In Flames en Teatro Coliseo: A la vanguardia de las raíces melodeath

In Flames en Teatro Coliseo: A la vanguardia de las raíces melodeath
Una noche donde la banda vuelve a sus sonoridades mas duras y clásicas del death metal melódico

Fotos por Jerrol Salas 

In Flames existe desde hace tres décadas. Durante ese tiempo, la banda ha cambiado de género varias veces y se ha convertido en una de las bandas más fluidas del metal. Una vez que los campeones y fundadores del sonido melodeath de Gothenburgo, han pasado por un cambio constante hacia el metal alternativo, que culminó en sus últimos tres álbumes: Siren CharmsBattles y I, The Mask. Su decimocuarto álbum Foregone no da marcha atrás en esa tendencia, pero es lo más cerca que han estado de sus raíces en quince años.

Con esta tendencia camaleónica a su música y estilo y sin bandas de apertura, los suecos se presentan en Teatro Coliseo, Anders Fridén se muestra orgulloso con una camiseta de nuestra selección chilena de futbol y con la numero 23 con nombre In Flames en la espalda, la banda se ha convertido en estadistas mayores del metal al reinventarse continuamente y nunca dejar que las cosas se vuelvan aburridas. The Great Deceiver, Pinball Map y Everythings Gone, abren su show, temas repletos de cosas que hicieron que estos muchachos sobresalieran del resto cuando eran jóvenes: melodías altísimas, fragmentos thrash, una sensación de asombro que raya en el power metal sin ser cursi, y un par de melodías pegajosas que cualquier metalero estará tarareando durante días. No hay espacio serpenteante o desperdiciado. Todo está ajustado, enfocado con láser y muy nítido, como debería ser cualquiera de sus presentaciones.

Era de esperarse que el recinto estuviese a su máxima capacidad ya que los fans nacionales se caracterizan por seguir sonidos en el ámbito death, con el paso de los años la banda ha podido asegurar que sus visitas a Chile sean apreciadas y bien consideradas por sus fieles seguidores, algo ya sabido por los suecos y por ello no dudan en entregar lo mejor de su repertorio, Ordinary Story, Behind Space y The Hive, con estribillos tremendamente pegadizos entre algunos ladridos guturales. Es un comienzo prometedor, que luego se desarrolla brillantemente, guitarras acechantes y serpenteantes dan paso a coros brillantes, eufóricos y tarareables al instante, que a su vez se descarta por una ráfaga de patadas de contrabajo y guitarras vibrantes. Hasta ahora, “¡Maldita sea! ¡In Flames ha vuelto! Y ello se aprecia en el público asistente que no duda en el mosh, el headbanger y corear cada tema.

El punto más alto se vivió con la siempre potente Cloud Connected, la que provoco todo tipo de desmanes permitidos entre los asistentes, tema que representa bien a In Flames, capturan esa agresión con un gran gancho, tiene peso, es accesible, riffs y gritos, pero también llena de muchas melodías y estribillos, los que se corearon de principio a fin.

The Quiet Place y State of Slow Decay, inmediatamente resalta un sonido completamente más pesado. Los riffs recuerdan a sus primeros días mezclados con un toque de la era At The Gates de ‘Slaughter Of The Soul’, los temas suenan seriamente venenosos, más que quizás durante la última década. Sin embargo, se escuchan melodías pegadizas, y el bajo potente y la batería atronadora impulsan la pista con un fuerte lamido. Los solos de guitarra principal añaden textura, se abre a una entrega más limpia a medida que los temas avanzan, a esta altura del show cada asistente solo se deja llevar, acepta lo que venga, adjudicando una certeza voluntaria que están en el lugar correcto.

The Mirror´s Truth y I Am Above, impresionante duelo de guitarras solistas duales no hace más que aumentar el disfrute, quizás podrían ser una de las mejores composiciones de In Flames, sonidos trepidantes y agresivos, pero que también exhibe la sensibilidad más melódica de la banda a través de sus acordes insidiosos.

Take This Life, sutil como lanzar una bomba nuclear en un bote de remos.  La canción tiene algunos restos del estilo pop/melódico que han absorbido en el estribillo, pero en realidad le han dado un buen uso con su sonido habitual, manteniendo los versos ásperos y gruñones, interacción de voces limpias y gruñidas que le da una vibra más bien metalcore, que funciona bastante bien y que deja esa sensación satisfactoria de haber escuchado lo que se esperaba de los suecos, un cierre a la altura de lo que se espera de una banda técnica y talentosa,  se vio un acto de equilibrio que In Flames ha logrado y que es bastante impresionante, ya que ofrece lo suficiente del “viejo In Flames” mientras continúa su evolución más allá de los límites del death metal genérico. El hecho es que la banda ha lanzado álbumes consistentemente, incluso con cambios de formación, que son tremendamente pesados ​​y mejoran su conexión con su audiencia, lo que los ha llevado a ser portadores y regresar siempre a esas raíces que los consagraron como los pioneros del death metal melódico.

Nacion Rock

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