de veneración, lo que provoca destellos de creatividad muy interesantes, pues hay un par de interludios bien logrados. ‘Tears of Rain’ permite a Josh Kiszka convertir su voz en un torbellino de tonos, mientras que ‘Stardust Chords’ es un rock al estilo Jethro Tull. La segunda mitad del álbum pierde un poco de fuerza debido a la poca exigencia compositiva, siendo el punto más alto ‘The Weight of Dreams’, un rock más progresivo y ambiciosa pieza de ocho minutos, que busca alcanzar un nivel casi operático.
Tras la escucha, nos hubiera gustado más interludios como el del final de ‘Broken Bells’ o más cambios de ritmo como los que se aprecian en ‘Age of Machine’, porque son momentos donde la banda se aleja de la fórmula y propone ese ‘nuevo sonido Greta Van Fleet’ del que tanto han hablado, un sonido que, igualmente, se deja ver con varios atisbos en este álbum. Más allá de esto, The Battle at Garden’s Gate deja claro que la novedad musical no se consigue simplemente con bajarle un cambio a la influencia zeppelana y, aunque aún hay que trabajar otros detalles, The Battle at Garden’s Gate señala que hay una dirección a seguir y que parece correcto avanzar por ahí, aunque eso signifique continuar dividiendo a los rockeros. Pero en lo que sí estaremos de acuerdo, es que invalidar a una banda como esta no tiene mucho sentido.