«Hell Awaits»: Slayer en caída libre hacia el infierno
Metal Blade, 1985
Tom Araya enojado, Dave Lombardo ampliando su propuesta, Kerry King y Jeff Hanneman impulsando un sonido más agudo en la composición y escribiendo material que mostraría a Slayer en una forma más oscura y siniestra. Hay que reconocer que “Hell Awaits” combinó elementos que no fueron parte habitual de la posterior historia de la banda, ya que nunca más fueron tan amigos de las ejecuciones largas y mucho menos de querer escucharse progresivos. Pero son estos elementos justamente, los que ayudaron a que la atmósfera de este disco se sintiera muy inquietante, no del tipo “Reign in Blood”, pero sí como un sonido novedoso para ese momento.
La producción del álbum mejoró considerablemente respecto al debut gracias al ingreso del productor Ron Fair, quien hizo equipo con Brian Slagel, sacándole el jugo al prestigio del que gozaban en esos inicios gloriosos del thrash. El sonido quedó mucho más rítmico, con espacios para el lucimiento de Lombardo y con mejoradas introducciones de las guitarras en los temas, dando la primera impresión de estar frente a algo digno de atención.
“Hell Awaits” es magia pura con esa introducción llena de acoples y detalles de instrumentación, algo que repiten en “Necrophiliac” y “Crypts of Eternity”; estos fragmentos de inquietud se encuentran a lo largo de toda la propuesta. Está claro que las frases al revés imponen aura de respeto, lo que junto a la progresión y el riff asesino, la hacen una de las mejores opener del thrash. “Kill Again” y esa vocalización maestra, mientras que “At Dawn they Sleep” cambió las cosas con esa armonías a 2 guitarras, como el intermedio de “Angel of Death”, en otro despliegue de alta magnitud. Son 6 minutos con 3 variaciones de tempo, que van desde lo rápido a la velocidad y luego a la desaceleración, todo ocurriendo en segundos. “Necrophiliac” y el riff que alcanza la impresionante velocidad que la banda haría su marca y que los volvería dueños de un género. Un favorito es la parte final de “Hardening of the Arteries”, pues vuelve a los mismos riffs de apertura de “Hell Awaits”, pero mucho más apocalípticos.
Este álbum contiene uno de los mejores desempeños de Tom Araya, pues se escucha como un asesino persiguiendo a su víctima; escupe letras a la velocidad de la luz y cargadas de veneno. Y las letras son otro punto distintivo para ellos pues se concentran en temáticas más oscuras que las de “Show No Mercy”, como el infierno y Satanás; hoy, abundan las bandas death y black metal aportando al cancionero demoníaco, pero en el tiempo de “Hell Awaits” eso fue totalmente impactante, lo cual lo convirtió en un álbum más que influyente para la corriente del metal extremo, lo que se refleja en la gran cantidad de grupos de esa línea que han versionado las canciones de este disco.
La portada es otro sello de la banda, pues se observa cómo varios discípulos del demonio se afanan en despojar de sus vísceras y miembros a los que van en caída libre hacia el infierno, estilo que seguirían cultivando en años posteriores.
“Hell Awaits” es un disco equilibrado. Hay épica en la letra, en la música y en la profundidad emocional que logra. En ese momento, Slayer se graduaba, con claridad, como los mejores letristas de thrash, logrando penetrar tus sueños con acabadas historias cargadas de oscuridad y apasionante descripción. “Hell Awaits” fue una presentación en grande para el eterno Jeff Hanneman, quien fue la fuerza tras el estilo de composición, y también lo fue para Dave Lombardo, quien tiró sobre la mesa sus inigualables condiciones; en realidad, fue la presentación en grande para una formación simplemente perfecta y cuyas actuales ausencias han hecho revitalizar el sello siniestro que propuso este disco para 1985. Quizás no sea el disco más accesible ni fácil de escuchar, pero el solo hecho de ser el germen de “Reign in Blood” le hace merecer todo el respeto del mundo metal y ser objeto de veneración para las corrientes extremas que en él se inspiraron.