Killing Joke en Chile: La resurrección de un rito

Killing Joke en Chile: La resurrección de un rito

La banda británica finalmente llegó a Chile a celebrar sus 40 años de trayectoria con un aplastante show en Blondie

Tal como lo fue quizás la tardía llegada de Ministry a Chile en 2015, más aún penaba la visita de una banda tan de culto como legendaria como Killing Joke, emblemas de lo oculto, de lo tribal y una de las bandas más influyentes tanto en el metal industrial como en el post punk y sus derivados de las últimas décadas.

Pese a que a las 21:00 hrs. la Blondie no recibía mucha gente, de a poco se fue copando el recinto hasta encontrarse prácticamente llena la pista para el inicio del show de los ingleses. Antes, por cierto, los nacionales de Imaginary Noise hacían una buena previa, bien ajustada al acto, donde escuchamos poderosos riffs industriales dentro de marchas synth/góticas y una puesta audiovisual bastante acorde (de hecho, en este plano fueron mejor hasta que los propios Killing Joke, presentando imágenes de películas como Nosferatu y cosas bien expresionistas). Tras 40 minutos la banda se fue muy aplaudida para dar paso a los amos de la ceremonia, eso sí, con un break más o menos considerable entre medio (30 mins. y fracción).

Ver a la figura de Jaz Coleman en vivo es algo impresionante, un hombre con tanta historia a sus 58 años y forjador de todo un sonido, que ha ido derivando y vertiendo influencias desde Nirvana (conocida por muchos es el cuasi plagio de aquel riff de ‘Come as You Are’), Metallica hasta Nine Inch Nails (que ha remezclado sus temas inclusive ), o Ministry. El veterano se las arregló para interactuar con un público enfervorizado que aplaudió sus dichos en contra de Pinochet, sus alabanzas a la Pachamama o su advertencia por las actividades volcánicas, entre otras cosas.

Pero vamos al sonido, las canciones que ibamos a escuchar, que sin duda fue lo más especial y expectante: Killing Joke hizo una selección bastante correcta de una carrera apabullante que consta de más de 15 discos de estudio desde 1980 hasta la fecha, desde ese esencial debut homónimo hasta su última y potente placa «Pylon» de 2015, justamente haciendo un acto alusivo a sus 40 años, porque lo que vivimos anoche, más que un concierto, fue toda una celebración de vida e historia precedidas con reuniones en estudio y un exquisito documental de más de dos horas y media dirigido por Shaun Pettigrew y editado en 2013.

‘Love Like Blood’, ‘European Super State ‘ y ‘Astronomus Zone’ fueron las elegidas antes de interpretar la clásica y coreada ‘Eighties’. En pos de esta celebración podíamos ver como hasta los atuendos de los años ochenta estaban favorecidos por el frontman como así también por un gran sector del público, todo mientras escuchábamos los atronadores sonidos que a ratos nos dejaban prácticamente sin cabeza, puesto que lo que estaba al frente de nosotros era una banda  que sonaba de lujo. La actual formación cuenta con los clásicos Coleman y Youth, además del guitarrista Geordie Walker, pero también con la fuerza demoledora del baterista «Big» Paul Ferguson que fue sin duda una máquina impresionante y se vio en gran forma, otro que estuvo presente en sus primeros tres álbumes a principios de los ochenta y se reunió en 2008 después de un largo período de alineaciones fallidas y un descanso de seis años del ’96 al 2002.

Su larga historia juntos nos muestra el núcleo del sonido de la banda. El ritmo hipnótico y estridente que los músicos establecieron en su debut homónimo de 1980, una mezcla de los inquietos (a veces frágiles y a veces aplastantes) riffs de Walker, la implacable marca de bajos de Youth y los ritmos tom-tom-heavy de Ferguson, que suenan más presentes aún en esta versión KJ 2018 .

‘The Wait’ era una infaltable, aquel tema que incluso Metallica reversionó en ese EP de Covers Garage Days ’87 o la downtempo ‘Requiem’, porque los ingleses nos incitaban al headbanger y al trance industrialoide con esas filosas guitarras, pero también al baile y la diversión y que el público aprovechaba de convertir todo en una fiesta tribal.

Hacia el final la interpretación de ‘Wardance, la visceral ‘Pandemonium’ o sobre todo ‘Death & resurrection show’, que se tornó dentro de lo más notable, era necesario darle cabida a este gran tema de su segundo homónimo de 2003, un tema con peso y ritmo que funciona muy bien en vivo. Las arengas de Coleman, su pose de maniático y su desplante esquizo a veces acaparaban toda tu atención, pero era también notable ver que cada uno de los músicos es un foco de propulsión de entrega distinto y potente, con el factor ocultista declarado más como estética que como discurso (si bien hasta hacían rituales pseudosatánicos en sus inicios, luego fue algo que los marcó simbólicamente).

Dejando todo arriba con ese gran cierre, sólo ovaciones sonaron para un show que en cierta forma, nos hizo recordar algo de esa hoguera vivida con Ministry hace unos años en este mismo recinto, como para volver a sacar el famoso cliché de que su visita fue «otra cuenta saldada» para una banda tan importante y de culto que es obligada de constante revisión.

Por Patricio Avendaño R.

Fotos: Federico Soto

Patricio Avendaño

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