Hella: experimentación y math rock extremo

Hella: experimentación y math rock extremo

Rock progresivo y math rock llevado a su límite conocido hasta el momento. Eso es Hella, dúo californiano que irrumpió públicamente en 2002 (año de lanzamiento de su primer álbum) y que ha desconcertado a aquellos que han llegado a su música.

Spencer Seim, encargado de la guitarra eléctrica y Zach Hill, baterista. Dos músicos capaces de sacarle el máximo de provecho a sus instrumentos, donde cada uno de sus discos pareciera ser una larga sesión de ensayo, improvisaciones y jams. Temas donde el dúo brota y esparce su creatividad sin reparar en convencionalismos, zonas de confort ni lugares seguros.

Ambos músicos destacan por igual, pero vayamos por parte. Primero veamos que referencias o características definen el estilo de Spencer Seim y el estudio atento y vanguardista de su instrumento, la guitarra eléctrica. Spencer ha llevado las posibilidades de la guitarra a atmósferas sonoras pocas veces vista en el instrumento.

Cambios armónicos frenéticos, riffs agresivos, distorsionados, a ratos erráticos y convulsionados. A todo ello se le suma una amplitud en la forma de generar música desde la guitarra, ya que en ocasiones Spencer deja chillar y reverberar su guitarra solo con pedales de efectos y maromas electrónicas llevadas a una distorsión extrema.

Su aproximación a la guitarra recuerda en ciertos pasajes a lo hecho por Omar Rodríguez López en The Mars Volta, At-the Drive In y el sinfín de música hecha por él, puesto que este estilo errático y alocado en la guitarra hacen que entendamos a este instrumento desde otra vereda; de una manera mucho más amplia, más experimental y osada, alejado de las armonías y riffs a los cuales podamos estar más acostumbrados.

El primer álbum de Hella, Hold Your Horse Is (2002) es puro desenfreno. Math rock llevado a sus límites. Math rock que se nutre de elementos progresivos, experimentales, electrónicos y de subgéneros más frenéticos y punzantes como el rave, siendo el tema “Brown Metal” un buen ejemplo de aquello. Sin voces a lo largo del álbum, así como en casi toda la discografía de Hella (salvo contadas excepciones), la propuesta de este disco y banda en general se apega a aquellas sensibilidades hambrientas por nuevos sonidos y experimentaciones musicales potentes.

Pero aquel primer álbum a pesar de lo desconcertante de su sonido no sería el zenit compositivo de Hella. Aquel momento casi llega con la publicación de su segundo EP Bitches Ain’t Shit but Good People (2003). Publicación donde agregan más instrumentos a sus canciones y expanden aún más la experimentación osada desde los mismos. Sintetizadores, un bajo y cajas de ritmo se incorporan en la locura de este EP; obra aclamada por los fans de aquellos años y que no han abandonado la propuesta de Hella, atesorado a la banda hasta la actualidad.

Desde aquel punto en adelante la creatividad de este dúo no se detendría. Incluso en sus siguientes EP’s y discos de larga duración, donde llegan a jugar musicalmente con la inclusión de sonidos y ritmos en 8 bits, como si de la música de un videojuego retro se tratase.

Ahora bien, tratemos de hacerle justicia y destacar el trabajo del baterista Zach Hill. Músico que también lleva a terrenos insospechados su instrumento, dando cuenta de las horas de práctica y estudio. Es notable la cantidad de influencias que cruzan el estilo de Zach Hill. Múltiples polirritmos, técnicas de ejecución que transitan sin problemas de golpes y fills suaves y contenidos a simplemente ser un baterista agresivo y desenfrenado. Una capacidad física y mental increíble.

Una experiencia musical envuelta en la anarquía, experimentación y fuera de todo canon convencional es el extenso y surreal álbum doble Church Gone Wild/Chirpin’ Hard. Obra publicada en 2005 y cuya duración total es de una hora con cuarenta y cinco minutos, aproximadamente. Siendo Church Gone Wild creación principal de Zach Hill mientras que Chirpin’ Hard en gran parte es gracias a la sensibilidad de Spencer Seim, éste álbum doble se anota como el pináculo más experimental y extremo de Hella.

Álbum doble donde la plasticidad sonora se evidencia en la multiplicidad de efectos de guitarra, las voces colaboradoras de otros músicos amigos (Dan Elkan en guitarras, sintetizadores y voces de acompañamiento, así como la sobriedad colaborativa de Jonathan Hischke como bajista), utilización de sintetizadores, efectos y distorsiones vocales y un sinfín de figuras rítmicas intrincadas. Temas que uno tras otro nos demuestra el espíritu expresivo de estos músicos, alejados de cualquier esquema radial, de los grandes escenarios o rankings de “los más escuchados”. Sin duda una obra imperdible si alguien decide aproximarse a estos músicos.

Las últimas apariciones destacadas de Hella datan de 2011 con el álbum Tripper y la publicación de su EP Santa’s Little Hella en 2013, cuya existencia es una rareza incluso para internet al ser un single poco reproducido o compartido. Hasta su discreta calidad desde el punto de vista de la producción la hacen una curiosidad para cualquiera. Totalmente atípicos.

Hasta la fecha solo siguen las especulaciones de los fanáticos respecto de cuando Hella volverá a desconcertarnos con su música en público, ya que es más que seguro que todos estos años no han sido en vano. Es difícil de creer que este dúo no ha compuesto nada en todos estos años. Sencillamente no han querido publicar y mantener un bajo perfil artístico. Todo por supuesto en el ámbito de la especulación y sospecha que despierta la propuesta musical surrealista de esta banda.

Un dúo que rompió esquemas hace más de diez años. Experimentaron, se arriesgaron, fueron osados, los miraron raro y no los entendieron. Aun así, fueron capaces de cautivar a toda una escena de músicos y melómanos ávidos por ritmos y armonías más contemplativas. Un dúo que armó su rompecabezas musical con el rock progresivo como cimiento, pero que utilizó piezas del jazz, la electrónica, el noise rock y un largo etcétera; convirtiéndose así en una banda de culto. Una rareza que finalmente bautizamos como math rock para poder diferenciarlos o referenciarlos. Pero en realidad, Hella es un episodio atípico, curioso, potente y de mucha personalidad. La música es libre y Hella así lo demostró.

Cristopher Andrade

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