La inquietud enfermiza de los australianos no se detiene. La banda va por su vigésimo…
King Gizzard and the Lizard Wizard – PetroDragonic Apocalypse (2023): Un lagarto de muchas pieles
KGLW, 2023
La maquinaria de King Gizzard and the Lizard Wizard es un flujo creativo que pareciese ser inagotable. A sólo ocho meses del anterior “Changes” (2022), la banda más inquieta y prolífica de la última década vuelve a sorprender con su lanzamiento número veinticuatro; un largo periodo de espera, si consideramos el incesante ritmo de los australianos. Bajo el pomposo título de “PetroDragonic Apocalypse; or, Dawn of Eternal Night: An Annihilation of Planet Earth and the Beginning of Merciless Damnation”, la banda entrega un primer vistazo a la temática del álbum y confirma que este proyecto puede ser muchas cosas al mismo tiempo, pero jamás serán austeros.
Continuando por aquella senda distorsionada que comenzaron a explorar con “Infest the Rat’s Nest” (2019), King Gizz ofrece un álbum enérgico, donde los relatos fantásticos y post apocalípticos son comandados por un sonido vertiginoso e impredecible. Con una urgencia por la velocidad que se hace presente en todo el disco, la camaleónica “Motor Spirit” se mueve por un tránsito de tensiones bastante interesante; comenzando con un aire stoner y una lírica que trae a la memoria el imaginario de “Mad Max: Fury Road”, el primer track va desarrollando un carácter más introspectivo y dirigido por las percusiones. Con una sutileza en las transiciones, que reluce como uno de los grandes atributos de esta obra, “Supercell” se vuelca a la velocidad casi en su totalidad. Musicalizada por afilados solos de guitarras gemelas, la canción resulta una metáfora elocuente al tornado que hacen referencia en esta ocasión.
Pese a que, a estas alturas, el álbum ya adquiere un carácter claramente enfocado en lo pesado, “Converge” aumenta la apuesta y reitera aquellos quiebres de ritmo en las secciones medias, donde se aprecian algunas similitudes con el estilo de progresivo desarrollado por Tool. En un corte casi imperceptible, “Witchcraft” se acerca al clásico sonido psicodélico de la banda y le abre paso al segundo de cinco tracks consecutivos que fluyen a la perfección. Es interesante que los llamativos adelantos de “PetroDragonic Apocalypse” recién aparecen durante la sección final del disco, donde las cuatro composiciones previas actúan como una especie de antesala.
Tal como ilustra la portada, este trabajo cierra con la épica enmarcada en los lagartos mitológicos, siendo “Gila Monster” el primero de los tres bombazos finales que sepultan “PetroDragonic Apocalypse”. En un sencillo lleno de enganches en las voces y riffs de guitarras, la composición más breve del álbum es un golpe preciso que, si se mira en perspectiva, actúa como un efectivo comprimido de la “nueva piel” que muestra King Gizzard en esta ocasión. Por otro lado, “Dragon” se enlaza a la perfección y ofrece uno de los momentos más exigentes del disco; ya sea por su intrincada ejecución rítmica, como por su velocidad o enfoque progresivo, el segundo single pone a prueba todo el desplante de los australianos, demostrando una vigorosa capacidad para generar ideas frescas. Como si fuera poco, “Flamethrower” concluye como la composición más cercana al thrash metal, dejando a tope aquella sensación de energía que se mantiene a lo largo de toda la placa; no sin antes ofrecer un final abierto, acompañado por una sección de sintetizadores con un tinte espacial.
King Gizzard and the Lizard Wizard deslumbra por su interminable búsqueda de abarcar nuevos sonidos y géneros musicales. En este caso, el enfoque progresivo queda estrechamente emparentado con el metal más veloz, robusteciendo la versatilidad de un proyecto que jamás pierde su sello, pese a su diversidad. Durante un viaje de notable fluidez, los australianos reafirman los compromisos con su propuesta artística y se mantienen como una parada obligada dentro del rock contemporáneo.