Katatonia: tejiendo ecos de melancolía

Katatonia: tejiendo ecos de melancolía

Hay bandas que inevitablemente están vinculadas a un sentir que trasciende lo terrenal y Katatonia desde 1991, nos invita a internarnos en un progresivo negro y abstracto, creando una atmósfera sublime, un sitio donde la aflicción y la hermosura coexisten en un charco de emociones complejas nos presentan una verdad ineludible: el sufrimiento es inherente a la vida, el dolor es una fuente para el arte. Los suecos se tomaron en serio este desasosiego, pues sus letras están impregnadas de una poesía gótica, donde la voz de Jonas Renkse narra historias de soledad, desesperanza y compasión en un doom metal bello y trágico, pero memorable.

A medida que la música comienza, el oyente es llevado a través de un laberinto de sombras donde cada pista revela nuevos matices y texturas que conectan al omnisciente con su receptor, logrando ese efecto íntimo y cómplice que permite identificarse con la dualidad de su sonido, porque la pesadumbre entrelazada con destellos de esperanza teje ecos de melancolía, convirtiéndose en una meditación sobre la fragilidad de la existencia y nos recuerda que la mejor manera de enfrentar la oscuridad, es abrazarla, sumergirse en ese túnel de pigmentos morados, grises e incluso por momentos luminosos, donde las guitarras participan como precursoras del suplicio, suaves, atormentadas, con un sonido muy noventero, muy lento, pesado.

Siendo este pequeño universo musical un lugar donde los riffs potentes de Anders Nyström se vinculan con arpegios delicados en una sinfonía envolvente y asfixiante, el músico crea y recrea, poniendo énfasis en el mensaje que pretende impregnar de su musicalidad, no así en los aspectos técnicos, así, la banda crea un escenario para siluetas danzantes con destreza compositiva. Si bien, en los primeros años no tuvieron un material tan destacable debido a la falta de recursos digitales, han sabido encontrar su sonido sin olvidar su esencia, redimiendo sus ecos. 

Su estética, marcada por ángeles negros que simbolizan la muerte, una temática altamente explotada en su lírica, nos guía a confrontar los espectros de la mente, adentrándose en laberintos sombríos de la psique, en la tempestad de la experiencia humana, vivimos y sobrevivimos y Katatonia puede ser el soundtrack de la sordidez y lo depresivo, pues sus cantos e instrumentación desembocan en un ritual auditivo, una metamorfosis sensorial. 

«Discouraged Ones» (1998) un clásico del metal progresivo y un gothic metal combinado con doom instaurado, dieron paso a vocales más limpias y melódicas, experimentando con cadencia en ritmos sosegados, ya no era solo doom o solo gótico, era algo nuevo, una búsqueda que hace a este disco experimental en que se encapsula su sonido clásico pero de tintes diversos, mucho más pulido y profesional en comparación a sus antecesores.

A lo largo de tres décadas han transitado por el panorama del metal con un sello propio, llegando hasta «Sky Void of Stars» (2023) lanzamiento que los ha traído de vuelta a los escenarios, una pieza sólida en su discografía, demostrando que a veces más es menos y que la trayectoria jamás es en vano, aquí encontramos bastante trabajo de percusión, sintetizadores, y uso de más recursos que aportan innovación a su propuesta, eso sí, sin perder esas raíces metaleras que vienen cultivando por décadas, sin duda, referentes para muchos, salvadores para otros. 

Presentando este material,  y sus grandes éxitos, regresan como parte del cartel de CL.Rock a reencontrarse con el entrañable público chileno, la cita será este 10 de noviembre en el Estadio Santa Laura, una velada producida por Spider. Las entradas se encuentran disponibles a través del sistema puntoticket.

María Ignacia Cornejo

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