“Turn on the Bright Lights”: las iluminadas penumbras del debut de Interpol

“Turn on the Bright Lights”: las iluminadas penumbras del debut de Interpol

Matador Records, 2002

Noviembre del 2001. Habían pasado pocas semanas desde el ataque a las Torres Gemelas. Los medios de comunicación solo hablaban de Osama Bin Laden. La política estaba en la palestra junto a la guerra. Terrorismo era la palabra más usada en cada discurso de George Bush. En el ambiente musical, MTV rotaba videos de System Of A Down, Limp Bizkit, Korn y Deftones. Era la época del numetal. En Nueva York, el ambiente no era de los mejores y ser alguien en la ‘Gran Manzana’ iba a costar el doble. The Strokes estaba salvando al rock desde el Lower East Side. Incluso serían catalogados como, valga el juego de palabras, “los salvadores del rock”.

Sin embargo, en los suburbios de una de las islas más importantes del mundo, había un grupo que sigilosamente estaba preparando uno de los larga duración más importante de la década pasada. El post-punk revival sería cosa de bares y garajes, siendo solo unos pocos los privilegiados de presenciar a bandas que serían valorizadas muchos años después por sus primeros trabajos. Interpol, sería una de ellas. Estos estudiantes de la Universidad de Nueva York, habían rotado por casi todo el circuito alternativo de “la ciudad que nunca duerme”. Todo ese trajín le significó una maduración que pudieron capitalizar en su primer EP titulado simplemente Interpol (2000).

Las notas de la guitarra del multicultural Daniel Kessler junto al bajo de Carlos Dengler, nos invaden de un minimalismo sombrío que no muchos han sabido explorar de manera tan perfecta.

El sello discográfico Matador los venía siguiendo desde un tiempo y luego de una presentación en la BBC, los neoyorquinos sacaron a la luz “Turn on the Bright Lights” en el 2002. El sonido que dieron a este disco tenía oscuridad, un toque lúgubre y armonías luctuosas con la cuota necesaria de soledad. “Untitled” es la primera pista del disco y en ella nos dejan en claro cuál sería el sonido de la banda: guitarras silentes, una batería cuidadosa y una atmósfera sombría. Es con esta canción que a los críticos y detractores les dio por compararlos con Joy Division. Sobre todo por la voz de Paul Banks que la asimilaron a la de Ian Curtis y luego de un par de años los enfrentaron contra sus símiles ingleses: The Editors. Pero eso es harina de otro costal.

Dejando atrás el primer track, nos encontramos con “Obstacle 1”. Más de cuatro minutos que le darían el respeto que se merecían en la música. “I wish I could eat the salt off of your lost faded lips / We can cap the old times make playing only logical harm / We can top the old lines make playing that nothing else will change / Well she can read she can read she can read she can read / She’s bad / She can read she can read she can read She’s bad, Oh, She’s bad» («Ojala pudiera comer la sal de tus perdidos labios descoloridos / Podemos cubrir los viejos tiempos jugando solo al daño lógico / Podemos tapar viejas líneas jugando a que en nada mas cambiarán / Pues ella puede leer / Ella es mala / Ella puede leer Ella es mala, Oh, Ella es mala»), reza la introducción de uno de sus mejores singles.

La primera placa de Interpol se presenta como un disco que será bienvenido para los amantes de la soledad. Desde su portada en la cual una pantalla de cine o teatro es iluminada con luces rojas nos conquista para escucharlo de principio a fin.

La música va deslizada de manera muy detallista para llegar al clímax necesario. Tiene muchas progresiones en bajo, guitarra y batería, que dan variadas sensaciones auditivas y emocionales. Una canción que se ha convertido en un himno de estos estadounidenses y que es perfecta para recorrer Manhattan en un día gris y con lluvia.

“NYC”, es la siguiente en ser elegida como una de las mejores del disco. para muchos, la letra tiene alguna relación con los hechos que sucedieron el 11 de septiembre, pero para desgracia de ellos, la letra había sido escrita mucho tiempo atrás. En este single, nos vemos sumergidos en un paseo por las diferentes avenidas de la ‘Gran Manzana’ buscando el rumbo en un entorno minimalista. Los ecos son muy elocuentes y embelesan la atmósfera que muy bien supieron explotar bandas como Television y los, anteriormente nombrados, Joy Division.

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Interpol – Turn on the Bright Lights (2002)

Los de Interpol supieron posicionar sus canciones de manera estratégica para su público objetivo y enrolaron la mayor cantidad de singles en el lado A del disco. Es así como en las primeras cuatro pistas, encontramos tres canciones que estuvieron en la pauta musical de aquellos cercanos y a la vez lejanos primeros años del siglo 21.

“PDA”, tiene un grado de sentimentalismo inmerso en cada párrafo, donde se relatan los episodios de una relación la cual se va tornando cada vez más monótona y adversa. Los Interpol no se cierran a lo que vivieron en sus vidas amorosas y depositaron en esta pieza los desengaños y frustraciones propios del amor. Sin duda, es una canción que cala hondo con su ritmo y representación: «sleep tight, grim rite, we have two hundred couches where you can / sleep tight, grim rite, we have two hundred couches where you can» («Dormir tranquilo, rito sombrío, tenemos doscientos sofás donde usted puede / dormir tranquilo, rito sombrío, tenemos doscientos sofás donde usted puede»).

La primera placa de Interpol se presenta como un disco que será bienvenido para los amantes de la soledad. Desde su portada en la cual una pantalla de cine o teatro es iluminada con luces rojas nos conquista para escucharlo de principio a fin. Las notas de la guitarra del multicultural Daniel Kessler junto al bajo de Carlos Dengler, nos invaden de un minimalismo sombrío que no muchos han sabido explorar de manera tan perfecta. Cada nota, muestra simpleza pero a la vez agudeza para seguir una narración cargada de emociones a cargo de Paul Banks que encuentra en su baterista Sam Fogarino, los espacios para deleitarnos con una enumeración de frustraciones y paseos de soledad por toda la ciudad de los grandes rascacielos. No cabe duda que es y será uno de los mejores discos de este milenio.

Bastián Cifuentes Araya

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