«Hum»: el melancólico viaje astral de Alain Johannes

«Hum»: el melancólico viaje astral de Alain Johannes

Ipecac Recordings, 2020

Alain Johannes es un hombre inquieto, ya lo sabemos. El chileno a estas alturas si hay algo que tiene es un CV de lujo cultivado gracias a sus ganas por hacer cosas y propagar por el mundo sus talentos y compartirlos, ya que cuenta con una cantidad de colaboraciones (tanto como músico, ingeniero o productor) más que impresionante. Nombres como QOTSA, PJ Harvey, Mark Lanegan, Them Crooked Vultures, Arctic Monkeys o Chris Cornell desfilan en una carrera plagada de grandes momentos y pedazos de historia dejados en cada uno de esos discos, y pese a algunos problemas de salud o duros momentos que le han golpeado la vida últimamente, no baja los brazos y lo vemos ahora produciendo en su estado más reflexivo y profundo, o al menos eso es lo que se percibe tras escuchar este esperado regreso en solitario, donde nuevamente lo vemos acompañado de sus acústicas y su característica voz para entregarnos un puñado de inspiradas canciones donde la conexión es muy física, pero espiritual a la vez, donde la naturaleza, el entorno silvestre y algo más allá, parte de su propio mundo en que «lo esencial es invisible a los ojos» interactúa con cada uno de sus acordes.

Entrevistas previas y anticipos nos lo dejaban un poco en la mesa: «Fui yo como imaginándome o ‘escuchando en el silencio’ o pretendiendo que ‘el disco ya existía y recibir una especie de señal del futuro a través del tiempo y el espacio'», contó a Nación Rock de forma muy mística sobre el proceso que envolvió «Hum». Las canciones ponen en práctica esta consigna espacio-temporal: sirenas, bosques, tierra, hojas, árboles, la vida y la muerte y toda una atmósfera a ratos gótica conviven con unas ganas de conectar de Johannes con «el otro lado»: «Por aquí siento un zumbido/Debajo hay un zumbido/Zumbido eterno/Un mundo muerto volviéndose del revés/Y en mi esperanza un avivamiento/Invisiblemente tu mano salvadora/Mientras sobrevivo a esta tierra resbaladiza» canta en «Hum» el tema que da nombre al disco, con los mágicos designios de Nick Drake desde el más allá que se mete en la piel de Alain esta vez y que logra releer muy bien.

Es un disco más tranquilo, hay mucha paz en él pese a sus matices espectrales y es un verdadero alivio escucharlo para los tiempos que vivimos. Si bien su sello acústico característico de «Spark» y la querida  Cigar Box («Ha sido mi instrumento principal y favorito en todos mis shows en solitario y me conecto con élla fácilmente» como contó a Loudersound) y las acústicas en distintos tonos y cantidad de cuerdas están en todo, no se siente esa cosa tan furiosa y a ratos «expulsadora de rabia» de ese soberbio disco de 2010, aunque no por eso está hecho con menos sentimiento. ‘Hallowed Bones’ expone esas bellas melodías de la escuela Eleven al servicio de los ritmos y la guitarra. La voz de Alain es un poco atemporal y propone frescura, lo cual siempre se agradece bastante. En ‘If Morning Comes’ nos canta cosas devastadoras pero al mismo tiempo hermosas como «Si llega la mañana/Me arrodillaré ante el sol/Una oración silenciosa en tu nombre» desatando aun más el estado oscuro, pero puro de conexión y lo que nos trata de comunicar. El tema va creciendo, se captura la intensidad y te va produciendo cosas increíbles. No es coincidencia, (ni tampoco ver a Alain con los ojos cerrados tanto en la portada como en el video de este tema).  Alain elaboró estos pensamientos y los tradujo a notas y versos, emanados de noches angustiantes cuando estaba muy enfermo, con dificultad para respirar debido a la infección pulmonar que lo tuvo muy complicado.

‘Here in the Silence’ es una especie de romance en otra dimensión («Mi amor no apartes la mirada/Pertenecemos aquí mismo/No, no mires para otro lado/Pertenecemos/Aquí mismo/Aquí en el silencio/Aquí viviremos otro día») y en cosas como ‘Nine’ tenemos esta veta más electrónica con algunos agudos solos que acompañan y conversan mediante la marcha «Te veo mi amor/Y me voy a dejar ir/Recibí un mensaje/De mi numero nueve», considerando que la pista es la número nueve es de alguna forma evidente el título, pero también Johannes se inspiró en aquel repetitivo «Number Nine, Number Nine, Number Nine», del Álbum Blanco de The Beatles para construirla, ya que resonaba una y otra vez en su cabeza. También lo vemos repetir «Mi corazón no te defraudará/No te defraudará» en «Finis», el tema de cierre que sella una especie de pacto de sangre, un vínculo sagrado, con cuerdas indias abrochando toda esta idea. Muchas de estas canciones indudablemente pensamos que están con el pensamiento de Natasha (Shneider), su ex-esposa fallecida de cáncer en julio de 2008, en su mente y corazón. En ‘Mermaid’s Scream’, la apertura, la guitarra portuguesa lo acompaña con una especie de lamento elegido para adentrarnos a un disco lleno de metáforas y poesía.

Hay una línea, el concepto está claro. Alain nuevamente le canta al amor eterno, a la vida—y ineludiblemente—a la muerte y los recuerdos no tan solo de Natasha estan impresos, sino que también los de Chris Cornell ahí caminando juntos. «Hum» en definitiva es triste, no queda otra manera de percibirlo y atesorarlo como tal, pero al mismo tiempo es todo un viaje—casi astral—y la profundidad con que se terminó de construir (y en una ráfaga de días solamente, un día para cada tema prácticamente) es estremecedora, porque es revelador y por sobretodo, muy real.

Por Patricio Avendaño R.

Patricio Avendaño

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