Sid Vicious y el asesinato de Nancy Spungen: más junkie, menos asesino
“Sid Vicious no tendrá que ir a juicio por el asesinato de su novia en el Hotel Chelsea, Sid ya no es más vicioso, está muerto. Su cuerpo desnudo fue encontrado en un apartamento de Greenwich Village junto con una jeringa y una cuchara” sentenciaba el conductor del noticiario la muerte del expulsado bajista de los Sex Pistols. Una sentencia dictada así, de esa forma, casi como reconfortante para la sociedad, como si fuera más importante el hecho de que no sería enjuiciado para pagar su supuesto crimen más que el de su propia muerte .
Y es que así fue visto Vicious a ojos de todos por esos años: un maldito adicto, un antisocial, un idiota y lo que es peor que todo: un asesino. Su caso, en el que se le acusó de asesinar a su novia Nancy Spungen en octubre de 1978, fue prácticamente resuelto en cosa de horas. “Se trataba de un maldito junkie, violento, que fue encontrado junto con el cadáver apuñalado de Nancy, nada más que investigar ni para permitirle algún grado de duda, se trataba de un maldito drogadicto, pasemos al siguiente caso”, comentaban sarcásticamente sus amigos con cierto grado de impotencia ante una policía cerrada ante otras teorías.
Pero las cosas no fueron tan así, y hay pruebas y testimonios bastante fidedignos recogidos por el biógrafo Alan G. Parker para el documental «Who Killed Nancy?» que nos dan cierta certeza de que Sid Vicious, pese a todo lo que pudiera haber sido NO mató a su novia; y algunas pruebas como que su cuerpo totalmente afectado por las drogas tranquilizantes no le hubieran permitido hacerlo es tan sólo una de ellas.
Luego de la fiesta en el Max Kansas City no muchos recuerdan al respecto, pero entre ellos Kenny ‘Stinker’ Gordon de la mítica banda Pure Hell recuerda: “Nancy me llamó esa noche cerca de las 4 AM, pidiéndome marihuana y diciéndome que Sid había tomado Dilaudid (un fuerte fármaco) y que estaba totalmente dopado e inservible”. A lo cual agrega: “había otra voz ahí, lo cual no era de Sid, estoy seguro”.
Otro amigo de la pareja, vio a este otro tipo cuando se acercó al hotel comentando que vio a Sid en el mismo estado del que hablaba Nancy, totalmente drogado (finalmente se comprobó que Tuinals y Dilaudid fueron las fuertes drogas que consumió, drogas para el cáncer lo suficientemente fuertes como para derribar a cualquiera).
El asunto sigue siendo turbio más aún cuando en el informe policíaco se ignora casi por completo que la navaja que era propiedad de Sid estaba sin huellas dactilares ni rastros de uso o sangre y más todavía por lo que en este mismo documento habían nombres borrados a manchones.
Pero el factor más determinante es el vil dinero, y en algo tan sombrío como esto no podía estar exento el nefasto monstruo verde: en las semanas previas Sid había hecho mucho dinero tocando en el Max’s Kansas City y además empezó a recibir las regalías de su tema ‘My Way’, y en el día de la fiesta se vio a Nancy cargando un montón de dólares en efectivo. La noche de la muerte la habitación fue visitada por traficantes, junkies, amigos y muchas personas más (inclusive la policía). A Nancy se le caían los billetes de cien dólares en el pasillo del hotel. Del dinero, luego de esa noche, nunca más se supo. ¿Se lo tragó Nancy? Claramente un robo pudo haber sido un gran motivo para todo lo que pasó.
Nancy había tenido un idilio con un tal Michael, un tipo adicto que conoció Sid incluso, y en declaraciones posteriores se habló de él como el tipo que se alojaba en el mismo hotel junto con un grupo de actores y que bajaban comúnmente a la habitación de la pareja. “Sid mató a Nancy” comentan los amigos del sujeto que llegó diciendo a su departamento esa noche. Eso sí, con un fajo de billetes con claros rastros de Nancy. Pero la policía no quiso investigar más del tema, reabrir el caso sería darle un favor a Vicious, el cual nunca estuvieron dispuestos a darle.
Sid fue un tipo conflictivo, violento, un imbécil en muchas de sus reacciones, pero tal y como dijo la gente que le conoció de cerca, difícilmente un asesino a sangre fría, ni menos con el gran- aunque algo enfermizo- amor de su vida: Nancy.
Por Patricio Avendaño R.