«Incesticide»: el atesorado otro lado de Nirvana

«Incesticide»: el atesorado otro lado de Nirvana

DGC Records, 1992

Pese a que «Incesticide» nació por el afán inescrupuloso de la compañía multinacional del siempre avispado David Geffen (por esos años amo y señor de los descubrimientos del rock noventero, teniendo en sus trincheras y en inmejorable época a bandas como Nirvana y Guns N’ Roses) de lanzar algo desesperadamente debido a la demora de la salida de un nuevo disco de estudio -sobre todo tras el suceso de «Nevermind»-, pero el disco resultó ser uno de los más atesorados por los fans de la icónica banda de Kurt Cobain, quien por cierto a regañadientes aceptó este lanzamiento, en una época en que ya lidiaba mucho con las imposiciones de managements y sellos, cosa que iba a ser determinante para la especie de patología que derivó a que terminara como todos sabemos. Su consuelo fue ser partícipe cien por ciento en el arte del disco, del que se da cuenta totalmente desde la portada del álbum, con ese enfermizo y abstracto pincel que tuvo.

Eran los años de la exposición mediática febril, las demandas por que la banda apareciera en shows televisivos, las portadas de revistas, los de la prensa amarillista tratando de inmiscuirse y chismear lo mayor posible en su relación con Courtney Love y una vertiginosa serie de situaciones que finalmente hicieron que su amo y creador colapsara.

También eran los años de gloria de MTV cuando pasaban videos de rock al mundo (ya bien lejanos quedaron) y el de la clásica rivalidad entre Cobain y Axl Rose, que como dijimos compartían sello disquero. De hecho, por acá está la anécdota de la ceremonia de los MTV Music Awards donde Courtney le había preguntado irónicamente a Axl si quería ser el padrino de Frances Bean, a lo que Axl le respondió a Cobain diciendo que «callara a su perra», a lo cual Cobain muy obediente le dijo a Courtney «Cállate, perra», causando la risa de todos.

El disco y sus rarezas fueron un acierto, sobre todo la selección, ya que es un híbrido entre el sonido limpio, beatlesco y melódico del «Nevermind» y esa suciedad garagienta y punk del «Bleach».

‘Dive’, ‘Stain’, ‘Been a Son’ fueron caballitos de batalla, pero la verdad es que el disco completo tiene verdaderas joyas, como la casi metalera ‘Aero Zeppelin’, su genial cover de ‘Turnaround’ de DEVO en versión de las Peel Sessions de la BBC y ‘Son of a Gun’ y ‘Mollys Lips’ de la venerada banda escocesa por Cobain, The Vaselines, sin dejar de mencionar por supuesto la maravillosa ‘Aneurysm’ que se guardaron para el final, sin duda una de las canciones más potentes de Nirvana. Un disco de registros de distintas épocas y que además contó con los cuatro bateristas de Nirvana en su historia (Chad Channing, Dale Crover, Dan Peters y Dave Grohl).

Patricio Avendaño

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