“Independientes: 101 sellos discográficos”: El desafío de hacer música al margen de la industria

“Independientes: 101 sellos discográficos”: El desafío de hacer música al margen de la industria

El libro, publicado por Santiago Ander, recopila un amplio catálogo de sellos independientes, nacionales e internacionales, donde se cuentan sus inicios, anécdotas y su aporte al desarrollo de artistas y escenas musicales.

Como cualquier otro negocio a gran escala, la industria de la música se articula como un entramado gigantesco. Un esquema donde los oyentes solo logran ver una ínfima parte del panorama, inadvertidos de todo lo que ocurre detrás de cada álbum o canción. En esta figura compleja, los sellos multinacionales son quienes toman gran parte de las decisiones y, por ende, reciben la mayor tajada de las ganancias; incluso más que los propios artistas. Estas casas discográficas, denominadas como las “big four” (Sony, BMG, Universal y Warner), son las dueñas de gran parte de la música que habitualmente escuchamos tanto en físico como en digital. Pero, ¿qué hay de aquellos que están al margen de estos titanes?

«Independientes» se centra en mostrarnos ese otro lado. Historias sobre personas comunes que se aventuraron (o aún se aventuran) en trabajar fuera de las compañías multinacionales. El libro recopila 101 sellos de distintas partes del mundo y construye sus relatos a través de voces relacionadas al círculo independiente, que incluye a artistas, gestores y prensa especializada. En estas reseñas, se nos habla de los inicios de cada uno de estos sellos y las motivaciones que los llevaron a tomar un camino tan arriesgado. Las razones son múltiples. Mientras algunos persiguen inquietudes artísticas o ideológicas, otros se inclinan por el deseo de crear algo legítimamente propio, o incluso como respuesta ante el desinterés de las “big four”. En medio de esta heterogeneidad, la gran mayoría converge en una consigna clara: el profundo amor por la música y una libertad creativa intransable.

Si bien el libro se esfuerza exitosamente por abarcar un amplio abanico de géneros musicales, existen ciertas corrientes predominantes donde el «hazlo tú mismo» es parte fundamental del estilo. Acá se encuentran sellos emblemáticos, como SST Records, Alternative Tentacles, Dischord o Epitaph, que ayudaron a dar forma a la primera generación de hardcore punk, de la mano de nombres seminales como Black Flag, Dead Kennedys, Minor Threat o Bad Religion. En esta misma línea, Fat Wreck Chords, Hellcat o Moon Ska Records son citados como ejemplos de continuidad. Mientras que 2 Tone y Crass Records dan cuenta que la música, en toda su línea de producción, puede ser un potente motor para transmitir un mensaje político.

De manera similar, existe un sinnúmero de sellos que funcionaron como soporte para el nacimiento y consolidación del rock alternativo. En sus inicios, el éxito comercial de bandas como Joy Division, New Order, Cocteau Twins, Pixies o The Smiths, abrieron el camino junto a sus casas discográficas Factory, 4AD y Rough Trade. Un fenómeno sin precedentes es lo que posteriormente generó Sub Pop, quienes definieron en gran medida la década de los 90s y a la generación del grunge. Otros nombres como Creation Records, Warp, Matador o Domino también robustecen un paraguas musical variado e inherentemente conectado con los sellos independientes.

Si miramos el entorno local, la música chilena también cuenta con una historia de larga data y complicidad con los circuitos alternativos. En «Independientes» podemos leer reseñas sobre sellos como CFA, Combo Records, Masapunk y Quemasucabeza, que acogieron a artistas que ya no captaban el interés de los grandes sellos, o que también se sintieron más cómodos trabajando con proyectos que miraban más allá del número de ventas. Al otro lado de la cordillera, el trabajo de Interdisc o Radio Trípoli permitió publicar a clásicos de la música argentina como Charly García y Attaque 77; mientras que fenómenos inéditos en estas latitudes, como el caso del Buenos Aires Hardcore, no hubiese alcanzado el estatus de comunidad y escena sin el apoyo de sellos como Frost Bite o Mentes Abiertas.

Fuera de ser un fenómeno anecdótico, la presencia de los sellos independientes ha sido una constante desde los albores de la música popular. Sin el apoyo de producción, grabación y distribución de Sun o Chess Records, nombres como Elvis Presley, Chuck Berry o Muddy Waters jamás hubiesen salido del anonimato. O si pensamos en la música de los 60s, el aporte de Motown repercute hasta el día de hoy en términos de lógica de industria y sello sonoro. En la actualidad, Dead Oceans es el hogar de las potentes voces femeninas Mitski y Phoebe Bridgers; mientras que la escena alternativa chilena se desarrolla con fuerza dentro de nombres como Sello Fisura y Joy Boy Records. Inclusive el proliferante panorama urbano local ha encontrado su lugar en el trabajo con sellos independientes, siendo Primo el mejor de sus ejemplos.

En definitiva, las páginas de “Independientes: 101 sellos discográficos” nos entregan una visión bastante completa del circuito independiente. Más que un fenómeno contextual, se trata de una lógica que trasciende los géneros musicales y las décadas. Lo que une a este centenar de aventuras, es la pasión de explorar el arte sonoro desde la innovación y la independencia. Mientras los grandes sellos suelen apostar por proyectos que juegan a lo seguro, en término de ventas, en los espacios independientes es donde realmente la música evoluciona y se atreve a proponer algo diferente a las audiencias. Tomando el noble principio de anteponer la música por sobre el negocio, quienes trabajan desde lo independiente encuentran su justo homenaje y necesaria inspiración en las páginas de este libro.


Puedes complementar esta lectura con una playlist seleccionada por Santiago Ander, donde reúnen canciones pertenecientes al catálogo de estos 101 sellos independientes.

Javier Perez

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