Sin duda un peliculón preciado por todos, The Fight Club o El club de la…
“Húsar”: la ópera rock independista de Ives Gullé
Independiente, 2011
Dentro de la escena nacional, a Ives Gullé se le relacionaba como la voz de Garden Bitch. Pero a comienzos de la década pasada, llegó con una idea única por estas latitudes: capitaneando un colectivo de músicos underground, que le dio forma al disco Húsar (2011) —patrocinado por el Museo Histórico Nacional. Una pomposa ópera rock, ambientada en el proceso final de la independencia chilena (1814-18); cuyo título se basó en los Húsares de la Muerte, el famoso escuadrón militar que fundó el audaz Manuel Rodríguez —que sirvió, en parte, de inspiración para el popular Zorro. Ives, quien personifica al protagonista —en concierto usando una réplica del abrigo negro, con la calavera al costado del cuello; manifestó que el interés por su figura histórica le surgió de niño, estudiándola desde entonces.
Con una rica y numerosa base rítmica —en que se hallan integrantes de Dorso, Garden Bitch o SteelRage; el trabajo comienza con la delicada instrumental Retirada, en predominancia de la guitarra acústica y luego del teclado, que engloba las repercusiones del Desastre de Rancagua: el final de la Patria Vieja (1810-14), con los realistas españoles retomando el poder —iniciándose el exilio de los patriotas chilenos hacia Argentina. Puente natural que se funde en Condena, una rabiosa impotencia vivida desde el otro lado de la Cordillera de Los Andes; a cargo de Rodríguez y José Miguel Carrera (Rodrigo Galaz).
Ejército Libertador, fundado en la ciudad de Mendoza (1816), marca el asomo del trasandino José de San Martín (Víctor Escobar, Alto Voltaje), secundado de Bernardo O’Higgins (Ricardo Susarte, Polimetro) —en él recayendo la responsabilidad del ya citado Desastre de Rancagua. Acelerada, con pasta de himno, es una declaración en todo el sentido de la palabra: “No detendrán nuestra rebelión, con sangre y dolor caerá el opresor. Unamos los pueblos para batallar, hoy nuestras naciones levantan la voz; ¡hoy nace el Ejército Libertador!”.
Ubicados en Santiago se encuentran los adversarios, gobernando implacables con puño de hierro, presentados en Humillación: Mariano Osorio (Cristian Farías) y Casimiro Marcó del Pont (América Paz) —siendo ella la única fémina entre la parrilla de artistas. Rabiosa líneas ante la reagrupación que se avecina: “¡Nunca más nos humillarán, campesinos y guachos! ¡Nunca más nos humillarán, estos bastardos revolucionarios!”. Intervenciones que completa el bandolero Neira (Jaime Salva), que cumplió funciones de espía para los patriotas; situación que se prolonga hasta Opresión. Logia —en referencia a la Logia Lautariana; y la sentida Héroe sacan lo mejor y peor de las facciones internas. Destacable resultó una posterior re-grabación en italiano, Eroe, con estrellas internacionales invitadas —Fabio Leone de Rhapsody of Fire, Roberto Tiranti de Labyrinth y Alice Dionis de MAB.
El elemento pesado, quizás encaje forzado, le corresponde a Guerra: haciendo aparición el dios de la guerra y destrucción mapuche, Wekufe (Rodrigo “Pera” Cuadra, Dorso) —en vivo interpretado por Foxlin Torres de Battlerage; que a punta de guturales atormenta, en el campo de batalla, a O’Higgins. El monolítico riff de Por mi patria —que trae la mítica frase “¡Ciudadanos, aún tenemos patria!”; y la muy melódica Libertad se encomiendan para el clímax del enfrentamiento decisivo. Pero, en suerte de bis, el último par de canciones aguardan el fin de Rodríguez: Lamentos y La muerte —una sub-trama aparte que se compone de cinco diferentes actos. Quedándole el papel de antagonista solapado a O’Higgins; cuya posición de director supremo, en la nueva nación, se ve amenazada.
Una producción que no dejó de llamar la atención, reluciente y muy pulida, que al año siguiente hizo gala de una vistosa re-edición; con nuevo arte y un disco adicional —en donde aparecieron los temas Unión, Clandestino, Guacho y A Francisca. Que fuesen infrecuentes los conciertos de Húsar, contabilizando apenas una docena de ellos, le jugó a favor como una experiencia exclusiva que debía verse —extrapolando la misma gran cantidad de personajes, con indumentarias acordes a sus respectivos papeles, que desfilaban por el escenario. La denominada “primera ópera rock histórica de Chile” bajó el telón con una última función a fines de 2016, que le dio paso a Invasión (2017) —Gullé encabezando aquella placa con diferente alineación, que en el mismo formato indagó la conquista española (1540-98). Húsar gozando de tanto interés transversal, que terminó añadido al catálogo de la Biblioteca Nacional; descansando allí lo entregado por este Ejército Libertador —nombre que también adoptó el círculo de fanáticos.