Judas Priest en Santiago Gets Louder 2018: Fuego de los dioses
La emoción creció a medida que se acercaba el día, y la llegada de la gente al recinto santiaguino así lo evidenciaba. Si bien Alice in Chains era un plato muy demasiado fuerte para dejar pasar, hay gran sector de metaleros que sólo necesitaban beber de los sabores de las guitarras heavy de unas leyendas en el estilo. Los grandiosos Judas Priest, que tanta influencia han vertido en distintos géneros del metal. Esta noche era de ellos—y nuestra—, podríamos palparlos y celebrarlos exclusivamente para nosotros.
Lo bueno de este Santiago Gets Louder fue la puntualidad, y sin hacernos esperar, el telonazo cae en la noche de Movistar Arena, mostrándonos la espectacularidad de Judas, otra banda (además de AIC) que venía con nuevo disco bajo el brazo y para nada despreciable. «Firepower» seguro estará en las listas de fin de año como dentro de los mejores de metal, pues como bien su nombre lo dice perpetra fuego por todo su recorrido, y sirvió de gran parte del set de la noche, potenciado por las ilustraciones del álbum, a cargo de un chileno —vaya coincidencia— el gran Claudio Bergamin.
Pero la música era lo importante, ese infernal heavy que tanto adoramos de los dioses del estilo. La intro solemne de «Firepower» precedía todo y los golpes del veterano baterista Scott Travis entraban con todo. Un asalto de doble guitarra quedó a la izquierda y derecha en el escenario cuando Richie Faulkner, incansable y quien hizo sonar increíble su guitarra recibió el apoyo del nuevo guitarrista Andy Sneap (un guitarrista y productor de gran reputación con muchos créditos fuera de Judas Priest), que también se tomó mucho tiempo para mostrar lo suyo. Y de inmediato, la aparición del dios del metal, Rob Halford… Garganta gruesa con un rango que desafiaba constantemente su edad (67 años, una locura que siga siendo tan ágil y lúcido en el escenario y descargando esa agudez vocal atronadora).
El disco nuevo se defendía, pero también hubieron sorpresas: ‘Grinder’ fue el primer gran clásico celebrado, seguida de ‘Sinner’ y ‘The Ripper’, con imágenes bastante espectaculares abordando las temáticas de cada tema (periódicos mostrando los crímenes de Jack el Destripador, por ejemplo, en ésta, un asesino tan clásico y británico como los mismos Judas).
La nueva ‘Lightning Strikes’ despertaba emociones pese a no ser tan conocida, esa cancha y plateas estaban repletas (más tarde la imagen panorámica mostrada por la producción del evento fue impresionante), y ‘Desert Planes’, ‘No Surrender’ (con un épico discurso de seguir luchando contra la adversidad de parte de Halford incluido); ‘Turbo Lover’ es un viejísimo tema, pero que siempre llevan en los sets, y se agradeció bastante.
Había fuego y metal, era el concepto. Judas en la primera parte se preocupó de un repertorio variado, pero la parte más alucinante, seguro llegó al final. Ahí empezaban a pasar tantos clásicos y tanta historia ante nuestros ojos que no se podía creer. Judas es respetado por metaleros que ejecutan un estilo aún más visceral que ellos, si no lo creen, revisemos el estilo y covers de Death o al propio Anton Reisenegger, que insistentemente en el show de Criminal un poco más temprano habló del honor de estar en el mismo evento con ellos y hasta esa imagen de Condorito de la banda la convirtieron y mostraron en redes sociales al estilo de la portada del «Screaming for Vengeance». Notable.
‘You’ve Got Another Thing Coming’ se cantaba fuerte y recio en el recinto en forma de planetario. ‘Hell Bent for Leather’ y ‘Painkiller’ (esta última precedida de la presentación de Scott Travis) fueron dos azotes más de pericia, estruendo y caos, mientras el mosh se apoderaba violentamente en la cancha para danzar al ritmo de ‘The Hellion/Electric Eye’, qué hermoso clásico, qué majestuosa intro.
‘Breaking The Law’ y ‘Living After Midnight‘, aquellas dos joyas del «Bristish Steel» abrocharon todo con elegancia y dejando el Movistar absolutamente en llamas, con ese fuego estético y del show también demostrado musicalmente, para una banda que hace tiempo avisaba su retiro, que ha pasado por cuantiosos conflictos y etapas, pero que sigue ahí, en pie, ad portas de celebrar cincuenta años de carrera, o sea, CINCUENTA. Increíble llegar hasta ese punto y eso solamente se llama amor al metal y a la música, lo cual se transmitió con creces anoche para un pueblo ensimismado, que se alimenta de rock y metal y que fue elogiado, tanto por los propios Judas como Alice in Chains, por ser una de las audiencias más feroces del mundo. Y es completamente cierto.
Por Patricio Avendaño R.
Fotos: Jerrol Salas